Más Que Un Juego

Malmcon

Han pasado cinco días desde que mi pelirroja y yo estuvimos juntos, he estado controlando el impulso de ir a su apartamento y poseerla de nuevo, no sale de mi mente su hermoso cuerpo, tampoco sus besos ni sus gemidos. Mi otra cabeza no razona, solo quiere visitar ese paraíso que ella tiene entre sus largas piernas.

Tengo la laptop abierta con la imagen de las cámaras, esa mujer se está convirtiendo en una obsesión que debo frenar porque no es sano esto que estoy sintiendo. El problema de querer frenar, es lo que ella va a pensar de mí, no quiero que crea que solo quería acostarme con ella y una vez logrado mi cometido, la echo de mi lado, porque carajos, no es así.

Salgo de la oficina y le ordeno a Lourdes que me suba el almuerzo, necesito besarla, sentir su calor. La puerta es tocada, doy el permiso y entra ella en todo su esplendor, la mujer más hermosa ante mis ojos.

- Aquí está su almuerzo señor Lebreu - me dice.

Me levanto de mi silla y me acerco donde está, la abrazo por detrás oliendo su deliciosa fragancia.

- Me encanta que me llames así - le digo cerca al oído - me encantaría que me dijeras así mientras te como esa cerecita entre tus pernas - siento como se estremece.

- Malcolm, estamos en el trabajo - me dice entre jadeos sin hacer mucho ruido.

Me suelto y le doy vuelta para tomar su rostro entre mis manos.

- Lo sé Chucky, pero es que me enciendes.

- Deja de decirme así - me dice haciendo pucheros

- JAJAJAJA! Jamás, tú eres mi Chucky, nena.

Le doy muchos picos en la boca, para luego profundizar el beso, que gustosa recibe, me siento en la gloria con solo sus besos.

- Te necesito nena, anhelo tu cuerpo y tus besos, dime que nos vamos a ver esta noche.

- Las chicas no estarán, ya sabes, Cindy y tu hermano prácticamente viven juntos, y Latifa con Sasha creo que lo que les falta es formalizar.

- Entonces iré a visitar a mi linda pelirroja.

Después de unos cuantos besos más, sale de mi oficina y yo regreso a mis asuntos. Compré el restaurante para hacerle la vida a cuadros y ahora no quiero salir de aquí solo por tenerla cerca.

Lourdes enciende en mí un deseo incontrolable que solo se modera cuando estamos juntos haciendo el amor. Ella me tiene en sus manos, pero no quiero que lo sepa.

Estoy disfrutando de este momento, no sé cuándo termine pues es obvio que no puede haber nada más entre los dos, ella ha sido una excepción a mis reglas.

Después de almorzar vuelvo a mi silla y su imagen me llena de una cálida sensación que me abruma, creo que debo parar con esto antes de que alguno de los dos salga lastimado, y no quiero que sea ella, sé que me va a odiar, pero es mejor pronto que tarde.

Son las 11 de la noche, me encamino para ir al apartamento de Lourdes, creo que hoy será la última vez que estaré con ella siendo amantes.