Un mundo fantástico, lleno de seres que jamás creíste poder ver, a excepción de los libros, las películas y relatos. Ahora has llegado a este sitio, donde no solo puedes verlos, tocarlos y hablar con ellos, sino que estás dentro del cuerpo de uno de ellos.
Mi nombre es Dagny y está es mi historia. Entré al cuerpo de un ser místico y mágico, nunca entendí por qué, pero no pude tener mejor suerte que esta, al amar todo tipo de historias de fantasía, intentaré vivir bien y vivir feliz.
¿Podré hacerlo?, ¿Tendré dificultades como en el pasado?, ¿Deberé cambiar mi forma de ser para que me acepten?
Sigue mi historia y entérate del final.
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Proceso.
Aprovechando que Dagny ya estaba inconsciente, Neferet comenzó a recitar las palabras antiguas de Athel. Al estar en tierra sagrada, era más fácil para ella poder llevar a cabo este proceso, incluso sola.
Las estatuas cobraron conciencia, en el mismo lugar en donde se encontraba ahora Dagny, una sala en su totalidad blanca, solo se veía rodeada de aquellos dragones que antes vio en el salón del templo.
—Dime mujer, ¿por qué osas poner tu vida en peligro para ser un dragón?— una voz poderosa y muy grave, cuestionó. Venía de uno de los dragones.
—Son seres majestuosos y muy poderosos, además, siempre los he admirado y amado, por eso quiero ser uno de ellos. También, la reina me acaba de adoptar como su hija, pero no quiero que nadie me vea diferente y esto recaiga en ella, lo que menos quiero es decepcionarlos— la seguridad de sus palabras decayó con lo último que dijo.
—Mi descendiente es muy fuerte, ¿acaso no lo sabes?— de entre los dragones, se encontraba uno color rojo, aquel que hizo la pregunta.
—Yo lo sé, se que es la mujer más buena y fuerte que pude haber conocido, pero si existe la manera de hacer que ella no tenga que sufrir por lo que dirán de mi, haré lo que sea necesario— afirmó, está vez con una voz más clara y segura.
—¿Qué piensas tú Perl?— sin haberse percatado, en la sala también había aparecido un pequeño dragón color azulado claro, tenía toques de blanco y azul por todo el cuerpo.
—Cualquiera que me quiera llevar de nuevo a la vida, está bien para mí. Si debo unir mi corazón con una elfa para hacer que se convierta en uno de nosotros, para mí es preferible que matarla justo aquí y ahora—
Hablaba telepáticamente, pero todos pudieron escucharla, incluida Dagny, que al principio sintió un ligero dolor de cabeza.
—¿Por qué querría matarme?, no nos conocemos de ningún lado— estaba confundida.
—Ella fue traicionada por un elfo que la enamoró, por eso terminó suspendida, solo quiere algo de venganza y contigo la tendría— respondió alguien más.
—Perl ¿cierto?, bueno te aconsejo que te formes en la fila de los que me odia y se quieren vengar de mi solo por ser una elfa. Al parecer les cuesta mucho comprender que no por ser de su raza, soy como ellos, alguien que no puede perdonar y dejar el pasado atrás, creo que solo vivirá con rencor y amargura toda su vida— aunque no lo demostraba, a ella realmente le dolía ese trato.
—No todos te odian, por ejemplo los reyes te quieren mucho y también está aquel que te aceptó como hija de los reyes— aclaró el más anciano de los dragones.
Dagny podía comprender a lo que se refería, se dejaba llevar por las personas que no la querían y al final era más importante que viera quien si la quería a pesar de todo, al menos esas personas no la juzgaban por ser una elfa, sino que veían en ella a quien realmente era de corazón.
—Entiendo excelencia, me disculpo por mi arrebato— hizo una reverencia.
—Entonces Perl, ¿la vas a aceptar o no?— la pequeña dragona se había quedado en silencio por un buen rato.
—Lo haré, Dagny Tudor, puedes tomar mi corazón, si es que soportas mi magia— enseguida desprendió un aura muy fuerte, tan poderosa que se sentía la presión en el pecho.
Aunque no lo pareciera, esa era la manera más rápida de tomar el corazón de un dragón en suspensión, por eso, si Dagny soportaba tal presión, podría concluir con el proceso mucho más rápido, pero en cambio, Perl lo hacía para ver si de verdad valía la pena, compartir el resto de su vida con alguien cuya raza odiaba muy profundamente.
La presión era tanta que Dagny comenzó a tirar sangre por la boca y pasados unos minutos, también de la nariz.
—¡Perl detente!, la vas a matar— gritó el gran y poderoso anciano.
—Ella quería mi poder, solo le estoy dando lo que pidió— no se veía ni pizca de remordimiento a lo que estaba haciendo.
—Que continúe, si eso sacia su venganza, que lo haga. Aún así, el dolor en tu corazón va a seguir— a pesar de lo que estaba sintiendo, Dagny sonrió, mostrando una sonrisa roja, por la sangre que estaba derramando su cuerpo.
Mientras tanto, en el salón del templo, Neferet veía como Dagny prácticamente se estaba desangrando por el proceso.
—¿Qué haces, por qué no la ayudas?—
Aquel hombre enmascarado había llegado a las tierras sagradas, no se pudo aguantar las ganas de ver cómo se encontraba la mujer que tanto amaba.
—Me disculpo, pero utilicé toda mi magia para abrir el portal a Heavenly land, ¿usted podría ayudarme?— casi suplicó, tenía miedo por la imagen que estaba frente a sus ojos.
Para Hope no fue mejor, pues el ver de esa manera a Dagny, solo le partió el corazón y quiso tomar su lugar, pero no podía.
Al ser el gran anciano, portador de la palabra ancestral, contenía magia suficiente para poder ayudar y con una pequeña transición, dejó que su magia emanara al cuerpo de Dagny, para esto se sentó frente a ella y tocando sus manos, dejó fluir su magia al cuerpo contrario.
—»No te perderé, no otra vez«— se aferraba al cuerpo de Dagny, poco a poco se pudo ver como mejoró su estado.
—Vaya, veo que tienes a alguien que cuida de ti— se molestó al sentir la fuerte magia proveniente de Dagny, de un momento a otro.
—Entonces continúa— ella solo sonrió y la instó a seguir, cosa que por supuesto Perl, no iba a dejar de hacer.
Al ser magia de hielo, incluía agua y aire, también el frío comenzó a ser insoportable, las manos de Dagny se comenzaron a helar y posteriormente su cuerpo se quedó estático.
En el salón, Hope podía sentir la temperatura de Dagny, por eso en cuestión de segundos, se quitó la capa y la puso sobre ella, lo estaban haciendo bien, todo estaba a punto de terminar, era el último paso.
—»No te rindas mariposa, no te rindas«— se acercó al oído de Dagny y le susurró eso. La palabra que utilizaba para hablarle con cariño a su esposa.