Sebastián Spencer, exitoso arquitecto y empresario de la construcción, encuentra su vida entrelazada con el carismático empresario de juegos, Luciano Reyes. La trama se complica aún más cuando Sebastián descubre que Melisa, la esposa de Luciano, despierta en él sentimientos inesperados. Entre el diseño de estructuras y el riesgoso mundo de las apuestas, los protagonistas se ven atrapados en un triángulo amoroso que desafía las fronteras entre la arquitectura de sus vidas y los juegos de la pasión, desencadenando una historia llena de secretos, decisiones difíciles y una búsqueda inesperada de la verdadera construcción del amor.
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Capítulo 19
Minutos antes, esa misma noche, Sebastián escuchaba distraídamente a Nicolás mientras este le contaba sobre la chica que había conocido en la discoteca el fin de semana. Sin embargo, cuando su amigo mencionó que algunas facciones de la joven le recordaban a Olivia, Sebastián frunció el ceño ligeramente, sintiendo un atisbo de incomodidad.
-Nico, ya te he dicho que la mujer de Luciano no es tema de conversación- respondió Sebastián con tono serio, desviando la mirada hacia otro lado.
Nicolás levantó las manos en señal de rendición, reconociendo su error.
-Lo siento, hermano. No volveré a mencionarla, pero es que...ella es tan, tan...- Nicolás estaba probando la resistencia de su amigo, pero cuando Sebastián alzó una ceja en advertencia, desistió de lo que iba a decir.
Después de un breve momento de calma y silencio, Nicolás cambió de tema y preguntó sobre la oficina que Sebastián había preparado para Olivia. Ante la pregunta, Sebastián asintió con solemnidad.
-Sí, la oficina está lista- respondió- Deberíamos avisarle para que comience a trabajar allí lo antes posible. Será bueno tenerla cerca para poder discutir los detalles del proyecto más fácilmente.
Nicolás asintió con aprobación, entendiendo la importancia de tener a Olivia en la oficina y listo para seguir adelante con los planes que habían estado preparando. A pesar de la breve distracción causada por la mención de Olivia, Sebastián estaba decidido a centrarse en su trabajo y en hacer que el proyecto del hotel fuera un éxito.
Con una mirada de complicidad entre ambos amigos, Sebastián se preparó para realizar la llamada a Olivia y darle la emocionante noticia sobre su nueva oficina. Bajo la atenta mirada de Nicolás, quien observaba cada palabra, gesto y reacción de su amigo con un interés casi palpable, Sebastián marcó el número de Olivia y esperó nerviosamente a que contestara.
Mientras Sebastián hablaba con Olivia, Nicolás no pudo evitar sonreír con picardía, sabiendo que probablemente estaba presenciando un momento importante en la vida de su amigo, ya que notaba que para Sebastián, Olivia no era tema de conversación, pero podía notar cierto brillo diferente en sus ojos al nombrarla. El joven abogado, observaba atentamente cada cambio en la expresión de Sebastián, cada gesto sutil y cada reacción de su cuerpo mientras conversaba con la joven. Aunque Sebastián intentaba mantener la compostura y el profesionalismo, Nicolás podía percibir el nerviosismo y la emoción que lo embargaban.
Finalmente, Sebastián terminó la llamada y Nicolás no pudo contener su sonrisa. Sebastián lo miró con curiosidad, preguntándole por qué se reía.
-¿Qué?- indagó él joven.
-Ah, solo me acordé de un chiste, que me vontaron-respondió Nicolás con una sonrisa traviesa, ocultando hábilmente la verdadera razón de su risa.
En realidad, Nicolás se reía por las reacciones que había observado en el cuerpo de su amigo mientras hablaba con Olivia. Sabía que Sebastián estaba emocionado y nervioso por la noticia, y no podía evitar divertirse con la situación. Sin embargo, decidió guardar sus pensamientos para sí mismo, dejando que Sebastián disfrutara de su momento de triunfo y anticipación por lo que estaba por venir.
