Ángel de la Luna, es la mujer más hermosa que he visto en mi vida; es una niña de alta sociedad y yo solo soy su escolta personal.
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PERDIENDO LA BATALLA
Alejandro y Emiliano se levantaron de la mesa apresuradamente, incómodos ante la reacción de la recién llegada, que sumamente enojada los difamaba y despreciaba. Alejandro conocía a la señorita Katarina, a sus ojos, él era uno de los peores seres humanos sobre la tierra. Estaba dispuesto a responderle a sus agravios, cuando escuchó las palabras de Isabel.
Disfrutando del postre de frutos rojos, imperturbable ante los comentarios irrespetuosos de la amiga de Luna, no se levantó de la mesa como sus compañeros, cruzó las piernas y giró la cabeza en dirección a Katarina. Con su sonrisa de lado y sus ojos felinos, escaneaba completamente la silueta femenina, bonita y maliciosa, desafiaba con la mirada a la maleducada joven.
-¡Vaya!, eres Katarina Smirnov, que mujer tan ordinaria y ruidosa, una dama no se comporta tan vulgar y corriente, insultando a las personas sin motivo, en una reunión dónde no fue invitada.
-Su reputación es pésima, no tiene ningún derecho a opinar sobre el concepto de dama. Todos saben que es usted despreciable señorita Isabel.
-Querida, no soy yo quien llegó gritando como una loca, evidenciando claramente una falta de valores y educación. Inclusive los chicos a mi lado tienen más clase que usted. No es tan distinguida como presume, señorita de la familia Smirnov.
Dispuesta a descargar la ira acumulada en el rostro de Isabel, se precipitó a llegar a la mesa, en el transcurso de esa acción fue detenida por Luna, quien disgustada le ponía un alto a Katarina. Con su altivez característica descruzo las piernas, se puso de pie y gentilmente se despedía de Luna, manifestado el agradecimiento por sus atenciones; le sugería a Emiliano y Alejandro que se marcharan con ella, podía llevarlos hasta una de las estaciones del metro. Aceptando el ofrecimiento le decían adiós a la anfitriona. Sus pasos firmes y seguros, la cabeza alta que miraba de frente, la hacían ver como la reina del mundo. Volteo una vez más, para dirigirle un guiño irónico a la responsable de sus afrentas. Una mucama los acompañaba a la salida.
Decepcionada de su amiga, le reclama por su funesto comportamiento frente a sus invitados; la discusión se acrecentaba, cada una exponía sus argumentos para fortalecer sus puntos de vista, pero no convergían en un acuerdo. Finalmente, Katarina decidió irse de la mansión.
Los tres jóvenes se subieron a la camioneta, habían permanecido en silencio durante el recorrido; Isabel los veía a través del retrovisor, se giró y les dijo con solemnidad, "Emiliano, Alejandro no permitan que las personas pretenciosas los menosprecien, mantengan su orgullo y enfrenten con dignidad la adversidad", los chicos sonrieron complacidos, era demasiado inusual que alguien como Isabel pronunciara esas palabras reconfortantes. La estación del metro los separaba, el ocaso moría, el frío nocturno calaba en los huesos y la sensación agridulce de la tarde los acompañaría hasta la llegada del alba.
El plan estaba listo, meticuloso y calculado, se vengaría de la ofensa recibida y en esta ocasión no sería con pañuelitos. Maria Fernanda insegura de su participación quiso persuadir a Marcos, pero Daniel seguía hostigándolo para llevar a cabo el objeto que los reunía.
7:40 de la mañana, Alejandro se encontraba con Emiliano en la estación del metro, la primera clase empezaba a las 8:00, necesitaban apresurar el paso para no llegar tarde. Un grupo de seis hombres los rodeaban antes de ingresar al establecimiento. Los violentos golpes uno seguido del otro, rompían la nariz y la boca de los jóvenes, el sabor de la sangre en conjunto con la ira e impaciencia, incrementaban el nivel de adrenalina requerido para defenderse de sus agresores.
La lucha parecía interminable, hasta que finalmente caían de rodillas, exhaustos, adoloridos; atónitos, oían a los hombres advirtiéndoles sobre las consecuencias de estudiar en esa universidad y los gritos desesperados de los transeúntes. Alguien se aparecía para ayudarlos, acomodándolos en el suelo de la cera de cemento, les recomendaba acudir al hospital. Un poco de agua los regresaba a la realidad, el dolor físico se intensificaba con cada segundo que pasaba. La sangre recorría el rostro, manchando la camisa y el pantalón. Alejandro con la mano puesta en la nariz, pretendiendo detener el sangrado, miraba a su amigo, sus ojos grises vidriosos parecían querer llorar, su carita herida no expresaba nada más que desilusión.
