Kallias ha vivido creyendo en la promesa de un amor eterno con su alfa destinado. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que su alfa ha sido infiel durante mucho tiempo. Su compañero de alma, también herido por la situación, se encuentra atrapado en el mismo sufrimiento.
En medio de esta crisis, el alfa sufre un accidente y entra en coma, lo que lleva a Kallias a una encrucijada. Decidido a no seguir atado a un lazo roto, toma la difícil decisión de romper el vínculo que los une. Con el corazón destrozado, se embarca en un viaje en busca de sanación y autodescubrimiento. En su travesía, buscará conocer el amor propio, la confianza y la fortaleza.
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Capitulo 13: Atando cabos sueltos
Más tarde, ese mismo día y, luego de haber tomado una buena ducha, Kallias salió nuevamente del cuarto, traía una camiseta manga larga y pantalones negros, no llevaba zapatos, no tenía ganas de usarlos.
Bajó por las escaleras, caminó hasta la sala y se sentó al lado de su hijo, en la habitación estaban todos reunidos, Sebastiano lucía miserable como lo ha hecho desde hacía un tiempo para acá, nadie sabía lo que le pasaba. Su papá no quitaba los ojos de él, parecía un halcón, ¡Ni siquiera se fijaba en lo que estaba ingiriendo!, Lo ignoró. En la cocina se escuchaban unos ruidos por lo que dedujo que allí estaría su mamá, ahora sí se fijó en Jimmy, este estaba muy concentrado comiendo su desayuno, apenas y ponía atención a su entorno.
— Buenos días — Saludó. Tres cosas pasaron a la vez, su papá gruñó, su mamá entró cargando un nuevo plato con comida dentro y Sebastiano se paró abruptamente de la mesa.
— Está aquí — Para luego salir corriendo.
Su comportamiento lo extrañó, y no solo a él, todos se quedaron viendo por dónde había salido, pero aun así no le prestó mayor atención, ¿Cuándo su hermano no era raro?, Siempre lo ha sido, así que no se podía sorprender con ninguno de sus actos.
— Huele delicioso – Olfateó el aire, se puso en pie y le quitó los platos de las manos a su mamá, poniéndolos en la mesa, luego se volteó, le dio un beso y un abrazo.
— Te amo mamá — Antes de sentarse nuevamente.
La Omega sonrió enternecida, se agachó a la altura de su hijo y depósito un suave beso en su frente, luego se sentó junto a su Alfa.
— Yo también hijo — Y todos se dispusieron a comer, todos en una burbuja de tranquilidad, ignorando el peligro a la vuelta de la esquina, o, mejor dicho, a unas horas de distancia.
....
Ese día Kallias no quiso ir al hospital, en su lugar aparcó el auto a las afueras de la empresa, bajó y caminó a la entrada. En la recepción todas las personas que por allí pasaban fijaron sus ojos en él, no les tomó importancia. Caminó a paso seguro hasta el elevador y marcó el piso a dónde quería ir, a la oficina central, la presidencia.
Las puertas se abrieron y él salió, repitió el mismo proceso de la recepción, solo siguió derecho, más, en su camino, se vio sorprendido al ver a Lucia en su puesto.
Arqueó la cabeza en confusión.
— ¿Qué haces aquí? — Le preguntó.
Ella, que había estado organizando unos papeles, levantó la vista. Una sonrisa de suficiencia surcó su rostro, se recostó en el escritorio, puso una mano en su barbilla y con la otra jugó con un mechón de cabello.
— Trabajando señor — A Kallias no le pasó desapercibido el tono egocéntrico con el que le hablaba, le hizo sonreír macabro, había estado esperando algo como esto, solamente que se imaginaba que sería en otras circunstancias, en donde Lucía huía y él tenía que casarla, la sola imagen satisfacía a su instinto animal, su Omega relamiéndose el hocico en anticipación. Pero miren, la muy descarada estaba aquí como si no se hubiera acostado con el presidente cuando eso estaba prohibido en el reglamento, y, que además de eso, se metió con un hombre casado. Eso nunca se lo iba a perdonar y, él mismo, se encargaría de rastrear a todas y cada una de las mujeres que estuvieron con su esposo. Iban a ver un río de sangre en su nombre.
