Lo Nuestro: Un Amor Inevitable

La noche paso más tranquila para Anyel, ya estaba seguro de su decisión y feliz de tener el apoyo de toda su familia y amigos. El Sol brillaba para todos, dando un buen inicio del día, para Elisa y sus compañeros secar el sudor que bajaba por su frente, ese día sería muy especial y lleno de mucha presión para todos los estudiantes. Estaban por recibir la mejor noticia que pudieran esperar y que los llevaría a exigirse a ellos mismos.

—Buenos días, como ya saben, ayer no fue posible continuar con la sorpresa que les tenemos. Pero ya todo está listo, para que reciban a alguien muy importante....— la profesora hizo una pausa, con una sonrisa nerviosa.

— Denle la bienvenida a la pianista ¡Eve Rosario!— exclamó la mujer igual de emocionada.

Elisa no pudo moverse, sus lágrimas salían sin mucho esfuerzo, su corazón latía muy fuerte y sus manos temblaban. No creía aún, que frente a ella estaba su ídolo, su mayor inspiración. María le tocó moverla varias veces para qué reaccionará y acercarse a saludar como todos los demás.

—No lo creo aún, ¿puedes darme un golpe?— susurró Elisa, María fue más allá y le dio un apretón.

—¡Aaah!— exclamó Elisa llamando la atención de todos.

—Me alegra saber que están muy felices de verme, yo igual, estoy igual o más emocionada que ustedes— hablo Eve, acercándose a Elisa.

—¡Es un sueño para mí tenerla frente a mí, no sabe cuánto soñé esto!— Expresó Elisa con tanta emoción que no podía ni hablar. Eve se acercó y la abrazo.

—Espero mi presencia los llené de energía para trabajar mucho, mi visita no es solo para regalarles fotos y autógrafos— bromo Eve. Aunque hablaba muy en serio.

—Me quedaré con ustedes por un mes— los gritos de alegría de todos interrumpieron a Eve.

—Eso no es todo— interrumpió su alegría.

—Estaré haciendo un tipo de competencia, los dos que logren pasar mis pruebas durante este mes, los llevaré a mi escuela de música, donde tendrán la oportunidad de participar en mis próximos conciertos, no les diré cuando, solo deben trabajar duro— todos gritaban de emoción, casi se desmayaban de la impresión.

—Si usted solo toca el piano, ¿cómo participaremos nosotros?— preguntó Thiago, un argentino que soñaba ser un gran violinista.

—Buena pregunta— respondió Eve.

—Mis próximos conciertos, será incluido la melodía del violín y para eso quiero nuevos talentos— eso emocionó a todos los chicos.

No podían con tantas noticias juntas, la emoción no los dejaría dormir por muchos días y Elisa necesitaba llegar rápido a su habitación y contarles a todos la gran noticia que había recibido, mandarles las fotos que se tomó con su ídolo, su corazón latía tan fuerte que ya le dolía.

Llegó a su habitación y lanzó su bolso a la cama, saco su móvil y llamo a su madre, ella era la merecedora de ser la primera, lloro tanto contándole lo que había vivido, de la misma manera lo hizo con sus amigos, dejando a Anyel al final. No porque fuera el menos importante, solo necesitaba alargar más su conversación, escuchar lo feliz que era él, viéndola Feliz.

—Me imagino que me dejaste de último— reclamó Anyel haciéndose el molesto.

—No seas así, te dejé al final por qué tardamos mucho en hablar— confesó Elisa con un puchero.

—Así que hablo mucho— continuo Anyel haciéndose el ofendido.

—¡Anyel Milan!, no seas así, solo quiero...—

—Solo trato de no llorar contigo — interrumpió Anyel.

—Sigo teniendo el nudo en la garganta, verte feliz, me hace feliz, me provoca ir a Argentina y darte un beso— Elisa sonrió con sus ojos aguados y porque no, sonrojada de solo recordar su último beso.

Como ella dijo, no fueron solo minutos los que pasaron hablando, no sabía que tanto tiempo tendría para hablar con todos, desde el día siguiente, sus clases debían ser el doble y sus ganas de estar al lado de Eve en un concierto la haría olvidar muchas cosas.