He reencarnado en Carlisle, un hombre cuya historia tuvo un final absurdo, tenía una buena vida, una esposa leal, pero lo cambió cuando su antigua amor regreso pidiendo ayuda y al final, quedaron juntos, pese a que ella lo había traicionado antes. Pero yo, no pienso seguir esa historia, así que la cambiaré a mi favor...
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Capítulo 19.
—¿no piensas decirme la verdad?— pregunta Carlisle.
El Duque estaba sentado sobre una sábana al pie de la cama, la cual usa como respaldo, mientras que Arya descansa contra su pecho. Ante la pregunta Arya se aparta un poco, mirando fijamente los ojos de Carlisle, y finalmente deja escapar un suspiro.
—ese licantropo que te atacó...fue quien me mordió a mí...fue durante la guerra, cuando yo tenía dieciséis años...— responde manteniendo la seriedad.
Para Carlisle esa revelación ha sido impactante, ¿la princesa también carga con esa maldición?, eso nunca se menciona en la historia que el había leído.
—¿y por qué me ataca?, ¿no fue él también me maldijo?— pregunta.
—es posible que no, porque no te atacaría...quien le paso la maldición a su alteza, debió de ser otro...pero, no se porque lo haría...— agacha la mirada.
Carlisle le toma de la barbilla para hacer que levante la vista.
—ese licantropo blanco, ¿eres tú?, ¿puedes controlar tu transformación?— pregunta con insistencia.
—no, ese licantropo blanco no soy yo...—regresa a acomodarse contra el pecho del duque.—es la primera vez que lo veo, pero a diferencia del otro, este parece interesado en usted.— frunce los labios.— en cuanto a la transformación...me llevo tiempo poder controlarlo...pero quizás se deba al nivel de mana que poseo.
Carlisle abraza con fuerza a Arya, pues, aunque ella no le haya dicho antes que cargaba la misma maldición, se imagina que la chica también sufrió durante mucho tiempo antes de poder contener su instinto, y si tuvo que lidiar con eso ella sola, debió ser aún más duro. Carlisle la sujeta de la barbilla para que levante la cabeza y aprovecha ese momento para dejarle un fugaz beso en los labios.
—no vuelvas a ocultarme algo así de importante...sin importar que, estaré de tu lado.— promete Carlisle.
Pesé a lo que ha pasado, siente que no puede dejar sola a Arya, desea tanto protegerla y hacerla feliz, quizás sea porque es la primera mujer que llama tanto su atención, pues en su vida anterior nunca conocía a una mujer que tuviera ciertas similitudes con él. Incluso cuando ella actuó de forma posesiva, le pareció tan adorable, y la forma de atacarlo, fue tan excitante.
—lo prometo...le contaré todo, y le ayudaré a controlar la maldición...no pienso dejar que ese otro licantropo le haga daño.— promete.
Carlisle sonríe por las palabras de Arya, si en verdad se puede controlar, esta más que dispuesto a intentarlo, así podrá usar su transformación en caso de necesitar pelear, después de todo, en ese mundo, el peligro acecha por todos lados.
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Pocos días después, la condesa Cazzaro recibía la información que pidió, no había ningún Carl trabajando para el Duque Heijden, y en el pueblo, los únicos Carl que hay, son dos hombres mayores y niños que llevan ese nombre, mientras que los Carl con la edad similar al que ellos conocen, son de apariencia común.
—el duque nunca tuvo hijo bastardo, después de que su esposa diera a luz a su hijo Carlisle, el duque sufrió una enfermedad qué lo dejo estéril...— comenta el espía.
—entonces la duquesa...debió tener una aventura... y Carl es el resultado de eso...— insiste.
—la Duquesa falleció cuando Carlisle tenía cuatro años, y en el palacio, además...— saca un par de retratos.— el actual duque y su padre son idénticos...color de cabello y ojos...
