Tras el entierro de su hermano mayor, Kate busca cumplir su sueño de ser doctora en una sociedad que la desafía por ser mujer. En su camino se cruza con Keith, quien busca respuestas sobre el hermano de Kate. A medida que crece la atracción entre ellos, deberán enfrentar los obstáculos de un pasado que los une de manera inesperada desafiando su futuro juntos.
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UN RECUERDO (parte 1)
Esa mañana, el sonido de la puerta al abrirse cortó el aire tenso que se había acumulado durante la noche. El doctor Wren entró con paso firme, los estudiantes nos pusimos de pie rápidamente, mostrando respeto ante su presencia.
El doctor Wren, con una mirada que barría la sala como un rayo, se dirigió a nosotros con un tono que denotaba desdén.
—Buenos días, estudiantes. Veo que faltan algunos miembros del grupo de enfermería. ¿Qué pasó?
Octavio se adelantó poniéndose de pie, su voz cargada de una falsa solemnidad.
—Lamentablemente, doctor Wren, la enfermera de nuestro grupo, decidió abandonar el examen.
Mario, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, asintió.
—Lo mismo sucedió con el segundo grupo, doctor Wren.
El rostro del doctor Wren se tornó severo, frunciendo el ceño mostrando su molestia.
—¡Bah! No me sorprende. Si no tienen la determinación para seguir adelante, mejor que se vayan. Ahora, espero que los restantes estén preparados para asumir la responsabilidad.
Octavio y su grupo, intercambiaron miradas de burla.
—Suponemos que decidieron seguir otro camino en sus estudios. —dijo Octavio con una sonrisa sardónica.
Marian, visiblemente afectada, susurró:
—Elena y Blanca… desertaron.
El doctor Wren hizo un gesto impaciente con la mano.
—Tomen asiento.
Sujeté la mano de Marian con suavidad, un gesto de apoyo en medio de la tormenta. Ella me miró con gratitud. Nos sentamos, y el corazón me latía con fuerza mientras el doctor Wren tomaba su lugar en la silla, su mirada como un implacable faro de juicio.
—Ahora díganme, ¿qué medicinas son las correctas para tratar a los pacientes?
Las palabras del doctor Wren flotaron en el aire, cargadas de un desafío que resonó en nuestros nervios. El silencio en la sala era denso, solo roto por el sonido de nuestras respiraciones y el crujido de las sillas al ajustar nuestros asientos.
—El primer paciente tiene anemia ferropénica. —habló Octavio, poniéndose de pie en representación del primer grupo— Proponemos el uso de Ferrohert con una combinación de ortiga y raíz de Bardana, ayudará a aumentar los niveles de hierro en la sangre.—Ferrohert también ayudará a abordar los síntomas de fatiga y debilidad del primer paciente. —agrega Eduardo del segundo grupo—. En cambio, para el segundo paciente recomendamos Artikam mezclado con cúrcuma, jengibre y Boswellia para reducir la inflamación articular y aliviar el dolor, ya que el segundo paciente tiene artritis reumatoide.
—Y para el tercer paciente, —concluye Martín del primer grupo junto a Mario— la tercera paciente tiene agotamiento físico y nervioso, proponemos Vithern en una infusión de valeriana y Pasiflora para calmar el estrés y restaurar la vitalidad.
—¿Ustedes también piensan igual? —nos pregunta el doctor Wren al notar que no hemos dicho ni una palabra.
Rompo el silencio poniéndome de pie indicando mi punto de vista antes que Henry.
—El primer paciente tiene fatiga, debilidad y la piel pálida. Sin embargo, también tiene hinchazón abdominal y una pequeña deformación ósea facial que puede engañar al tacto, sino se revisa con cuidado.
Octavio y su grupo de amigos se sorprenden con lo que dije, provocando que todos ellos voltearan a verme.
—Además, también tiene la orina oscura. —continué explicando y el doctor Wren no me aparta la vista en ningún momento—. Con los síntomas mencionados deducimos que el primer paciente tiene talasemia y recomendamos...
—¡No sabes lo que estás diciendo! —exclama Octavio con furia— ¡El primer paciente tiene anemia ferropénica y Ferrohert…!
El doctor Wren lo hace callar y me pide que explique la medicina.
—Al tener talasemia, la mejor medicina para él es Verdantia. —concluí.
Según el libro que mi hermano me regaló, esta planta es como una enredadera de hojas espirales que se enrosca alrededor de los troncos de los árboles y crecen muy arriba por las colinas. Es muy difícil de conseguir, ya que es única y hay que tener mucho cuidado en cortarla y preparar la medicina, sus resultados siempre son efectivos.
—Las hojas de la Verdantia aumentan la producción de glóbulos rojos y mejorarán la circulación del paciente, ya que la talasemia es hereditaria. —continué explicando y el doctor Wren asentía estando de acuerdo con mis palabras—. El paciente debe tomarla cuanto antes, así como sus tres hijos menores para que no tengan problemas en un futuro.