- Nada está bien, creí que con fuerza de voluntad surcaría la adversidad, ¡Qué estúpido fui!, yo no pertenezco a este lugar. No soy el protagonista en este campo de batalla. Puede que tantos sacrificios no se vean recompensados. La mejor opción es alejarme definitivamente de todo esto.
Alejandro seguía mirándolo, maltrecho, decepcionado, sin fuerzas para avanzar hacia el futuro soñado. Emiliano tenía razón, quizás la vida le estaba mostrando que su camino era renunciar.
- Emiliano, también quiero irme, nadie debería soportar tantos padecimientos. Aveces vivir se vuelve demasiado injusto.
El día estaba oscuro, las nubes grises anunciaban la proximidad de la lluvia, la mañana se sentía realmente triste al igual que sus vidas. Con dificultad se levantaron del suelo, limpiaron un poco su rostro que aún contenía rastros de sangre, pasaron en medio de las calles ruidosas, testigas del salvaje acto. Sus lentos pasos avanzaban de nuevo hasta la estación del metro para regresar a casa. Una gota de agua caían en sus cabezas, tal vez el nublado cielo intentaba refrescar sus penas.
Encontro a Emma sola, anotaba algunas palabras en su libro de Anatomía, concentrada en su tarea, no se fijo en la persona que llegaba a sentarse en el frente. Se sobresaltó al ver a Isabel Alameda mirándola fijamente con su característica expresión de desprecio. Ella era muy intimidante, el miedo recorrió su cuerpo, por eso intentó ignorarla.
-Señorita Emma, me gustaría que abandonará la universidad... ¡Verás!, puedo averiguar todo sobre usted, dónde vive, que hace su familia, sus intereses e incluso sus más oscuros secretos y utilizare todo eso para hacerle mucho daño a usted y a los que ama. No me mal entienda, no tengo nada en su contra, usted es insignificante para mi, pero esta cerca de una persona que si me interesa. No es la primera vez que llevo a cabo este tipo de acciones. He conseguido todo lo que he querido.
Emma sintió que el peso del mundo le caía para aplastarla por completo, no profirió discurso alguna para enfrentarse de Isabel. Sin ningún insulto, ni burla, logró amedrentarla completamente, pensó en su familia, en el oscuro secreto que guardaba, le atormentaba imaginar que cumpliera con lo dicho. Unas ganas incontenibles de llorar se asomaban, era momento de renunciar a su vida universitaria, no había necesidad de seguir adelante. Isabel desaparecía en la distancia con su andar elegante, tan fría y tranquila, tan hermosa como despreciable.
Marcos se alegraba de recibir la noticia, compartía su felicidad con María Fernanda y Daniel, la golpiza propiciada a los chicos becados se ejecutó sin percances. Maria Fernanda apretaba los dientes, ¿por qué seguía tratando de lastimarlo?, Él ciertamente no tenía culpa alguna.
Adolorido, recostado en la cama, le informaba a Luna que no asistiría a la universidad, no le oculto el motivo. Ella preocupada le solicitaba la dirección para visitarlo, eran amigos después de todo y con ese argumento logro obtenerla.
Luna sintió una opresión en el pecho, al observar el rostro lastimado y afligido de Alejandro, un impulso desenfrenado se apoderó de ella y sin decir absolutamente nada lo abrazó con intensidad; confundido, no entendía el significado de su actuación, aún asi, sus brazos la estrecharon con cariño. El olor a vainilla de su cabello, la suavidad de su piel, el latido agitado de su corazón, sus ojos azules que lo veía con preocupación, era como si el universo lo recompensara por el sufrimiento experimentado. El tiempo se detuvo por un segundo, soñó con una vida a su lado, no como amigos, sino como dos enamorados. Deseaba con toda la intensidad de su alma que ella se enamorara de él.
Tímida y sonrojada, movía los labios con despacio para pedir disculpas por su actuar tan precipitado, no era propio de una dama ese comportamiento. Los ojos de Alejandro no podían ver a nadie más, ella había robado todo lo hermoso y bueno del mundo.
- No tiene por qué disculparse Ángel, estoy agradecido y feliz de tenerla aquí.
Alejandro detalló con minuciosidad los acontecimientos suscitados en la mañana, la violenta pelea entre Emiliano y él con seis hombres desconocidos. Luna desconcertada se preguntaba como era posible que esos hechos vandálicos ocurriesen en una ciudad tan segura. Alejandro le explicó, que probablemente haya sido efectuado por orden de algún estudiante de la universidad, pero no estaba muy seguro. Mencionó además, la intención de abandonar sus estudios, después de todo, estaba muy cansado para caminar por esos rumbos.
-¡No te vayas!,... digo... Sé que es tu decisión y nadie debe interferir en ella, pero considero que las oportunidades se dan una sola vez en la vida. ¡Por favor Alejo, piénselo con calma!