Cuando Me Enamore De Ti

Como describir la mejor velada del momento sin duda, las amantes de las citas perfectas deseaban un buen hombre, una comida deliciosa en un restaurante fino y elegante, un ramo de bellas flores rojas para representar la pasión y el amor.

No cabía duda de que sería la mejor cita de toda amante del romance y de aquellas que al perderse en las páginas de la historia viven la imaginación de sentirse parte del libro.

Así era para Maya quien llegaba tomada del brazo de su posible nueva pareja que la cortesana sin descanso y sin demora por enamorar la como le es debido y ella amaba esos, los detalles, en la manera en como lo miraba, caminando por el extenso lobby del hotel al fin llegaron al restaurante donde mujeres y hombres vestían elegantemente sus vestidos y trajes, incluso las joyas eran una parte esencial de las damas que acompañaban a sus respectivos amantes o esposos esa noche.

—Espero que te agrade el restaurante— Menciono Jason al ver la mirada de su acompañante perdida entre los comensales que disputaban de los platillos que su paladar ya conocía.

—Estás bromeando, es simplemente— Hizo una pausa viendo el restaurante, los candelabros colgaban elegantemente de los techos, los manteles blancos y pulcros que cubrian las mesas, los detalles de cristal que adornaban la base superior de las mesas y la luz amarilla daba ese realce a los objetos pintados de oro dando un ambiente de aquellas épocas donde el oro era parte de la belleza de las estancias —Mágico— Dijo en un susurro al volver a imaginar más historias de los miles de libros que había leído.

Con una sonrisa gustosa la insto a bajar por los escalones para llegar hasta la mesa que había reservado con mucho tiempo de antelación, los comensales que hablaban en torno a sus conversaciones no pudieron evitar voltear sus miradas a la mujer pelirroja que acompañaba al hombre quien la llevaba tomada de su brazo.

Y es que Maya Thompson a pesar de ser una persona más en el mundo, una más en la sociedad de las femeninas su belleza era poco peculiar y eso es porque no se ve muy seguido a una pelirroja de pecas de nacionalidad escocesa, las pecas adornaban en parte sus hombros y brazos y a lo largo de su cuello y ni hablar de su rostro donde solo únicamente portaba unas cuantas pecas dándole ese aire más fresco y veraniego más por el vestido que portaba que resaltaba su figura curvilínea de reloj de arena.

Algunos ojos menos discretos la recorrieron de pies a cabeza, pero no sin haber detallado más de cerca sus, caderas, cintura y sus dotes femeninos marcados. La impotencia de las mujeres envidiaban a la mujer que robaba las miradas de los hombres que intentaban llamar la atención por días y tan solo ella lo hizo con una aparición.

Al pasar por las mesas uno de los meseros que iba delante de ellos los llevó hasta una mesa que se encontraba delante de una de las ventanas que permitían ver el exterior, una vez frente a la mesa Jason Moore tomó la silla en un acto de caballerosidad a la que Maya respondió con una sonrisa avergonzada por las atenciones que nunca había vivido y por los ojos ajenos que estaban puestos en ellos.

La velada había comenzado como toda una novela romántica donde el personaje masculino brindaba las mejores cosas a su amada concediéndole caprichos y lujos, pero Maya no sentía esa emoción, lo apreciaba de una manera que la hacía sentir pésimamente mal al recibir atenciones que quizás podrían ser desperdiciadas, pues aun si había cambiado y no mostraba su baja autoestima, aun así la tenía, más al vivir la experiencia traumática de que tu mejor amigo deshonre tu cuerpo.

Entrando por la puerta principal al restaurante Vincent Morgan iba acompañado de la comidilla de los periodistas su famosa modelo y que era su novia Samanta Dupont en un vestido rojo chillando brillando como siempre de la mano de unos de los mejores CEOS, esa noche era un evento de suma importancia para Vincent pues reuniría con un socio que hace años había dejado de trabajar para su padre quien lo corrió injustificadamente por malversación de dinero, aun que el hombre ya de madura edad no se sintió mal de que dudará de su ética no dudo en reunirse con su hijo para quizás un mejor negocio, actualizado y con mentes capaces que podrían hacer un cambio en la sociedad.

Al verlo a lo lejos en una mesa apartada de los demás en un ambiente más privado ambos se dirigieron un saludo al reconocerse, caminando entre los comensales en el camino la mirada de Vincent no pudo evitar desviarse y ver a cierta mujer que de todos los lugares del mundo imaginaba verla ahí y mucho menos con aquella compañía.

La tensión en su cuerpo fue indescriptible para Vincent su cuerpo había reaccionado a tal punto en que su acompañante se había dado cuenta de ello.

—Cariño te encuentras bien— Pregunto con preocupación al sentir el presente agarre de su brazo presionarse fuertemente a su costado.

—Todo está bien Samanta sigamos— Dijo respirando con profundidad apartando la vista de la mujer que lograba reconocer y muy a su pesar que compartía su hermosa sonrisa con aquel rubio que conocía perfectamente.

—Nos es Jason Moore el de ahí veo que está bien acompañado— Dijo sin conocimiento alguno Samanta al ver al hombre que reía sin reparo delante de la mujer en la cual se había enfocado —A mi parecer creo que el gusto de Jason ha empeorado—

—Por favor Samanta no seas petulante— Le dijo con un poco de fastidio al escuchar aquel comentario.

Guardando silencio con algo de resentimiento continuaron su rumbo hasta donde el mayor los esperaba y recibió con amabilidad, la cena corrió con gran normalidad en la mesa incluyendo la conversación acerca de los posibles negocios a futuro que podrían resultar siendo una buena decisión.

Pero solo había alguien que no lograba concentrarse a pesar de que había hablado de la empresa principalmente de la de ambos, pero su atención se había dividido primordialmente en aquella mujer que estaba a seis mesas lejanas, pero aun así podía verla, se veía más carismática y hermosa, sus ojos resaltaba ante el delicado negro que hacía ver la profundidad de su mirada, sus labios estaban adornados por el delicado brillo transparente que los hacía verse más carnosos.

Desvió su mirada y tomó la copa de champaña bebiéndola de un solo trago al sentir la resequedad en su garganta y una creciente molestia que empezaba a ser asfixiante, sus ojos se desviaron de la morena con precaución al ver a la pelirroja ponerse de pie sus ojos no pudieron evitar seguirla, se veía encantadora en aquel vestido, la vio desaparecer por un pasillo que llevaba los sanitarios, apretó su puño sobre la mesa y se aclaró la garganta para después ponerse de pie.

—Disculpen me e tomado demasiada champaña, ahora vuelvo— Dijo al poco tiempo en que se ponía de pie y caminaba por el mismo lugar que llevaba a los sanitarios.

Suspiro una vez se vio en el espejo había atravesado por malas experiencias con hombres que sentía la extrañeza de sentir la atención de un hombre que jamás se imaginó que tuviera tanto poder, viendo su bolso de mano saco su maquillaje para polvearse y quitar el exceso de grasa, lo volvió a guardar en ella y tras mirarse de nuevo en el espejo se dio el aliento para volver a confiar en sí misma.

Un cóctel de sensaciones y emociones fuera de control la atravesaron en ese momento, no entendía como es que las dos personas más insignificantes podían reencontrarse de aquella manera donde el amor se torna cada día más caótico y desesperante.

Las palabras sobraban en ese momento, no podía ni pensar por el asombro, su cuerpo entero se había desconectado de su mente pues al verlo acercarse a sus pies se movieron solos retrocediendo hasta quedar totalmente pegada a la pared sin dejar de verlo.

—Vincent—