Fui la mujer perfecta
En la oscuridad descubrí el placer, descubrí que mis piernas no eran para cerrar, que mi lengua podía acariciar y herir con el mismo arte.
Aprendí a gemir con rabia y a dominar con las caderas.
Ahora regreso. Con vestidos de seda y piel perfumada, con un cuerpo que aprendí a usar como un arma.
Él cree que vuelvo para cumplir aquella promesa. Cree que aún soy suya.
La mujer perfecta ha muerto. Lo que queda… es una diosa del placer y la venganza.
No viene a buscar amor. Viene a cobrar.
NovelToon tiene autorización de Gloria Escober para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
La casa, el vestido
La habitación del hospital estaba en penumbra. Angeline no decía nada.
Sentada en la cama, con la mirada perdida en un punto fijo de la pared, dejaba que su madre le pasara el cepillo por el cabello con manos temblorosas.
—Siempre te gustó que te peinara así… —susurró la mujer, con la voz rota—. Desde chiquita… te quedabas quieta como una muñeca.
Angeline no respondió.
Solo respiraba lento, con los ojos húmedos. Estaba allí, pero parte de ella seguía lejos Muy lejos.
Su madre le apartó un mechón de la cara, le acarició la mejilla con la yema de los dedos. No dijo nada más. Sabía que cualquier palabra podía romperla.
La puerta se abrió suavemente.
Era Manu. —¿Todo listo? —preguntó con tono bajo, mirando al médico que la acompañaba.
—Sí, ya puede irse. Va a necesitar mucho descanso. Y compañía.
Manu asintió. Luego se acercó a Angeline.
—Che… ya nos vamos, reina.
Angeline volvió la mirada hacia ella. Por primera vez en horas, algo se movió en su rostro. Un mínimo gesto. Y luego, un susurro:
—¿Vas a venir conmigo?
—Obvio. No pienso dejarte sola ni un segundo.
Ella asintió. No pidió permiso a nadie. Solo quería a Manu.
**
El auto se detuvo frente a la casa. Todo parecía igual, pero para Angeline, nada lo era. Las paredes eran más grandes, las sombras más densas, los rincones más fríos.
Entraron juntas. Su madre iba detrás. Mónica también.
Todos callados.
Angeline subió lentamente las escaleras, acompañada por Manu. Cada paso era un peso. Cada escalón, un recuerdo.
Cuando la puerta de su cuarto se abrió, un latigazo de hielo le recorrió la espalda.
Allí, colgado en la pared…
el vestido de novia.
Blanco.
Inocente.
Puro.
Angeline se quedó paralizada. La respiración se le cortó. El rostro se le desfiguró por dentro.
—Sacalo —dijo con la voz quebrada—. Por favor… sacá ese vestido.
Manu se giró hacia la madre.
—¿No escuchaste, che? Sacalo. Ya.
La mujer dudó, sus ojos llenos de lágrimas.
—Era su sueño…
—Ese sueño se convirtió en pesadilla, señora —dijo Manu, firme pero sin dureza—. No lo quiere ver, y punto.
La madre asintió con tristeza, fue hasta el perchero y descolgó el vestido. Lo sostuvo entre los brazos como si fuera un cuerpo muerto. Salió de la habitación en silencio.
Mónica miró a Angeline desde la puerta.
No dijo nada.
Solo bajó la cabeza y siguió a su madre.
Manu se quedó sola con ella.
Angeline se dejó caer en la cama, temblando.
—Ese vestido… ya no me pertenece. Yo ya no soy… esa mujer.
Manu se acercó, se sentó a su lado.
—Escuchame una cosa, nena. Ese vestido es una tela blanca, ¿me entendés? Vos sos mucho más que eso. Lo que te hicieron no te define. El daño no te borra. El dolor no te ensucia. El que crea que sí… que se meta el prejuicio en el culo.
Angeline cerró los ojos, con lágrimas silenciosas.
—Yo ya no quiero casarme. Nunca.
—Está bien, mi amor. No tenés que hacerlo. No tenés que hacer nada que no quieras.
Acá no vinimos a forzarte a sanar.
Vinimos a acompañarte. Y yo no me muevo hasta que vos lo digas.
Angeline apoyó la cabeza en su hombro. Por primera vez en mucho tiempo, suspiró.
No de alivio.
No de paz.
Pero de respiro.
Y con eso, por hoy, era suficiente.
.
Pero tengo observaciones que me quedan pendientes, ojalá no lo tomes a mal:
1. Constantemente le cambiaste los nombres a los personajes secundarios, al principio la familia de la protagonista eran Saenz y luego fueron Smith.
2. Su padre merecía saber que la hija estaba viva, si querían ocultar como sucedieron los hechos, se inventaba una mentira y ya.
3. El asunto de las consuegras lesbianas... no era por el que dirán, era porque deseaban riquezas, poder y una vida de lujos. En el siglo en que estamos no nos asombramos si alguien sale del clóset, así de fácil.
4. El final me supo a poco, no supimos con quién terminó quedando y nada de su relación 💔.
Pero, aún así ME GUSTO! Es la tercera novela que leo de tu autoría, espero leer la siguiente. Gracias por compartir tu hermoso don. Un abrazo grande 🤗
el drama no es mi favorito.
pero esta novela lo llevo al nivel más alto.
gracias. estoy ansiosa por leer al duque
Humberto y Carla como cómplices las secuestraron para evitar que hablarán y juntos viven en un país lejano felices comiendo perdices.
pero mejor se los dejo a las vivoras.
ellas si que los merecen
imagina con lo demás.
es para volverse loco
no quiso enfrentar la culpa y el dolor.
de todos modos los remordimientos lo hubieran matado
mato a su madre.
pobre Mónica. fue una víctima de esas víboras y ahora será una reclusa.
no es justo