Desconocido

Cuando Rocío abrió los ojos, vio la cabaña y la reconoció enseguida. Se sintio avergonzada, confundida, molesta y herida.Se quedó por unos minutos intentando organizar sus pensamientos. No sabía qué pensar de Dante.

- ¿Eres tú, el hombre que estuvo conmigo aquella noche?

- Si, pero no sabía como decirte, no pensaba decirte nada, ya que cuando nos vimos, tenía presente el trabajo. No queria hacerte daño y decírtelo sería difícil para ti. Aun así quería que los supieras.

- No sé que decirte, me siento tonta y avergonzada.

- Yo te conozco, me gusta pasar tiempo contigo y no podía decírtelo con palabras y traerte aquí pienso que fue lo mejor.

- Estás equivocado, en el primer momento que te consideré un amigo, debiste contármelo.

- No creí que las cosas entre tú y yo, fueran a ser distintas. Jefe, secretaria.

- Entonces tuviste tantas oportunidades para decirme. Quiero irme a mi casa, pero no quiero que seas tú el que me lleve.

- No te preocupes, un taxi viene en camino.

Rocío no quería mirar a Dante, y eso le partía el corazón.

En menos de minutos, ya había un taxi, esperado a Rocío. Se subió al taxi y se marchó, dejándolo atrás.

Dante le escribió un mensaje a Rocío a su teléfono.

" Espero que no dejes de trabajar para la empresa, eres una buena trabajadora. No te preocupes desde mañana la ubicación de tu oficina será en otro lugar. Jean recogerá cualquier documento y te llevará cualquiera que necesites. Lo siento por no decirte las cosas, la verdad es que me gustas muchísimo, mi corazón tiembla por ti, pero no quiero hacerte sentir incómoda, ni que pienses que dejar el trabajo sea la solución. Yo mismo me aislaré para no molestar. Puede tomarte la semana completa"

Rocío cerro el teléfono y se dirigió a la casa de su madre. Cuando llego entro rápidamente por la puerta y se fue a su cuarto con lágrimas en los ojos.

- ¿Qué le sucede a mi bebé? ¿Te duele algo?

- No me duele nada, solo quiero quedarme un rato a solas.

La madre de Rocío, entendió y la dejo estar a solas. Mientras Rocío sollozaba en su cuarto, la señora Victoria le cocinaba su comida favorita. Sabía que eso le calmaría su dolor. Rocío ese día paso encerrada en su cuarto. Cuando llego la tarde, se levantó, lavo su cara y se sentó a la mesa. Donde su madre le sirvió un guiso de pescado. Rocío empezó a comer el guiso qué le había preparado su madre.

Empezó a verse más relajada y serena.

- ¿Te gusta?

- Sí, me gusta demasiado.

No se refería precisamente de la comida.

- ¿Entonces que te molesta?

- La mentira

- Debes ver todas las perspectivas. No te bases solo en la tuya. ¿Tiene él la culpa de todo? ¿Cómo te sentirías si estuvieras en su posición?

Rocío se quedó pensativa, mientras se comía su guiso. Sabía que su madre tenía razón, pero era difícil ponerse en la postura de otra persona. Así que decidió tomarse su tiempo para poder pensar con calma.