En la turbulenta Inglaterra medieval, Lady Isabella de Worthington, una mujer de espíritu indomable y belleza inigualable, descubre la infidelidad de su marido, Lord Geoffrey. En una época donde las mujeres tienen pocas opciones, Isabella toma la valiente decisión de pedir el divorcio, algo prácticamente inaudito en su tiempo. Gracias a la ley de la región que otorga beneficios a la parte agraviada, Isabella logra quedarse con la mayoría de las propiedades y acciones de su exmarido.Liberada de las ataduras de un matrimonio infeliz, Isabella canaliza su energía y recursos en abrir su propia boutique en el corazón de Londres, un lugar donde las mujeres pueden encontrar los más exquisitos vestidos y accesorios. Su tienda rápidamente se convierte en el lugar de moda, atrayendo a la nobleza y a la realeza.
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Despedida de soltera
Era el día de la despedida de soltera de Isabella, y sus amigas estaban decididas a hacer de este evento un recuerdo inolvidable. La invitación había sido extendida a sus más cercanas amigas y compañeras de la corte, quienes habían llegado con entusiasmo y alegría para celebrar su próximo matrimonio con Alexander. La mezcla de emociones era palpable: excitación, felicidad y un ligero aire de nostalgia por la vida de soltera que estaba a punto de dejar atrás.
A medida que las horas avanzaban, Isabella se sintió rodeada de amor y apoyo. Las risas y los gritos de sus amigas llenaban el aire, y cada detalle de la celebración parecía estar cuidadosamente pensado para honrar su nuevo camino.
Con una copa de vino en la mano, Isabella se dirigió a sus amigas que estaban sentadas en círculo, charlando animadamente. Sus ojos brillaban con alegría, y su sonrisa era contagiosa. Al levantarse para hablar, el murmullo de la conversación se apagó, y todas las miradas se centraron en ella.
—Quiero agradecerles a todas por estar aquí hoy. —comenzó Isabella, sintiendo una ola de emoción recorrerla—. Cada una de ustedes ha sido parte de mi viaje, y no puedo imaginar esta celebración sin ustedes.
—¡Viva la novia! —gritó Clara, una de sus amigas más cercanas, levantando su copa en un brindis. Las demás la siguieron, alzando sus copas y uniéndose al grito.
—¡Viva la novia! —exclamaron al unísono, llenando la habitación con su entusiasmo.
El ambiente se iluminó con risas y abrazos, e Isabella sintió su corazón rebosar de felicidad. Después de brindar, Clara tomó la palabra, su expresión traviesa presagiaba algo divertido.
—Bien, antes de que nos sumerjamos en el vino y las risas, tenemos algunos juegos preparados para celebrar tu despedida de soltera. ¡Vamos a divertirnos un poco!
Isabella se rió, sintiendo un cosquilleo de emoción. Clara era conocida por ser la instigadora de todos los eventos sociales, y aunque la idea de juegos la hizo sentir un poco nerviosa, también la entusiasmó. Era el momento perfecto para relajar un poco la mente y disfrutar con sus amigas.
El primer juego fue un concurso de trivia sobre Isabella y Alexander. Clara había recopilado datos divertidos y curiosidades sobre su relación, y las amigas se turnaron para responder preguntas. Las risas no tardaron en llegar, mientras algunas de sus amigas compartían anécdotas que incluso Isabella había olvidado.
—¿Qué fue lo primero que le dijiste a Alexander cuando lo volviste a ver después de tantos años? —preguntó Clara, sonriendo.
Isabella se sonrojó, recordando el primer encuentro después de su separación.
—Siendo sincera no lo reconocí de inmediato—respondió, provocando risas de todas.
Mientras el juego continuaba, la alegría era contagiosa. Isabella se sintió inmensamente agradecida por tener a su lado a un grupo de mujeres tan solidario y amoroso. Era un recordatorio de que, a pesar de las adversidades pasadas, siempre había espacio para la felicidad y la amistad.
Después de varias rondas de trivia, el ambiente se tornó aún más animado. Clara propuso un juego de “verdad o reto”, que generó risas y un poco de nerviosismo entre las participantes.