La condesa revisa los retratos, el antiguo duque, y el chico en el retrato eran idénticos, lo cual significa que el Duque no tuvo otro hijo, Carl en realidad es Carlisle, el actual Duque de Heijden...
—Carl tiene veintitrés años, los mismos que el Duque Carlisle, y el apellido que uso cuando se caso con la señorita Cazzaro, es el apellido de su madre...es decir, ese matrimonio no era válido...— termina de decir y puede ver la cara de asombro de la condesa.
La mujer se daba cuenta que dejo ir un prospecto valioso, uno que podía darle la vida de reina a su hija y ellos podrían gozar de los beneficios de emparentar con ese hombre importante.
—¡imposible!, ¿por qué dejo que mi hija viviera como campesina?, ¿por qué no le dio su lugar como duquesa — grita furiosa.
Y entonces recordó a la princesa llamadolas cazafortunas, ¿Carl creyó que lo eran?, imposible, habían tratado como esclavo al mismísimo héroe del imperio. La condesa recogió los retratos y el informe para ir en busca de su esposo, tiene que saber lo que han hecho, y deben solucionarlo, quizás si traen a Rania de nuevo y la llevan ante el Duque, este la acepté, después de todo, el duque ama a Rania y se caso con la princesa probablemente por despecho.
Y mientras la condesa le cuenta todo a su esposo, en otro lado del imperio, la Marquesa Flanagan se enfrenta con el hecho de que su esposo le acababa de poner frente a ella la carta de divorcio, este asegura que no soporta estar casado con ella ni un día más y que quiere desposar a la mujer que justo en ese momento estaba a su lado, un bella mujer que trabaja en el burdel y la cual ha logrado el encargo que un cliente anónimo le hizo.
—no puede hacerme esto...¿tiene idea de lo que la sociedad dirá?, mi familia estará humillada...— grita la pelirroja.
—es lo único que te importa, ¿alguna vez te importó como me sentía?, solo mírate, llevamos dos años casados y no me has dado un hijo, solo vives de fiesta en fiesta presumiendo tu estatus, veamos que presumiras ahora.— responde el Marqués Flanagan.
—n-no voy a firmar...no me importa lo que digas...no seré la vergüenza de la sociedad.—
—no firmes, con el sello del emperador y del templo será suficiente para obligarte al divorcio...—
—¿y que dirás?, ¿que te quieres casar con tu zorra?, nadie permitirá algo así.— se burla.
—dire que no puedes darme un hijo, el templo lo entenderá y me dará la razón.— sonríe con burla.
El Marqués le tiro los documentos en la cara y siguió su camino hasta su alcoba con aquella mujer, mientras que la pelirroja se quedaba en la sala llorando por su desgracia, pues ahora todos se burlaran de ella por haber sido divorciada.
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La noticia no tardo en hacerse saber por todo el imperio, Arya regreso a la mansión después de reunirse con un par de chicas en el palacio real. La rubia llego feliz que apenas entró al estudio de su esposo se sentó en sus piernas y le dio repetidos besos fugaces.
—¿a que debo esta emoción?— pregunta Carlisle.
—a que has cumplido con mi deseo...la estúpida de Flanagan...bueno, ahora ya no lo es...su esposo finalmente la echo fuera, la cambió por una prostituta...— da un par de grititos de emoción.— la maldita ahora no es nadie.
Arya estaba emocionada, su esposo cumplió con la promesa que le hizo, cada día se siente más afortunada de ser la esposa de Carlisle.
—te dije que me encargaría de todo.— Carlisle sonríe levemente al ver a la rubia feliz.— ahora vamos, es hora de entrenar.
—mmm...yo quería quedarme más tiempo aquí contigo.— se queja mientras se pone de pie.
—ya será otro día, sabes que es importante para mi controlar la maldición.—
—lo sé. Y como prometí, lo controlaras, ese licantropo que nos acecha no podrá contra nosotros.—
Sea lo que sea que busca, no lo obtendrá de ellos.
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