—¿Hijos? —pregunta Martín desconcertado por lo que yo digo.
—El primer paciente tiene tres hijos menores entre los siete y seis años, ellos deben tomarla en pequeñas cantidades… durante el resto de su vida. Su padre presenta un caso leve y se puede controlar. Ese es el diagnóstico doctor. —concluí y tomé asiento.
El doctor Wren desvía su mirada de mí y le da el pase a Henry.
—En cuanto a la supuesta artritis reumatoide, —explica Henry, poniéndose de pie— deducimos que se trata de osteoartritis, una condición degenerativa de las articulaciones causada por el desgaste del cartílago.
—El segundo paciente tiene rigidez matutina y la inflamación son síntomas clásicos de la artritis reumatoide como los dolores que tiene. —se queja Eduardo.
—En el pasado, el segundo paciente pertenecía a la plebe… —dijo Henry.
—¿Y eso que tiene que ver? —vuelve a quejarse Eduardo.
El doctor Wren le lanza una mirada amenazante para que guarde silencio y no interrumpa a Henry.
—Bueno, el segundo paciente, comentó que realizaba trabajo pesado durante su juventud y adultez temprana. Llevaba una vida activa y laboriosa, dedicándose a su trabajo sin descanso. Sin embargo, con el paso de los años y al entrar en sus cincuentas, comenzó a experimentar molestias en las articulaciones y rigidez, especialmente después de realizar actividades físicas.
El doctor Wren asentía a medida que Henry explicaba tal como lo hizo conmigo.
—La osteoartritis, una forma común de artritis, se ha desarrollado gradualmente en este paciente debido al desgaste crónico de las articulaciones a lo largo de su vida. —continuó explicando Henry, acomodándose los lentes— Las actividades repetitivas y el uso constante de ciertas articulaciones, combinados con el proceso natural de envejecimiento, han contribuido al deterioro del cartílago en el paciente, dando lugar a los síntomas característicos de la osteoartritis.
—Pero… —susurra Mario, luego agacha la cabeza al recibir una mirada del doctor Wren.
—La medicina para el paciente es Jointgard, una crema analgésica que proporciona alivio rápido del dolor y la inflamación en las articulaciones afectadas por la osteoartritis y también deberá de beber té de Boswellia o té de canela y miel. Ese es el diagnóstico doctor. —concluye Henry.
Marian se pone de pie enseguida y explica el último caso tratando de alzar la voz, ya que suele acostumbrar hablar bajito.
—La tercera paciente es una mujer joven y lo que tiene es depresión como resultado de haber perdido a su esposo y enfrentarse a la situación de ser viuda y sin hijos. —suspira un poco y para seguir hablando aprieta los puños para darse fuerza a sí misma—. La falta de una red de apoyo sólida y el enfrentarse a la vida como viuda a una edad relativamente joven son factores que han contribuido al desarrollo de la depresión en esta paciente.
—Tonterías. —indica Octavio quejándose otra vez, pero en voz baja.
—Ha presentado síntomas que incluyen fatiga, debilidad, dolores de cabeza y problemas digestivos, que podrían ser malinterpretados como signos de agotamiento físico y nervioso. —explica Marian— Sin embargo, estos síntomas son más profundos y están relacionados con el estado emocional y mental de la paciente. Se recomienda suministrarle Hermaniel así como extracto de flor de saúco que ayudarán a reducir la ansiedad y mejorar su estado de ánimo.
—Doctor… ——intentan intervenir Octavio y sus amigos, sus voces llenas de desespero.
—Silencio. —ordena el doctor Wren, su tono firme, como una sentencia. Luego, sus ojos se fijan en nosotros, desafiándonos— ¿Cómo lo supieron?
Henry se adelanta y se pone de pie para poder responder.
—Al principio estábamos considerando las mismas enfermedades que los otros equipos. Sin embargo, decidimos volver a visitar a los pacientes durante la noche.
El doctor Wren frunce el ceño, su mirada inquisitiva se posa sobre él.
—¿Por qué? —pregunta el doctor Wren.
—Fue porque Kate… —Henry se vuelve hacia mí, el peso de la explicación recayendo sobre mis hombros— Recordó que el primer paciente mencionó algo sobre su madre, así que quisimos asegurarnos de esa pista. Dado que podíamos visitar a los pacientes cuando quisiéramos, descubrimos que no era anemia ferropénica, sino talasemia, lo cual confirmamos mediante preguntas específicas sobre su historial familiar.
—Al descubrir esto, —intervine— hablamos nuevamente con el segundo y la tercera paciente, realizando muchas más preguntas y así averiguamos que es lo que en realidad tenían.
Marian, con una expresión de determinación, asiente.
—Sí. También ajustamos nuestros diagnósticos en función de las respuestas obtenidas y la información adicional que obtuvimos.