— Bueno. Ya no eres bienvenida aquí – Chasqueó la lengua — Fuiste una perra muy mala, ya no te necesito — Ahora traqueó los dedos — Piérdete — Antes de entrar por la puerta de la oficina, sonriendo con superioridad cuando escuchó un grito luego de eso.
Ay linda, no sabes lo que te espera.
Y se sentó en el escritorio de su esposo. Por un momento estuvo a punto de coger el teléfono y llamar a la secretaria para que lo pusiera al margen de todo, pero entonces recordó que la acababa de despedir y su sonrisa volvió.
— Bueno, mejor así — Ahora se volvió a parar. Abrió nuevamente las puertas, en el pasillo observó a la mujer recoger sus cosas hecha un mar de llanto, no le importó, en cambio, llamó a la que era su secretaria y la hizo pasar, cerrado a sus espaldas.
— Marta, necesito que me pongas al tanto de todo. Dime ¿Qué ha pasado con mi empresa? —
...
A medio día el Omega ya estaba más que estresado, aunque la empresa iba bien, como no tuvieron a alguien que los dirigiera por más de un mes, la tasa de rendimiento bajó, el diseñador se retrasó y, por lo tanto, la próxima colección también.
Él estaba en una llamada.
— Joder, ¡No me importa! El que ni mi esposo ni yo no hubiésemos estado no significa que te hayan dado vacaciones — Escuchó lo que la persona tras la línea le decía, solo se enfureció más — ¿Ah, sí?, ¿Quieres que te despida?... ¿Qué no hay mejor diseñador que tú? JA, Por favor, hay mucha gente con ideas frescas en el sector de la moda, si tú no quieres el puesto bien puedes pasarme tu carta de renuncia, ¡no me importa, pero que te quede bien claro EL QUE SEAS EL MALDITO DISEÑADOR NO TE DA DERECHO A CREERTE EL REY DE TODO recuerda TÚ solo eres un diseñador, tú diseñas, yo mando ASÍ QUE ME RESPETAS Y MUEVES TU CULO DE ORO Y TE MUEVES A TRABAJAR YA! — Y luego colgó.
Joder, ¿Qué le pasa?
Sintió la ira burbujear, sus manos temblaban y por unos minutos se vio a sí mismo teclear algo muy fuerte en su computador. Pero, aun así, cuando la puerta fue tocada, se obligó a tranquilizarse.
— Adelante – Gritó.
Por ella entraron un par de modelos, en su cara se veían reflejados los problemas, estaban allí para reclamarle el trato hacia su diseñador, lo sabía, él no podía ir a darle la cara.
Fue una, la más raquítica la que habló.
— No puedes simplemente venir y grit.... – Pero él la interrumpió.
— Yo puedo venir y hacer lo que quiera en MI empresa y si a ti no te gusta pues... ¡Perfecto!, Largo. Me quedaré con los que quieran trabajar, el resto me sobra — El veneno destilando en su voz.
Las mujeres se vieron entre ellas, negaron y se fueron por donde había llegado, pero antes de que saliera llamó a una de ellas.
— Dile a tu querido Sebastián que si no quiere seguir trabajando, que venga, que sea hombre y me pase su carta de renuncia — Antes de ver cómo ellas salían de la habitación.
Suspiró.
— Es hora de eliminar cabos sueltos —
Agarró el teléfono en su bolsillo, buscó entre sus contactos y encontró el número de su suegro.
Sonrió cuando escuchó su voz.
— ¡Yerno! ¡Qué sorpresa! — Y viró los ojos ante lo último.
— Hola suegro. Necesito un favor —
— ¡Lo sabía!, Por algo me llamabas, ¡Era obvio! —
Rió.
— Bueno, cuando escuches el favor, tal vez me entiendas – Dijo.
Eso pareció capturar la atención del papá de su esposo, porque hizo un sonido con la boca, dándole a entender que estaba escuchando.
— Necesito derribar a un peón — Sonrió — O mejor, a una perra —
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del papel también está en tu imaginación para poder entender también