La Edad Del Amor

El cuarto de Marcela estaba iluminado solo por las luces LED que bordeaban su espejo. En la pequeña mesa blanca reposaban brochas, bases, correctores, paletas de sombras y una libreta con ideas anotadas a mano. El aro de luz estaba encendido y el celular, en modo grabación. Su voz sonaba firme, entusiasta.

- "…y este es el look final, muy natural, luminoso y perfecto para reuniones casuales o incluso entrevistas de trabajo. Si te gustó, ya sabes: comenta, comparte y suscríbete. Nos vemos el viernes con otro video", afirmó Marcela, para luego finalizar la grabación.

Marcela se quitó la vincha y se dejó caer sobre la cama. Tenía el rostro aún maquillado, pero los ojos le ardían del cansancio. Había trabajado medio turno en la clínica, y luego se había pasado toda la tarde editando. No era fácil, pero estaba contenta.

Esa noche, mientras cenaba frente a la laptop, revisaba los comentarios del último video. Nada fuera de lo común: emojis de corazones, preguntas sobre la base que usó, una que otra seguidora diciéndole que le alegraba el día verla.

Y entonces lo vio. Un mensaje directo, con el tilde azul junto al nombre. Era de una de las encargadas de relaciones públicas de una marca de cosméticos local, completamente artesanales, bastante reconocida.

“Hola Marcela, somos seguidoras de tu contenido y nos encanta tu estilo: cercano, auténtico y elegante. Queríamos saber si estarías interesada en probar algunos productos nuevos de nuestra línea y, si te sientes cómoda, compartir tu opinión con tu comunidad. ¡Gracias por inspirarnos!”

Marcela dejó el tenedor suspendido en el aire. Volvió a leer el mensaje dos veces; y como si no terminara de creerlo, lo leyó por tercera vez.

No era una marca internacional. Ni siquiera una campaña paga todavía; pero era la primera vez que una marca se acercaba a ella sin que ella tocara antes la puerta. Y eso se sentía como el inicio de algo importante.

Se imaginó a su madre, con su eterno miedo a que terminara sola. ¿Cómo explicarle que esa soledad no era ausencia, sino posibilidad? Que era en ese espacio, libre, solitario, imperfecto, donde ella empezaba a construirse.

Dejó el plato a un lado. Abrió una hoja nueva en su diario y escribió: “Meta cumplida: la primera marca. Un paso a la vez y sin mirar atrás.”

Y mientras apagaba las luces y se metía bajo las cobijas, una pequeña sonrisa le cruzaba el rostro.

Y mientras ella dormía entre sueños de triunfo, Andrew Cerrón miraba una y otra vez cada uno de sus videos, analizando sus pensamientos, sus gestos, sus gustos, estudiando cada detalle que pueda usar, para llegar a ella.

El plan era práctico: llegar a la vida de Marcela como un fan interesado, enamorar a la muchacha para que lo introduzca en la familia Belmonte, a través de su hermano Carlos, ser el novio perfecto; y cuando ya no haya dudas en nadie; convencerla de un viaje, cuando estén lejos de todo, el secuestro, el rescate, la distracción perfecta.

Mientras que su amante, sigue trabajando aún más en la mente distorsionada de Camila Portugal, hasta que sea ella quien esté lo suficientemente cerca, para que tire del gatillo que acabará con la vida de Edward Safra y Estrella Portugal.

- "Eres bonita y graciosa, Marcelita, será un placer utilizar tu juventud como instrumento", expresó Andrew con sonrisa ladina.

Toma nota de otras de las frases de Marcela, sabe que tiene que moverse con cuidado, porque al lado de la ovejita que piensa devorar, hay lobos salvajes que le arrancarían la piel si muestra sus verdaderas intenciones; y por eso debía tener cuidado de cada detalle, la actuación debía ser perfecta.