Intentos desesperados para recibir amor fue lo que condenó a la joven señorita Vertron y un intento de asesinato fue el motivo de su ruina, de su muerte y del dolor más profundo que pudo recibir; la realidad de que no fue amada por nadie. Pero... ¿La muerte fue el final para la que era Villana para todos?
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Imprevistos
Había un ambiente tenso que rodeaba toda la habitación, había un gran silencio incómodo entre ellos. El Duque tenía una expresión de disgusto. No podía creer lo que había dicho Anya.
—¿Qué dices?— Preguntó incrédulo mientras se levantaba abruptadamente del asiento.
—Deseo abandonar...—
—¡No te lo permito!— Interrumpió con una voz que expresaba su enojo.
Anya lo miró confundida. No entendía su actitud repentina. —"¿Por qué hace tanto escándalo?"— Se preguntaba.
—Pero Duque...—
—Papá...papá, Anya. ¿Por qué no me dices papá?— Interrumpió nuevamente Edgar con palabras inesperadas. El Duque masajeó su sien y se apoyó en su escritorio.
Anya lo miró disgustada. No podía creer esas palabras, si recordaba muy bien como le ordenaba que no lo llamara papá cuando estuvieran a solas.
—Disculpe Duque... Alice no esta aquí para llamarlo de esa manera. ¿No es usted y la Duquesa los que me ordenaron que no lo hiciera?— Preguntó molesta.
El Duque abrió sus ojos de sorpresa. Decayó en su asiento, pues Anya tenía razón. Fueron ellos los que le ordenaron tal cosa.
—Lo siento... estaba... estaba equivocado.— ¿Se disculpó el Duque? estaba comportándose inusual hoy.
Anya se quedó sin palabras, sentía repulsión por esas palabras. Antes pensaba que se alegraría de escucharlas pero se dio cuenta que no era así, no cuando ya la había roto de la peor manera.
—No hace falta que se disculpe, Duque. Tomé por mi propia voluntad cumplir ese deseo y si no me quiere dejar ir, le pido eso como mi regalo. Solo me iré por unos años para mejorar mi educación y no vi mejor lugar que la casa de mi tía Ariadne.—
Dijo sin alguna expresión. El Duque se alivio un poco cuando dijo lo último, pero aún así, sabía que la tendría lejos. Pero si lo pedía de esa manera no podía negarselo, aunque sabía lo peligroso que podía ser al mandarla allí ya que su hermana vivía demasiado lejos.
—Esta bien... te doy mi permiso. Pero eso será dentro de una semana, no quiero quejas.— Exclamó mientras suspiraba pesadamente dando sus últimas palabras sobre ese asunto.
Anya estuvo de acuerdo con ello, pues al menos ya había sido algo que aceptará.
—Gracias Duque. Si eso es todo, me retiro.— Se despidió la joven.
Mientras el Duque se quedó solo nuevamente en el despacho. Se recostó en su asiento y dirigió su vista hacia aquel regalo que se encontraba escondido entre una mesita.
—Feliz cumpleaños, Anya...—
Dijo mientras cerraba sus ojos y se recostaba en su asiento.
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La pequeña villana llegó al comedor para desayunar. Observó que la duquesa y Alice yacían sentadas ya en sus asientos.
—Oh hermana. Feliz cumpleaños.— Exclamó Alice sonriendo.
Anya sonrió fingidamente y le devolvió la felicitación con un saludo de buenos días, luego se sentó en su asiento y las sirvientas rápidamente le trajeron su desayuno.
—¿Te sientes mejor, hermana? Perdóname, no sabía que eso te hacía mal...— Se disculpó la encantadora Alice con tristeza.
—Ya me encuentro bien, Alice. No hay necesidad, no fue tu culpa.— Contestó Anya mientras un escalofrío le recorrió la espalda al notar la sonrisa de la Duquesa. Se notaba el disgusto de Susana por la presencia de Anya.
—Buenos días hermana Anya.— Saludó el joven de ojos verdes.
—¡Que falta de respeto! ¿Es que acaso no vez que nosotras también estamos aquí?— Gritó enfadada la duquesa levantándose de su asiento y abofeteó a Theo y este la fulminó con la mirada.
—¡Duquesa! Theo aún es joven, así que le imploro que le perdone su falta, pero usted debería saber que no tiene el derecho de levantarle una mano. Theo no es su hijo para pegarle.— Alegó Anya con una voz tranquila.
La Duquesa dirigió su vista a Anya, la vio con su ceño notoriamente fruncido, ya que aún no apaciguaba su enojo y aún más cuando Anya la contradijo.
—Tú niña...—
—¿Qué pasa aquí Duquesa?— Interrumpió Edgar al observar la situación.
La Duquesa tranquilizó su expresión y se fue haciéndose la víctima atras de él duque.
—Duque... el joven Theo me ha faltado el respeto y yo solo quería enseñarle una lección para que creciera bien, pero Anya me ha levantado la voz.— Se quejó dramáticamente dolida.
—¿Me permite hablar padre?— Pidió Anya y el Duque asintió de acuerdo.
—Discúlpeme madre, pero yo no recuerdo haberle levantado la voz además lo que le dije solo fue que Theo aún es joven por lo que aún comete errores, y de que usted no tenía el derecho de pegarle sin el permiso de padre.—
La Duquesa expresó nuevamente su disgusto, no sabía cómo es que Anya había aprendido a estar calmada ante una situación como ésta.
—No le crea, Duque.— Exclamó Susana.
—Theo, debes respetar a la Duquesa así que reflexiona de eso en tu habitación. No saldrás sin mi autorización ¿entendido?— Ordenó Edgar observando aquellos ojos verdes que lo miraban molesto.
Susana sonreía contenta con la decisión del Duque y Anya disgustada por la situación, decidió seguir desayunando pues fue ingenua al pensar que por esta vez creerían su palabra.
—Y usted, Duquesa. No puede levantarle la mano. Espero que piense qué ha hecho mal y si es posible, discúlpese con Theo.— Prosiguió Edgar a lo que a todos les tomó por sorpresa.
El Duque al terminar de hablar, tomó asiento y se dispuso a desayunar. Todos hicieron lo mismo después.
aburrida
Alguien que me responda porfa