Obsesiones que matan, enredos irreparables, lascivia, seducción, lujuria y sobre todo la pasión.
La vida la a golpeado de muchas maneras, principalmente con un matrimonio irremediablemente roto, ella, siendo una arquitecta de renombre y una diseñadora famosa, se adentra en el mundo de los negocios.
Creyendo que su vida no mejoraría más, su exesposo quien se desposo nuevamente con su amante, vuelve y pone su mundo de cabeza.
Y cuando todo no podía ser peor, un Coronel, un exnovio de años atrás quien se encuentra comprometido, se reencuentra con dicha mujer que le provoca de nuevo una obsesión que dañara a los que están a su alrededor.
Por eso, nadie sabía que los engaños fueran tan placenteros como lo que despertó en la fría Celine Blackwood y el indomable Coronel Alexander Morgan.
Después de todo, ¿Los amantes lograran tener su final feliz? ¿Podrán los Villanos de esta novela sobrevivir a las adversidades?
Trilogía "Hijos del Engaño"
Enemy to lovers.
Tomo 1
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Capítulo X
Si había algo que más odiaba Alexander Morgan, eran primordialmente los eventos de gala a los cuales tenía que asistir sin refutar nada al respecto o negarse rotundamente ante la presente idea de asistir.
Como en ese debido momento, en que vestía un esmoquin de diseñador que resaltaba su blanca piel y sus elegantes rasgos, su cabello iba bien arreglado aunque unos cuantos mechones rebeldes caían por su frente haciendo que luciera más irresistible, como su prometida disfrutaba de su sola presencia, llevaba un elegante vestido de gala color blanco resaltando su figura curvilínea digna de la hija de Dominic Green.
Nunca antes se vio en la obligación de asistir a eventos de inauguración, cuando en su sola expresión se mostraba una rotunda negativa, nadie se ponía delante de él a enfrentarlo o al menos alguien que viviera para atestiguarlo, pero, que otra oportunidad tenías si era indispensablemente necesario conocer el mundo empresarial, ya que una vez que un documento sentencia su vida cautiva en un matrimonio, dejará de lado la milicia para encabezarse en el mundo empresarial.
—Estás bien, cariño..
Una voz dulce y melosa resono en los oidos de Alexander Morgan al mismo tiempo que el bullicio del exterior se hacía escuchar, aquello resonó en los oídos del afamado Coronel con una gran molestia al ruido y necesariamente molesto. Con los ojos cerrados y exasperado por la voz de su prometida solo se limitó a decir:
—Mmm
Jamás comprendería como es que se encontraba con ella, no entendía que la unía a ella, no lograba comprender que fue todo lo que ocurrió para terminar entablando una relación con una mujer que no le interesaba en lo más mínimo.
El auto avanzó una vez que la limusina de adelante dejó el lugar frente a la alfombra roja, abriendo por primera vez sus ojos, se fijó a las afueras del polarizado vidrio y noto todo aquello que deseaba evitar. Los periodistas y fotógrafos se encontraban detrás de un frágil cordón rojo que no detendría la avalancha si aquellas personas se proponían acercarse.
—Cariño ¿Seguro que estás bien?
Pregunto la mujer a su costado con preocupación, al ver como su prometido jalaba ligeramente con su dedo el cuello blanco de su camisa este solo se limitó a suspirar y tomar la manija de la puerta y abrirla siendo el foco de atención de todos aquellos destellos que lo abrumaron.
El bullicio no tardó en invadir los oídos quisquillosos del hombre que se volvió hacia la puerta una vez salió por completo de su guarida, extendió su mano con galantería hacia la joven rubia que tenía el afortunado título de prometido del hombre que era codiciado por casi el cien por ciento de la población femenina. Con una sonrisa enorme en su rostro salió del interior del lujoso auto tomada de aquella mano tan varonil y masculina, tan feliz estaba de aquella interacción con su prometido que no aparto la vista de él en ningún solo momento por el hecho de que se sintió realmente feliz ante su minúsculo momento de atención.
—Te ofrezco mi mano y ahora no dejas de verme
—Es verdaderamente extraño de ti
Ignorando su comentario, con la misma postura dominante sin inmutarse a nada, y ante nadie, siguió su camino por la alfombra con la rubia colgada de su brazo. Al entrar un hombre con el uniforme del lugar los guio hasta cuyo evento se llevaba a cabo.
