Sonia está perdidamente enamorada del mejor amigo de su hermano. Dante es 8 años más grande que ella por lo que sólo la ve cómo una niña.
A Sonia no le importa y cómo la vea el. Siempre está tratando de ganarselo. Pero al cumplir los 18 años de da por vencida ya que el se compromete con una mujer que aparentemente es perfecta.
Sonia decide dejar de ser una arrastrada y sale del país con el corazón roto. Y con la importante decisión de enamorarse de alguien más.
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Quiero diseñarlo.
...Cristián....
No sé porque Sonia me oculta quien es el. Yo lo conozco muy bien. Jamás olvidaría el rostro del hombre que hizo sufrir tanto a Sonia.
— Tienes razón. Es el. Mi primer amor.
Quería preguntarle si todavía sentía algo por el. Si había regresado a México por el. Sabía que la principal razón era su hermano y ahora que el no estaba tal vez su padre. Pero en el fondo de mi corazón sentía que Dante también tenía algo que ver con su decisión.
— Sonia. ¿Todavía lo quieres?
Ella se quedó callada.
— No entiendo que quieres decir.
— ¿Todavía sientes que tú corazón late rápido cuándo estás con el?
— ¿Qué clase de pregunta es esa? — Se rió.
— Sonia siempre hemos sido sinceros el uno con el otro. A mí me gustaría saber si tú...
— Señorita Sonia. — Una chica que parecía secretaria entró a la oficina. — Perdón por entrar así, me mandaron a informarle que la sala de juntas ya está lista.
— ¿Lista para qué?
— Los accionistas quieres ver el avance de su proyecto.
— Nadie me informó nada.
— Lo siento. El señor Dante acaba de convocar a está junta. — Sonia parecía muy enojada.
— Dile que voy en seguida. — Trató de disimular su enojó pero yo la conozco demasiado bien.
— Claro. Con permiso.
— Parece que estás ocupada.
— Sólo un poco. Espérame. Iremos a comer después.
— Aquí esperó.
...Sandra....
¿Qué se piensa esa idiota? ¿Creé que tenemos todo el tiempo del mundo para esperarla? Casi me levanto de mi silla para ir a buscarla pero no lo hice porque ella entró.
— Perdón por la tardanza.
— No hay problema. — Dijo Johan, el ha estado de su lado desde el día uno.
— Llegas 10 minutos tarde. — Resaltó Dante.
— No hubiera llegado tarde si no hubieras convocado a una junta en el último momento.
— No hubiera convocado a está junta si me hubieras mostrado los planos cuándo te los pedí.
— ¿Porqué no dejamos la discusión y vemos los planos? Estoy ansioso. — Dijo Johan.
— Claro. Hagamos eso. — Sonia mostró sus planos. Eran en verdad buenos. Todos los miraban con mucho entusiasmo. Incluso Dante la miraba con admiración. Una admiración qué ni siquiera a mí me ha demostrado.
— ¿Qué les parecen?
— Son increíbles.
— Exelentes.
— Muy buenos. — Todos y cada uno de los presentes expresó algo positivo hacia dichos planos.
— Veo que todavía no están concluidos. — Ya que nadie resaltó ese punto quise hacerlo yo.
— Sólo le hace falta unos retoques. — Dijo ella.
— Opinare cuándo estén terminados. — Dije con decisión.
— Yo digo que festejemos. Vamos a comer. Yo invitó. — Johan tan bondadoso. Lo único que quería era estar con la estúpida de Sonia.
— No puedo. Un amigo me vista y saldré a comer con el. — Sonia lo rechazó de una forma amable. Cómo su tuviera educación esa tipa.
— Tú amigo puede unirse. — Sugerí. No creo que exista tal amigo.
— No creó que él quiera.
— ¿Y porqué no?, Sólo será una comida. — Quería hacerla quedar cómo la mentirosa que es.
— Bueno. Iré por el y los alcanzó en el restaurante.
— No tenemos problema en esperar. — Sonreí. Qué no piense que le daré tiempo de conseguir un actor falso.
— Bueno.
Minutos después.
Todos esperábamos. Yo estaba ansiosa por ver cómo justificaba la desaparición de su amigo imaginario.
Para mí sorpresa ella llegó tomada del brazo de un hombre muy atractivo. Parecía joven. Supongo que es de la edad de Sonia.
— El es Cristián.
¿Cristián.?, Hasta su nombre es bonito.
Dante lo miraba con recelo. Eso no me gustó. Desde el día del funeral noté que Sonia le interesa cómo mujer.
...Sonia....
Presenté a Cristián y después nos fuimos a comer.
— ¿Cristián verdad? — Preguntó Dante.
— Si.
— ¿A qué te dedicás? — ¿Y cómo porqué le interesa saber?
— Soy pintor.
— ¿Pintor? — Dijo con cierto desdén.
— Sus pinturas han ganado varios concursos internacionales. Deberían verlas, querrán comprarlas. — Tal vez exageré, pero no iba a permitir que lo menospreciara. Cristián me miró con cierto asombro. Yo le dediqué una sonrisa. Más tarde le explicaría mis mentiras.
— ¿Dónde se conocieron? — Qué chismosa es Sandra.
— En mi departamento.
— ¿En dónde? — Dante parecía incrédulo.
— En mi departamento. El y yo vivíamos juntos. — Dije sin pelos en la lengua.
— ¿Vivian juntos? — Todos mostraron cierto asombro.
— Así es.
— ¿Qué les ofrezco? — Un mesero interrumpió la conversación..
