«Y que si el mundo está por derrumbarse y que si los seres humanos morirán, yo solo quiero proteger a mi familia y todo lo demás no importa. No importa si soy egoísta por eso».
«Si quieren ser salvados, busquen quien los salve porque yo no lo haré »...
Cuando menos lo esperas algo llega y pone de patas para arriba toda tu vida y en ese momento empiezas a pensar que debiste haber disfrutado cada momento de lo vivido en el pasado.
Nada es eterno, nada es para siempre.
Todo dura solo un instante.
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CAPÍTULO 19: ¿Leyenda o verdad?
—. El lugar se encuentra temporalmente cerrado.
—. ¡Oiga! Deténgase.
—. No puede pasar, ¿Acaso no vio el aviso?
Y tres hombres vestidos con ropas extrañas me interceptaron mirándome con una ligera expresión seria pero manteniendo su tono amable. Seguí caminando hacia ellos mientras pensaba en cómo hablar su idioma y sin darme cuenta las palabras fluyeron por sí solas.
—. A un lado, necesito ver a su líder.
—. Está cerrado señorita, por favor háganos caso y váyase.
—. Así es, váyase y no cause problemas. Nuestro jefe no la verá.
Se escuchó la voz de un hombre ya mayor viniendo en mi dirección, y una espada intentó atravesar mi estómago pero fuí lo suficiente rápida para esquivarla. Así que esos monjes intentaban hacer las cosas difíciles para mí, los demás se pusieron en posición de ataque. No, las cosas no iban a funcionar si aplicara violencia así que simplemente saqué un pedazo de madera según yo de mi bolsillo mostrándolo a los monjes quienes de inmediato se acercaron.
—. Esto es suficiente para que me dejen verlo, no vine para pelear. Vine por respuestas.
—. Es la ficha de nuestro protector.
¿Ficha? Bueno al parecer era algo de suma importancia después de todo, parecía un pedazo de madera de unos 8 centímetros de largo y 5 de ancho, aunque estaba hecho de oro y tenía inscrito algunas iniciales en él.
—. ¿De dónde salió?
Preguntó el otro monje que me miraba y yo solo recordé aquella noche en la que ví a ese demonio por primera y última vez.
—. ¿Qué es? ¿Un pedazo de madera? ¿Y que se supone que haré con esto?
—. No es solo eso, está hecho de oro.
Observé ese pedazo de madera pero mis ojos brillaron cuando habló de oro, podría venderlo y ganar dinero.
—. Ni lo pienses.
Aclaró el demonio mirándome con una expresión seria dándose cuenta de mis planes.
—. Esa madera como la llamas es tu única oportunidad para encontrar pistas y si la pierdes o la vendes, estarás perdida.
—. ¿Y cómo se supone que esta cosa me ayude?
Pregunté mirándolo luego mirando lo que tenía en manos.
—. No es cualquier cosa, es una ficha que asegurará tu pase para que puedas ver a esos monjes y hacer tus preguntas.
—. ¿Y cómo se supone que voy a encontrar a esos monjes de los cuales hablas?
—. Por eso irás a China y buscarás un libro en específico, lo leerás luego preguntarás.
—. Pero ¿Y si voy al lugar equivocado y enseño esta ficha a las personas equivocadas?
—. No lo harás, solo hay un lugar en donde deberás ir.
—. Pero…
—. La Era del fénix.
—. ¿Qué?
—. Cuando escuches esa palabra sabrás que estás yendo al lugar correcto.
Dí un largo suspiro de frustración mirando a aquellos monjes quienes bajaron la cabeza al escuchar la historia y de que su protector estaba muerto.
—. Así que él la envió.
—. No estoy segura pero lo único que me dijo es que si mostraba esto y esto ustedes estarían más que conformes.
Y al ver aparecer mi espada ellos quedaron con la boca abierta y rápidamente hicieron algo que yo tomé como una reverencia.
—. Regresó, nuestra señora regresó.
Levanté ligeramente una ceja mientras los miraba y negaba con la cabeza.
—. Yo solo quiero hablar con su líder, no hay necesidad de hacer tal cosa.
—. Ya la escucharon, rápido.
