Prólogo
Cuando sentí que su mano acariciaba mi pelo, cómo lo había hecho hacía más de una semana.
NovelToon tiene autorización de Carmen Zambrano Fernández para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Tatiana
Estaba acostada mirando el techo. A mi lado un amante de turno. Su nombre??? no lo recuerdo Nicolás? Pedro? . No lo sé. El sexo era para mí un escape. De romper los esquemas y reglas que me habían obligado a mantener toda mi vida.
Tenía quince años cuando lo ví por primera vez. Aún recuerdo lo que vestiamos. El de negro completamente y yo con un lindo vestido blanco. Era una fiesta de tarde, y él estaba rodeado de sus amigos, todos destilaban poder , belleza, seguridad. No siquiera me miró. Pero mi Hans era único. Gigante, después me enteré que medía casi los dos metros, con su pelo que brillaba al sol. Unos ojos oscuros, que cuando sentían pasión se oscurecian más, y una nariz pequeña y respingada. Era una nariz femenina, pero en su rostro se veía perfecta. Era un hombre hermoso. Pero más que eso, era esa aura de seguridad que emanaba de él. Cuando entraba con él a un restaurant, era la envidia de todas. Me sentía como una mujer luciendo la más hermosa joya. Sentía las miradas de hombres y mujeres. Realmente éramos una pareja perfecta. Él fue hecho para mí. He luchado y sacado de la pista a un sinnúmero de mujeres que querían a mi Hans. Entré amenazas, accidentes y golpes aprendieron que nadie podía osar acercarce a mi hombre. Yo sabía que él tenía aventuras, no me importaban. Esas eran zorras pasajeras y a mí no me incomodaban. Él era mi premio mayor.
Yo también tenía mis deshaogos, buscaba hombres que me complacieran, cuando pasaba mucho tiempo y él no me llamaba.
Cuando a los veinte años después de tanto hostigarlo. Se decidió a invitarme a salir, me sentí más que feliz. Triunfante!!!. Pero fueron pasando los años y él no me ofrecía nada serio. Me hacía la invitada en casa de su familia y nada, tuve que soportar por años la estúpida charla de su madre y sus amigas. Yo lo quería todo y no me conformaría con menos.
En mi cabeza se repetían una y otra vez las duras palabras de él. Que no se casaría conmigo, que nunca me amó.
Él no me podía hacer ésto, yo no podía perder casi diez años de mi vida en un sueño roto. Era injusto, era doloroso, yo no lo merecía.
Así como tantas veces lo hice, ya tengo a una persona encargada de seguirlo. El me tendrá información fidedigna en un rato más.
Me levantó y le digo a mi compañero de noche que se vaya. Ya me sirvió ...para bajar mi rabia.
Cuando salgo del baño, me llegan a mi wasap la información pedida.
Me senté, no habían fotos de ella. Fue lo primero que revisé. Solo información de casos que llevaba. Pero uno llamó mi atención era el de una Herencia en dónde solo tenía que firmar y listo. Pero se había involucrado demás. Busqué el nombre de la mujer en geogle y decía que era una millonaria que había dejado dos hijos y un viudo. Busqué a la hija, seguro ella era la mujer. Maldita desgraciada, busqué su dirección.
Me vestí, llamé a mi Chofer, y fuí en búsqueda de la cretina esa.
Era una bonita casa con un bello jardín. Llamé muchas veces al citofono, se escuchaba música fuerte, así que tenía que haber alguien. Finalmente me abrió una mujer pequeña rubia y deshaseada. Por Dios que pensaba Hans en fijarse en éste esperpento. Que ofensa para mí. Toda borracha más encima. Me gritó que quería? Todo de mala forma. Le respondí que era amiga de su mamá y que le traía unos encargos de ella. Me abrió la puerta y entré.
--De dónde que tú eres amiga de mi mamá? no te conozco.
--Pero yo si maldita. ...
Que te crees mujercita ridícula que tú me quitarás a mi hombre. la tomé de su largo cabello y la estrellé en la pared. No sé si le reventé la cabeza, no me importaba. La seguí pateando en el suelo como antes lo había hecho con otras. Tiraba la rabia acumulada, de todo lo que Hans me había herido. Le seguí dando en la cara hasta que sentí caer gotas de sudor por mi rostro. Ahora la querrás así mi Hans? y me reí hasta que me dolió el estómago.
Le dije esto te pasa por fijarte en hombres que ya tienen dueña.
La dejé tirada en un charco de su sangre, limpié mis manos que se habían roto un poco. Y salí.
La furia sacada me dejaba felíz...
Ahora solo tendría que esperar, cómo tantas veces lo había hecho.