— Un whisky por favor. — Dijo Dante.
— ¿Vas a beber tan temprano? — Preguntó Sandra.
— Sólo es un trago.
— ¿A usted que les ofrezco? — Volvió a preguntar el mesero.
— Una limonada por favor. — Pronuncié. Cristián pidió lo mismo. La comida se volvió más seria después de decir que vivíamos juntos. Supongo que malinterpretaron lo que dije. Pero no pensaba aclarar nada.
...Cristián....
Me sorprendió lo que Sonia dijo. Siento que lo hizo para darle celos a Dante.
— Creó que no debiste hablar tan a la ligera.
— No entiendo.
— No debiste decir que vivíamos juntos.
— ¿Te molesta que lo haya dicho?
— No es que me moleste. Es que tal vez malinterpretaron las cosas.
— Yo no tengo la culpa de que tengan la mente sucia.
— Ja. — Reí sin ánimo.
— No te enojes. Mira que no dije ninguna mentira.
— ¿Porqué ser tan sincera?
— No se. Simplemente me salió y ya. — Me llevó a su casa.
— ¿Porqué me trajiste aquí?
— Porqué es mi casa.
— No viviré en tu casa.
— ¿Porqué no? Si no es la primera vez que vivimos juntos.
— Porqué...
— Lo que digas. Sólo entra y descansa. Eres mi invitado.
— No vine de vacaciones.
— ¿A qué viniste entonces?
— Bueno yo... — Yo vine a confesarte mi amor. ¿Se supone que debo decirle eso? — Vine porque estaba preocupado.
— Estoy bien. Admito que me pegó duro pero a mí hermano no le hubiera gustado verme triste. Así que no lo estaré.
...Sandra....
Llegué al departamento con Dante. El estaba un poco borracho.
— No entiendo porqué tomaste tanto. Se suponía que solo era una copa.
— Lo necesitaba.
— ¿Porqué? ¿Es por ella?
— No se de qué hablas.
— No quieras verme la cara de estúpida. Yo sé que te gusta Sonia.
— No digas tonterías.
— No son tonterías. ¿Crees que no me doy cuenta de cómo la mirás?, ¿De cómo te pusiste cuándo dijo que vivía con ese chico?
— Bien. Lo admito. Me gusta Sonia. Me gusta mucho. ¿Ya estás contenta?
— ¿Cómo puedes decirlo tan a la ligera?
— Porqué tú estás jodiendo. Si no me presionaras para decirlo yo no lo digo.
Preferí salir de su departamento. Escuchar eso me dolió más de lo que había imaginado.
Al día siguiente.
Sonia.
Llegué a la oficina de buen humor. Ya había pedido que me contraten una secretaria así que hoy la recibiría.
Lo que no imaginé es que mi secretaria sería mi mejor amiga.
— Ésto debe ser un chiste.
— Yo quisiera pero por desgracia no tuve más opción.
— Dime lo que pasó.
— Pues verás. Mis padres me congelaron las tarjetas.
— ¿Y yo que hice para que te mandarán a trabajar exactamente aquí?
— Ser mi mejor amiga.
— Pero tú ni siquiera sabes hacer café.
— No te preocupes. Aprenderé todo lo necesario. Sólo dame un mes. Después podrás despedirme.
— Tú no durarías ni dos días aquí. Odias que te den órdenes.
— Bueno tranquila. Todo se aprende. Por cierto ví a la víbora. Estaba de muy mal humor.
— ¿De qué estás hablando ahora?
— De Sandra. Estaba súper enojada. ¿Le hiciste algo?
— ¿Cómo podría? No me interesa hacerle nada. Ya suficiente sufrimiento le causé cuándo la separé de Dante. — Hablé con sarcasmo.
— Hay amiga. Lo bueno es que ya lo superaste. Esos cuatro años en Inglaterra no fueron en vano. — Me límite a sonreír.
— Espera. ¿No lo has superado? — De repente me miró con preocupación.
— No preguntes lo que ya sabes. — Está loca siempre malinterpreta mis expresiones.
— Okey me quedo tranquila.
— Ve y ponte a trabajar. Esa agenda no se va acomodar sola.
— Qué mandona.
— Soy tu jefa y creme que te haré la vida imposible para que renuncies lo más pronto posible.
— ¿Y te haces llamar mi mejor amiga?
— Porqué soy tu amiga lo hago. Deberías hacerle caso a tus padres. Deja a ese chico. No te conviene.
— Jamás. Dame órdenes todo lo que quieras. No voy a renunciar. Y menos voy a dejar a mi novio.
— ¿No eras tú la que me aconsejaba que dejará a Dante?
— Sonia. — Tomó mis hombros. — Ni tu ni yo somos las mismas de hace cuatro años.
En eso tenía razón. Ella antes pensaba con la cabeza y yo con el corazón. Ahora los papeles de invirtieron.
Sandra.
Llegué a mi oficina con un humor de la patada. Si viera a Sonia en éste momento le arrancaría los ojos.
— Buenos días tía. — Jorge entró.
— ¿Qué quieres?
— Qué humor. ¿Peleaste con el tío?
— Dime lo que tengas que decir y lárgate.
— Creó que si peleaste.
— Hablá o lárgate.
— Está bien. — Se sentó. — Quiero el 10% de tus acciones.
— ¿Estás bromeando?
— No. Será mejor que empieces los trámites. Te quiero tía. — Maldito niño manipulador. Suficientes problemas tengo y ahora me cae otro encima.