Se pararon como pudieron y me señalaron el camino mientras mantenían la cabeza abajo, después de caminar por los pasillos de aquel lugar muy agradable a mi parecer, me detuvieron en frente de una puerta.
—. Espere un momento.
Dicho eso los monjes desaparecieron dentro de esa puerta, luego de esperar unos minutos, aquella puerta fue abierta de par en par dejando ver un hermoso jardín al centro. Me señalaron que entrara y lo hice sin decir nada, caminé en dirección a ese jardín ya que era el único camino que podía tomar. Al llegar al lugar indicado observé a un hombre ya bastante mayor sentado en una silla de ruedas observando el estanque lleno de peces.
—. Así que usted es el dueño de este lugar y de estas personas.
Comenté observando el estanque con tranquilidad, aquel hombre soltó una pequeña carcajada.
—. Así que tú eres la chica que intentó entrar a la fuerza en mi casa y casi provoca el desmayo de mis discípulos.
Mencionó con un toque de sarcasmo, me giré para mirarlo.
—. Yo solo vine por respuestas, dígame si usted puede darme lo que busco.
Y mi espada volvió a aparecer apuntando hacia él quien solo soltó otra carcajada.
—. Entraste a mi casa y ahora intentas atacarme. Interesante, todo lo que esperaba de nuestra general. Sin duda una chica que no se deja intimidar.
—. Déjese de tonterías y cuentos, responda o me veré en la necesidad de eliminarlos.
—. ¿Por qué harías tal cosa?
—. Me estoy jugando la vida y la de mi familia al presentarme en este lugar, si usted no tiene lo que necesito no tengo porqué quedarme perdiendo el tiempo.
Y por fin giró la cabeza mirándome con una expresión seria pero claramente le divertía esa situación.
—. Antes de dar una amenaza deberías saber con quién estás tratando pequeña.
—. Sea quién sea, no tendré piedad.
Contesté con un tono seco y frío aún apuntándole con la espada.
—. Soy el último descendiente que queda de la familia Feng.
Abrí mis ojos como platos al escuchar aquella declaración, ¿Familia Feng? ¿Cómo era posible? ¿No era solo una leyenda? Bajé mi espada mientras esperaba que me dijera que era una broma pero su expresión se mantuvo serena y sin ninguna pizca de diversión.
—. ¿Es broma?
—. ¿Crees que lo sea?
—. Pero lo de la familia Feng no es más que una leyenda.
—. ¿Cómo estás segura de eso?
Y me quedé sin palabras, pero aún así era imposible o al menos para mí y una pregunta rondó por mi cabeza: ¿Cuántas vidas he vivido?
—. De cierto modo mi sangre no es del cien por ciento sangre de la familia Real pero aún así soy el último descendiente.
—. ¿Eso quiere decir que es el último que conoce la historia real de la Era del fénix?
—. Todo lo que está escrito es verdad, no hay ninguna pizca de mentira en ella.
—. ¿Cómo está tan seguro de eso?
—. Porque lo sé, aunque hay algo que no es correcto.
Lo observé esperando que siguiera hablando mientras mi espada desaparecía.
—. Nadie escribió que la vuelta de la elegida.
—. ¿A qué se refiere con eso?
—. Quiero decir que escribieron los grandes logros de mi antepasada pero no escribieron la profecía que venía junto a ella al nacer.
—. ¿Una profecía?
—. La profecía decía que después de la muerte ella resurgirá como un fénix entre las cenizas pero con más poder para derrotar las fuerzas del mal y será coronada como el Dios del mundo.
—. Suena algo estúpido.
Comenté cruzada de brazos mirando al anciano.
—. La mitad de la profecía se está cumpliendo ¿Acaso no te das cuenta?
—. Solo me estoy dando cuenta que al parecer vine al lugar equivocado, ¿Qué tiene que ver esa historia conmigo? Yo vine en busca de la verdad.
Y volvió a soltar otra carcajada mirándome.
—. ¿Y qué es la verdad para ti? ¿Qué es lo que buscas exactamente? Te estoy dando pistas y aún así no te das cuenta.
—. ¿Darme cuenta? ¿Quiere que le diga que esa profecía habla sobre mí y que yo ya he vivido una vida antes?
—. Vaya, pero que inteligente de su parte pensar así señorita.
—. Suena algo descabellado.