Al día siguiente, Olivia se levantó temprano como de costumbre y se dispuso a preparar el desayuno para ella y Luciano. Mientras desayunaban juntos, compartían pequeñas charlas y risas, disfrutando del tiempo que tenían juntos antes de que cada uno partiera a cumplir con sus responsabilidades del día.
Después de despedirse de su esposo con un beso en la mejilla, Olivia se dirigió al baño para ducharse y prepararse para su primer día de trabajo en su nueva oficina. Una vez lista, solicitó al chofer que la llevara al edificio donde se encontraban las oficinas de Sebastián.
Al llegar, dio su nombre en la recepción y la amable recepcionista le indicó el piso en el que se encontraba su oficina. El edificio tenía un estilo sobrio en el cual destacaba el mobiliario en colores blanco y negro, lo cual le daba al lugar un toque de formalidad. Al llegar al lugar que le habían indicado, la sorpresa de la muchacha fue mayúscula, su oficina estaba ubicada en el mismo piso que las de Sebastián y Nicolás.
Antes de entrar, Olivia respiró profundamente, tomó el pomo de la puerta en su maní y al entrar quedó impresionada por el estilo minimalista que imperaba en la habitación. Las paredes estaban pintadas en tonos neutros, con muebles de líneas limpias y sencillas. El ambiente era luminoso y aireado, con grandes ventanales que dejaban entrar la luz natural y ofrecían vistas panorámicas de la ciudad.
Sus ojos se detuvieron en un jarrón elegante que adornaba una mesa cercana, lleno de orquídeas púrpuras. El delicado aroma de las flores llenaba la habitación, envolviendo el espacio en una fragancia suave y reconfortante.
Olivia se acercó al jarrón con curiosidad y tomó la tarjeta que descansaba junto a las flores. Al leer el mensaje de bienvenida escrito por sus nuevos compañeros, una sonrisa se formó en sus labios.
-Qué bonito gesto- murmuró para sí misma, sintiéndose emocionada por comenzar esta nueva etapa en su vida profesional. Con renovado entusiasmo, se dirigió hacia su escritorio, lista para sumergirse en el trabajo y hacer de aquel lugar su nuevo hogar laboral.
Luego la joven caminó hasta uno de los ventanales, se detuvo frente a él, y se quedó observando hacia el exterior, la imagen que le regalaba era de absoluta calma y belleza, ya que pese a que el edificio estaba ubicado en una parte bastante concurrida, el frente del mismo daba hacia donde se hallaban otros edificios de oficinas y algunas tiendas de conveniencia, pero la parte trasera del mismo daba hacia un precioso parque arbolado.
Olivia se encontraba absorta en la vista del parque arbolado que se extendía más allá del gran ventanal del edificio de oficinas. La luz del sol pintaba los árboles con tonos dorados, y el suave murmullo de la brisa parecía invitarla a sumergirse en la serenidad del paisaje.
De repente, el sonido de la puerta abriéndose la sacó de su ensimismamiento. Sebastián entró en la oficina con una sonrisa en el rostro, interrumpiendo su momento de contemplación.
-¿Qué te parece la oficina?-preguntó Sebastián, mirando alrededor con orgullo.
Olivia se giró lentamente hacia él, sorprendida por su repentino arribo. Por unos segundos, se quedó inmóvil y enmudecida, tratando de procesar la presencia repentina de Sebastián. Finalmente, recuperó la compostura y respondió con una sonrisa forzada
-¡Me encanta! Es realmente impresionante.
Sebastián asintió satisfecho.
-Me alegra escuchar eso. Trabajamos duro para crear un ambiente que inspire a nuestro equipo. Espero que te sientas cómoda aquí.
Olivia asintió, agradecida por la cálida bienvenida de Sebastián. Aunque aún se sentía un poco abrumada por la situación, estaba decidida a hacer todo lo posible para adaptarse a su nuevo entorno.
-Gracias, Sebastián. Estoy ansiosa por empezar a trabajar-dijo con sinceridad.
Sebastián le devolvió la sonrisa.
-¡Perfecto! Si necesitas algo, no dudes en decírmelo. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites.
Y tras un asentimiento el joven se despidió para dejar que la muchacha se instalara para comenzar a trabajar.