La Bruja y el Dragón PROMESA Y DESTINO

Antes del medio día Ejder le envió un mensaje a su padre con la ubicación de una botica en el centro de la ciudad, que regenteaba el demonio Lugus. La desesperación de Nidhodd había aumentado después de que su hijo sufriera un episodio de abstinencia, esa mañana Fafner había tratado de escapar para ir en busca de Lugus, por lo que habían tenido que someterlo para poder sumergirlo en agua caliente, afortunadamente aún se encontraba débil y eso les facilitaba el mantenerlo bajo control, pero en cuanto recuperara su energía, seguramente encontraría la forma de escapar para ir tras el demonio o para algo peor, así que sin pensarlo mucho Nighogg salió dejando a cargo de Fafner a Rodrigo y se apresuró a ir al encuentro de su viejo amigo.

—Veo que la paciencia aún no es una de tus virtudes— exclamó Lugus al ver a Nidhogg entrando a su negocio —Te ves viejo— concluyó con una amplia sonrisa.

—También me da gusto verte— exclamó Nidhogg con una media sonrisa —Tú sigues exactamente igual— respondió con un tono de nostalgia.

—Antes que me pidas cualquier cosa, tú debes contestar muchas preguntas, pero no a mi...

—¿De qué hablas?— Nidhogg estaba ansioso por el malestar de su hijo y la incertidumbre que significaba su condición, pero no se podía permitir mostrar debilidad alguna —Yo sólo he venido a saludar a un viejo amigo, al que no veía desde hace 150 años...

—En realidad son 163 años, pero ¿quién los cuenta?— corrigió en tono juguetón, entonces cambio su tono amigable por uno serio —Entiendo tu sufrimiento, pero no puedo ayudar a tu hijo todavía— el corazón de Nidhogg se sintió apretado —Pero, en nombre de los viejos tiempos, te daré esta poción, lo ayudara unas 12 horas— Lugus puso un pequeño frasco de cristal que contenía un liquido color rojo en el mostrador —Para mayor efectividad que lo beba cuando comience a descender su temperatura.

—Gracias, por un momento pensé que tendría que rogarte...

—No es un antídoto— aclaró con severidad —Sólo estoy comprando algo de tiempo para tu muchacho, hay muchas cosas que se deben aclarar, presentate en este lugar al atardecer— en ese momento puso una tarjeta con la dirección junto a la botella y suspiró —Quisiera hacer más por ti, si la situación fuera...

—Lo entiendo— le interrumpió, su voz estaba llena de pesar —Y agradezco tu generosidad— Nidhogg tomó la botella y la tarjeta, le hizo una ligera reverencia al demonio, como antaño, y salió de la botica, había ganado unas horas para su hijo, y por el momento era suficiente, para calmar su mente y enfocarse en una negociación.

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Al llegar a la habitación del hotel Nidhogg notó que su hijo estaba comenzando a sufrir una nueva crisis, sus labios estaban casi blancos, su cuerpo comenzaba a ponerse helado y no podía dejar de temblar, su rostro estaba lleno de necesidad y angustia, mientras murmuraba que debía ir con Taranis, que necesitaba su calor. De inmediato pidió la ayuda de Rodrigo para sujetar a su hijo y hacerlo beber la poción. Nidhogg pensó que su hijo se resistiría, pero en cuanto destapó el frasco, el mismo Fafner comenzó a olisquear buscándola, y en cuanto la ubicó, trató de forcejear para alcanzarla, entonces sus hombres lo sostuvieron, mientras su padre le acercaba el frasco para que pudiera beberlo de inmediato. La mejoría fue casi instantánea, el semblante de Fafner recuperó su calma habitual y sus labios volvieron a tener color, entonces miró a su padre y le dedicó una leve sonrisa antes de volverse a quedar dormido, Nidhogg al ver el semblante pacifico de su hijo logró respirar sin dificultad y entendió la magnitud del regalo que Lugus le había entregado y se sintió profundamente agradecido.

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Mientras tanto Lugus se comunicó con Damara, le contó todo lo ocurrido y también le explicó que Nidhogg era uno de los pocos dragones en los que el podría confiar y que tenía bajo su maldición a su hijo, como un seguro adicional, así que lo mejor era reunirse esa misma tarde y obtener respuestas, pues por lo que había mencionado Fafner, ellos pensaban que los Lanira tenían en su poder algo que creían les pertenecía y que deseaban recuperar. Así que entre más pronto se aclarara ese asunto, más rápido se podrían deshacer de ellos y con suerte, podrían hacer un pacto de protección a cambio de su gracia, de forma que su familia no tuviera que moverse por ahora.

Acordaron que lo más conveniente sería que todo el clan principal estuviera presente, sin embargo Damara prefirió mantener al margen a Libelle, por su salud y para evitar que se sienta culpable, y a los niños y sus madres, por seguridad, ya que aún no se sabe qué buscan. Ella había crecido escuchando como en el viejo continente solían ver a su gente como una propiedad y le asustaba que esas horribles historias pudieran repetirse ahora. Sin embargo decidió todavía no informarles a sus hijos de la presencia de dragones, no deseaba que entraran en pánico e hicieran una locura que los pudiera dejar aun más vulnerables, odiaba tener que engañarlos pero lo consideró necesario, así que sólo les mencionó que había llegado un viejo amigo de su tío con el que necesitaban reunirse para establecer las condiciones de la visita, y en parte eso era verdad.

Así que como parte de sus protocolos de seguridad organizarían de inmediato una salida de campamento para ellas y sus hijos, el bosque era la mejor forma de protegerse, ya que la Madre Naturaleza siempre había acudido a su llamado, y en caso de que todo saliera mal, tenerlos en un lugar seguro era lo más conveniente, ya que ellos podían ser sus puntos vulnerables, además de que asegurar el bienestar de las nuevas generaciones, como la matriarca, siempre debía ser su prioridad.

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Cuando Libelle fue avisada del repentino cambio de planes para esa noche, ella supo que la vida le regalaba una gran oportunidad, por lo que no perdió tiempo y al colgar el teléfono volteó a ver a Ejder de forma coqueta.

—Señor Nithe, ¿Estará muy ocupado esta tarde?..