Ellas eran muy buenas amigas, ambas se conocieron en un set, ellas querían llegar a ser actrices de telenovelas, y ¿por qué no?, actuar en alguna película.
Pero el destino les tenía preparada una jugarreta, que nadie se esperaba. Esta historia es completamente sacada de mi imaginación, de modo que todos los personajes, pasajes y nombres, son totalmente ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
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Sorprendidos "in fraganti".
Varios días después, los doctores le dijeron que habían vencido el cáncer.
Kimberly se sentía feliz dentro de lo que cabe.
Noé fue a recogerla al hospital, ¿cómo está nuestra hija?
Muy bien, tu madre la está cuidando muy bien. En cuanto lleguemos a la casa, te acuestas a descansar. Dejarás pasar la dieta antes de regresar al programa.
Pero amor, ya me siento bien.
Sí, pero es mejor que te cuides. Menos mal que el cáncer ha desaparecido.
Gracias a Dios.
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Amor, creo que estoy embarazada de nuevo.
Pero si Mía tiene apenas cinco meses. ¿Por qué no te tomaste las pastillas?
Perdón, se me olvidó, pero me operaré para ya no embarazarme de vuelta.
Está bien, amor, perdóname, todos nuestros hijos serán bienvenidos.
Kimberly sentía que su esposo había cambiado, ahora le demostraba su amor todo el tiempo. Mientras fuera así, a ella no le importaba.
Vamos a festejar que pronto me darás otro hijo. No sabes lo feliz que me haces.
Esa noche Noé fue con su esposa a comer al mejor restaurante de la ciudad.
De pronto el celular de él empezó a sonar, él vio la pantalla, "Itatí"; Noé lo apagó sin contestar.
¿Por qué lo apagas? ¿No vas a contestar?
Por hoy no quiero trabajo. Estoy contigo. Ah, les dije a los meseros que estamos festejando que pronto me darás otro hijo.
Gracias, amor, te amo demasiado.
Noé no contestó, decidió comer en silencio.
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Noé no puede hacerme esto, pero en cuanto lo vea me va a escuchar. Itatí estaba que echaba chispas de lo enojada que estaba.
No puede abandonarme así como así. Ya me falta poco para dar a luz en cuanto eso suceda, ya no te me vas a escapar, Noé.
Como que me llamo Itatí.
En ese tiempo a Daniel le tocó ir de gira por varios estados de México, necesitaba seguir dando a conocer su obra, que estaba resultando muy exitosa.
Al igual que el programa de las dos chicas en cuestión, "chismes de vecindad", que estaba teniendo mucho éxito.
Itatí mandaba mensajes que no eran contestados, estaba hecha una furia. Yo no sé que le ve a esa cancerosa. Yo soy mucha más mujer que ella.
Kimberly solo escuchaba el sonido de los mensajes que le llegaban a Noé, pero no decía nada. Ella no quería parecer tóxica, en realidad Noé había veces en que parecía que se aburría enormemente con Kimberly, pero se callaba para no hacerla sufrir.
Claro que Kimberly no era ninguna tonta, ella presentía que Noé le era infiel, pero no tenía pruebas.
Pasaban los días, y Noé se volvía más silencioso. Sabía que Itatí estaba próxima a dar a luz. Desde que supo que estaba embarazada no había vuelto a verla, pero estaba seguro que estaba a días de dar a luz. Ya le andaba por estar con ella, pero debía esperar. No debía dar a notar nada. Kimberly estaba tranquila, estaba seguro que no sospechaba nada.
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A ti te pasa algo, estás muy seria, Itatí le quería sacar la sopa.
Lo que pasa es que Noé está muy cambiado, se me hace que anda con otra.
Itatí, con toda la sangre fría le dijo: no pienses eso, él te ama, ya hasta vas a tener otro hijo.
¿Tú crees?
Claro que sí, tal vez está muy estresado, y es normal, ha de tener mucho trabajo.
Sí, eso ha de ser... Ya te falta para poco para aliviarte, ¿verdad?, dijo Kimberly cambiando abruptamente el tema.
Y como si ella fuera profeta, Itatí sintió los dolores de parto.
Kimberly, con ayuda de su esposo la llevaron al hospital, ya que Daniel estaba de gira.
Tranquila, amor, recuerda que tú también estás embarazada. Siéntate, ya avisé que veníamos.
Itatí no dejaba de quejarse, los dolores eran más frecuentes.
Los camilleros inmediatamente la trasladaron a la sala de partos.
Kimberly y Noé esperaban afuera, ella lo veía con amor. Pero él se hacía el disimulado. No quería hacer sufrir a su esposa, ya de por sí se sentía muy mal por su actitud para con ella.
Pero ni modo, las cosas eran así y no había vuelta atrás.
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Daniel fue avisado y llegó tiempo después.
¿Cómo están mi esposa y mi hijo?, dijo él un poco ilusionado.
Ellos están bien, acaba de salir el doctor. Bueno, nosotros nos vamos, mi esposa está cansada y debe guardar reposo.
Está bien, gracias por haberla traído, dijo Daniel muy educado.
El doctor salió y Daniel le preguntó: ¿puedo pasar a verla?
Claro que sí.
Hola, Itatí, ¿estás bien?
Sí, todo lo bien que puede estar una mujer que acaba de dar a luz.
Perdón, yo solo vine a verte y a conocer a mi hijo.
Itatí no dijo nada, y volteó la cabeza del lado contrario de donde estaba Daniel.
Varios minutos después, una enfermera entró con el bebé de Itatí.
¿Lo puedo cargar?, dijo Daniel.
Por supuesto que sí, dijo la enfermera.
En cuanto lo tuvo en sus brazos, sintió una inmensa ternura; se llamará Saúl, como mi papá, ¿estás de acuerdo?
Claro que sí, amor.
Daniel no dejaba de contemplar a su hijo. Es hermoso, gracias, amor.
Dámelo, lo voy a amamantar.
Era una escena maravillosa ver cómo Itatí amamantaba a su hijo.
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¿Lista para irnos a casa, mi amor?, tus padres nos esperan allá.
Sí, vámonos.
Daniel cargó al bebé y caminaron despacio hacia el coche que los esperaba afuera.
Mamá, papá, les presento a su nieto.
Paula y Ernesto estaban felices de poder cargar a su nieto. Eran muy felices.
Gracias, hija, es hermoso, dijo Paula. Ambos estaban felices por su primer nieto.
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La vida seguía su curso, pronto se llegó el segundo parto de Kimberly, y con él nuevas señas de que el cáncer había regresado.
Amor, no me siento bien. Esto de las quimioterapias me está afectando mucho, mira, hasta el cabello se me está cayendo.
Es parte de, no debes preocuparte, todo saldrá bien. Te quedarás internada dos días, no te preocupes por los bebés, tu madre los cuidará. Yo no puedo quedarme, no me permiten estar aquí, pero vendré seguido a verte.
Gracias, amor, no dejes de venir, por favor.
Claro que no, mañana a primera hora vendré.
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Itatí, quiero que dejes de mandarme mensajes, mi esposa se puede dar cuenta, ella está muy enferma, el cáncer volvió más agresivo. Como comprenderás, no puedo abandonarla en estos momentos.
A mí eso me viene valiendo cinco. Yo te quiero a mi lado. Itatí se fue acercando melosa a Noé y con besos y caricias lo fue seduciendo hasta que él sucumbió y terminaron en la cama.
Ellos estaban enfrascados en lo suyo, que no se dieron cuenta que alguien los observaba.
ya ni ganas de seguir leyendo