Al llegar, la conmoción en los demás comensales se vio en sus rostros, admiraban a la joven rubia, pero los que lo tenían más impactados, es que el hombre de ojos azules, cabello negro profundo y piel blanca, estaba presente, el mismísimo Coronel estaba caminando entre ellos tan deslumbrante, fresco como la lechuga, pero al mismo tiempo, intimidante, superior a todos ellos.
Los murmuros no tardaron en hacerse escuchar, eso logró comprender Alexander con rapidez. Rara vez aparecía ante el público, puesto que no era alguien que le encantará ser el foco de atención de cuyas personas no deseaba conocer.
—Oh, cariño, ahí está, ven, debes conocer a la persona que nos ara inmensamente felices
Dijo con evidente alegría tirando ligeramente del brazo de su prometido. Al pasearse entre las mesas y comensales, la rubia no pudo evitar notar a una mujer de bellos cabellos castaños que portaba un espléndido vestido verde olivo ceñido a su cuerpo. Al verla, no pudo evitar que la emoción se aglomerara en su pequeño cuerpo.
—Señorita Blackwood..
Dijo casi a gritos a lo que él hombre que ahora llevaba a rastras la jalo hacia su cuerpo.
—Compórtate
Ignorando por completo su repremienda volvió a tirar de la mano de su prometido llegando hasta la posición en la que la linda mujer castaña se encontraba.
—Señorita Blackwood no sabe cuanto me emociona verla..
Celine se giró hacia la mujer emocionada una vez se despidió del matrimonio ya mayor, camino hasta la mujer y extendió los brazos para abrazarse con alegría, las dos se hicieron amigas desde el primer momento en que se vieron.
—Le presento a mi prometido Alexander Morgan
Al separarse y escuchar como presentaba al hombre, portador de un nombre peligroso, como si tuviera un colapso respiratorio sus ojos se enfocaron al gran hombre que no le apartaba la vista desde el momento en que la reconoció. Seguía igual, no mostraba ni una sola emoción de verla, aun que la realidad era que estaba más impactado, sus ojos no evitaron recorrerla de pies a cabeza, esos ojos esmeraldas no dejaban de ver su expresión.
Ambos se conocían perfectamente como la palma de sus propias manos, no se habían dado cuenta de cuanto habían durado viéndose a los ojos que todo se había esfumado. La miró con suspicacia aún que se conocieran lo suficiente para saber lo que sus pensamientos dictan, vio algo más en ella, no era la misma, había dejado salir esa actitud y comportamiento a la luz, su afilada mirada desdeñosa nunca había salido a menos de que algo hubiera ocurrido y el mejor que nadie sabía lo que realmente había ocurrido, más no conocía la magnitud de los daños.
—Ustedes, ya, se conocían
La rubia había sido espectadora de los encuentros menos esperados de ambos, de todos los lugares y personas, Celine Blackwood se había reencontrado con una persona no grata. Pasando la saliva sus ojos dejaron de ver al hombre y se enfocó en la mujer.
—Lamentablemente, sí, fuimos colegas cuando formaba parte de la milicia, pero ya es historia
Cada palabra que salía de su boca eran un tormento para Alexander Morgan, podía distinguir cada filosa palabra de desdén hacia su persona, al ver pasar a uno de los tantos meseros con una charola llena de copas con shampaña, con agilidad tomó una llevándola a sus labios escondiendo la presente y pequeña sonrisa que le había provocado la castaña.
—Oh, no sabía que formó parte de la milicia
—Por desgracia, no es algo que me guste divulgar, como ya dije, es historia
Menciono esta vez mirando a la mujer que formó una sonrisa carismática. La charla se extendió tanto como la rubia hablaba casi sin respirar, pero, solo alguien no lograba concentrarse en nada del vómito verbal de la rubia, sus glaciares solo podían enfocarme en una sola persona que lo ignoraba sin ningún problema o eso imaginaba hasta que la vio girar su rostro y verlo, pero ese no era su anterior rostro, sino un rostro pálido y lleno de angustia.
—Megan, discúlpame, pero necesito tomar un poco de aire, sino te importa
—Claro que no, después seguimos hablando
Dando por finalizada la conversación, Alexander Morgan la vio temblar conforme desaparecía a paso veloz por el pasillo, tratando de evitar seguirla con los ojos, miró de nuevo a su prometida quien ahora comía de los bocadillos con gustosidad hasta que una cabellera rubia conocida, que no era de la mujer que casi se atraganta, llamó su atención, puesto que lo vio irse en la misma dirección de la mujer que altero su mundo.