En esta novela #Creativa y Fresca , Mar conoció a su Rumi por unos días y creyó realmente que era Gay. Carlo, un empresario exitoso, quedó tan prendado de ella, que decidió no sacarla del error para mantenerla a su lado. Pero este inicio falso tornará caótica su relación.
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Capítulo 19. Plan A, Plan B, Plan C
Caos y Pasión 19
Capítulo:
Plan A, Plan B , Plan C
Elsa ISASA.
Carlo Brasco salió del hospital ese día con el corazón literalmente en la boca. Era tal su alegría y a la vez inquietud por lo que pasaría esa noche que condujo su deportivo hasta un mirador sobre la colina y bajó a mirar el paisaje y pensar.
Aún tenía en sus fosas nasales el olor de la mujer que lo volvía loco y su cuerpo permanecía erizado desde que ella lo tocó con sus manos esa mañana.
Decidió que prepararía una cena en el balcón de su departamento de soltero, lo que constituirá su plan A.
Una mesita con vinos, fresas, variadas delicateses y una provisión abundante de profilácticos en su mesa de luz.
Música agradable, luz suave y una cama limpia y perfecta. Recorrer su departamento varias veces para revisar que no existiera un solo detalle de presencia femenina en ocasiones anteriores en el lugar.
– ¿Y si Mar no quería ir de entrada a su departamento? ¿Y si se ofendia otra vez pensando que el, de primera, quería llevarle a su reducto intimo por solo sexo?
No, por Dios.
Mar Velotti ofendida era fatal. Le miraba con indiferencia, se tomaba del brazo de otro hombre y lo dejaba pagando.
Entonces pensó en el plan B.
Pedir una mesa en un restaurante de moda en un lugar hermoso. ¿Qué restaurante tenía lugares privados y balcón con buena vista?. Ambos elementos eran obligatorios.
Se imaginaba rodeado de gente y a la vez con bastante intimidad para que sus manos y su boca preparen el después.
Está mujer lo estaba haciendo delirar.
Era un mundo complejo que él desconocía. Nunca preparó encuentros en la mente, estos solo ocurrían o no, según su estado de ánimo. Ahora, el evento que esperaba era diferente.
Mar Velotti se había clavado en su mente y debía tenerla con urgencia.
Subió a su deportivo y se dirigió a su empresa. Y comenzó a suspender toda tarea que no fuera la preparación de sus planes mentales.
– Comida para dos. Del chef Paolo. En una mesita sobre el balcón de mi departamento. A las 20 hs. Todo de lo mejor. Y fresas frescas. ¿Cómo será el tiempo está noche Señora Martina?¿ No lloverá verdad?
– Hum…Creo entender que la cena será íntima y romántica. - dijo Martina bastante asombrada.
– Íntima.Romántica y sensual. Vaya usted misma y haga limpiar mi departamento a fondo. Nada de cosas que indiquen pasar femenino por esas dependencias. ¿Está claro?
– Muy Claro jefe - dijo con los ojos bien abiertos y mentalmente pensó en una gran provisión de bolsas de residuos.
Suponía que con la cantidad y variedad de féminas que pasaron por los brazos del jefe supremo encontraría mucha evidencia a secuestrar.
¿Quién sería la invitada? Era la primera vez que veía al Dios griego tan focalizado.
– Llama a Luis por favor. Y corre - dijo con voz de mando.
– Señor Carlo. Me ha hecho buscar? - expresó su asistente masculino.
– Así es. Tengo trámites urgentes. Farmacia primero. Provisión abundante de profilácticos y gel. Luego una mesa en el Restaurante “ La Torre”. Que sea en el balcón privado y con una dependencia adjunta.
– Oh. ¡Tenemos noche de chicas!-
– ¡Qué chicas! Es solo una y es especial. Se trata de mi prometida y futura esposa. – dijo en tono imperativo.
Luis se paró en seco y su rostro evidenciaba un asombro genuino. ¿Era este su jefe?
Las palabras “novia” y “esposa”, quedaron bailando en su cerebro.
– ¿Está usted bien?- preguntó.
– Perfecto. Muévete. - recalcó.
Después de una mañana ajetreada Mar estaba atendiendo a su último paciente del día y luego desesperada se puso a comer unos sandwiches de miga.
Y apenas terminó sus pensamientos fueron para su amado y el ambiente súper caliente que vivió en ese despacho.
– Bien. Debo afeitarme y empezar con la píldora - dijo abriendo un paquete de anticonceptivos que vagaba en la gaveta de su mesa de hospital.
Revisó la fecha de caducidad y vio que aún servía. Se tragó una pastilla y luego salió apresurada hacia la peluquería.
Lo de rasurarse era vital. La única que estaba apreciando hacía ya mucho tiempo ,lo que ella tenía entre sus piernas era Mariusa, su ginecóloga. Así como estaba no era apto para la vista de ningún ser humano masculino y menos su novio- pensó.
Estuvo sufriendo tirones de su pelvis bastante tiempo y el masaje en su hermoso cabello mientras la lavaban y peinaban la reconfortó.
Mar Velotti solo tenía el plan A.
El hombre con quién soñaba hacía bastante tiempo con una mezcla de amor y odio, desde esa mañana, le inspiraba un deseo realmente animal.
Destinó poco tiempo en mejorar su apartamento. El hecho de que fuera tan pequeño le ayudó mucho en la limpieza.
Preparó vino, jugos y frutas frescas en su diminuto refrigerador.
Si tenemos hambre compraremos pizza y ya - se dijo.
Luego se bañó destinando un buen tiempo en prepararse. Eligió con mucha minuciosidad el conjunto de sostén y bragas para ponerse y luego guardó el vestido blanco amplio que había sacado y lo reemplazó por una solera roja como el fuego, con pequeños breteles en los hombros.
Seguramente el tendría otros planes. Cómo llevarla a cenar en un restaurante importante.
Pero algo le decía que ambos no estaban para mucha preparación previa. Lo que deseaban realmente era estar juntos y bien lo demostró el,en su consultorio.
Así que cuando se miraron en la puerta, los ojos de ambos decían en todos los idiomas conocidos la urgencia que los embargaba.
– Amor mío - dijo Carlo extendiendo sus manos a la cintura de su amada. Ella se puso de puntas de pie para besarlo mientras rodeaba su cuello con sus brazos. Los primeros botones desprendidos de su camisa eran una invitación para la caricia y el desorden.
El beso se hizo intenso y exigente. Carlo cerró la puerta y le apretó contra su cuerpo. Sus manos bajaron a los glúteos de la doctora y la sello junto a él.
Un bretel del vestido rojo cayó dejándole ver a Carlo un hombro perfecto donde de inmediato dirigió su boca.
– Querido. Quizás quieras quedarte aquí conmigo. Mi apartamento es pequeño pero si estamos uno sobre el otro, entramos perfecto - dijo ella murmurando sobre su cuello.
– ¡Es perfecto!- murmuró él roncamente. -Bajaré al auto por preservativos…Debe haber una farmacia cerca verdad?..
– Ya tomé la pastilla amor..- respondió la doctora y el Plan C comenzó a rodar.
¡Felicitaciones por esta entrega!
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