—Isabella, como es tu despedida de soltera, te toca elegir primero. —dijo Clara con una sonrisa traviesa.
Isabella pensó por un momento, disfrutando de la atención de sus amigas.
—Verdad. —dijo finalmente, sintiendo la emoción en el aire.
—¿Cuál es el secreto más grande que guardas sobre tu relación con Alexander? —preguntó Clara, su tono burlón hacía que todas se rieran.
Isabella se sonrojó, pero no podía evitar sonreír mientras pensaba en su respuesta. Había un par de cosas que había mantenido en secreto, y una en particular parecía adecuada para compartir.
—Bueno… —comenzó—. Una vez, cuando éramos niños, Alexander me prometió que siempre me protegería. No sabía cuánto significaría eso en nuestra vida adulta, pero hay algo en esa promesa que siempre me ha hecho sentir segura con él.
Un susurro de asombro recorrió el círculo, y sus amigas sonrieron, conmovidas por la sinceridad de Isabella.
—Eso es tan dulce. —dijo una de sus amigas—. ¡Estás destinada a estar con él!
La ronda continuó, y las revelaciones se volvieron cada vez más hilarantes. Risas y anécdotas llenaban la habitación mientras cada mujer compartía un secreto o un reto. Finalmente, fue el turno de Clara.
—¡Isabella, tienes que retar a alguien! —dijo Clara, mientras los ojos de todas se dirigían a ella.
Isabella miró a su alrededor, su mente giraba en torno a las posibilidades. Finalmente, se detuvo en Clara, sabiendo que siempre estaba lista para un desafío.
—Clara, te reto a hacer un brindis al estilo de un poeta. ¡Hazlo! —exclamó Isabella, riendo al ver la sorpresa en la cara de Clara.
Las demás mujeres comenzaron a animarla, y Clara, con una sonrisa desafiante, se levantó y comenzó a improvisar un brindis, lleno de metáforas divertidas y alegorías que hicieron que todos estallaran en carcajadas.
La tarde avanzó, y las conversaciones se volvieron más profundas. Las mujeres compartieron sus propios deseos, anhelos y experiencias sobre el amor, la amistad y la vida. Isabella sintió que el ambiente se volvía más íntimo, y a medida que la noche se acercaba, un sentimiento de gratitud la invadía.
Finalmente, Clara se levantó nuevamente, sosteniendo su copa.
—Chicas, antes de que el vino nos lleve a un estado de euforia total, quiero hacer un brindis. —dijo, capturando la atención de todas—. Por Isabella, por su nueva vida, y por el amor que la rodea. Que siempre encuentres felicidad, amor y amistad en cada paso que des.
—¡Viva Isabella! —gritaron todas, alzando sus copas en un brindis ruidoso.
Mientras Isabella levantaba su copa, sintió una mezcla de alegría y melancolía. A su alrededor, sus amigas la apoyaban, y esa conexión era lo que más valoraba.
Después de un rato más de risas, música y baile, el ambiente se suavizó. Las luces parpadeantes de la boutique creaban un ambiente mágico, y el vino había relajado aún más a todos.
Isabella se apartó un poco, buscando un momento para reflexionar. Se encontró en un rincón del jardín, observando las estrellas que comenzaban a brillar en el cielo nocturno. Sentía una sensación de paz al mirar hacia el futuro.
—¿Te encuentras bien? —preguntó una voz familiar detrás de ella. Era Clara, quien se acercó con una sonrisa.
—Sí, solo estaba pensando en lo afortunada que soy. —respondió Isabella, sintiendo un nudo en la garganta—. He pasado por tanto, y ahora tengo a Alexander y a todas ustedes en mi vida.
—Y te lo mereces, amiga. —dijo Clara, rodeándola con un brazo—. Has luchado, y ahora es tu momento de brillar. ¡No dejes que nada te detenga!
Isabella sonrió, agradecida por la amistad inquebrantable que la rodeaba. Mientras las risas y la música continuaban, se dio cuenta de que cada paso que había tomado la había llevado a ese momento.