LA PODEROSA EJECUTIVA

Narradora

Después de hablar y contarle todo a Darius, él se sentía muy triste por no conocer a su madre de verdad. Después salieron a la sala y se enteraron de las atrocidades que su madre había hecho en la vida al ser socia de uno de los mafiosos más fríos y malos.

Solo le pidió a Dante que necesitaba desaparecer del radar de su madre, así que le pidió a su socio y amigo que lo sacara del país junto a Janeth y a su pequeña hija, dejándolo a cargo de su puesto en la empresa.

Esa misma noche, Darius viajó a una casa en la playa con Janeth y Vicky.

Un nuevo día llegó, donde los rayos del sol entraban por las ventanas iluminando la habitación de la pequeña Valeri.

Se despertó, se bañó y se vistió rápidamente, llegando al comedor donde Daiana estaba terminando de preparar el desayuno junto a Lupita.

—Buenos días, mami —interrumpo algo.

—Buenos días, mi amor. ¿Qué haces tan temprano despierta?

—Recuerdas que anoche te pedí que me llevaras a la empresa —musitó para que mamá no se enoje.

—Te escuché, Valeri. No me voy a enojar, hija. Sé cuánto amas a tu papá.

—¿Mami, hasta cuándo vamos a ocultar que somos sus hijos?

—Te prometo que no será por mucho tiempo. Ahora desayuna mientras despierto a tu hermano.

—No es necesario, mami. Yo ya estoy listo para desayunar. Buenos días, mamá, Valeri y mi abuela Lupita.

—Buenos días. —Doy un suspiro resignado.

Mis hijos madrugando y sin llorar.

Veinte minutos después, estoy llegando a la empresa con mis pequeños terremotos. Veo a Alejo callado como siempre.

Entro con mis pequeños, saludo a las recepcionistas y subo al ascensor.

Llego al piso de presidencia. Veo a Daniela revisando unos papeles. Ella, al verme, me sonríe.

—Buenos días, Daniela. —Le sonrío.

—Buenos días, Daiana, niños.

—Buenos días, Dani. —Contestan los niños al unísono.

—Buenos días. Escucho esa voz que reconozco perfectamente. —Me pone tan nerviosa.

—Me acerco a Daiana y le susurro al oído: "Buenos días, mi amor". Siento que pisan mi pie y no es nada más y nada menos que mi pequeño campeón.

—No molestes a mami, señor Wesley —le hablé enojado y con los brazos cruzados.

—No estoy molestando a tu mami, ¡campeón! .Solo le estaba dando los buenos días, nada más —le sonreí.

—Buenos días, princesita.

Veo cómo le brillan los ojitos a mi hija.

—Buenos días —lo abrazo y le doy un beso en la mejilla. ¿Me puede cuidar en su oficina, señor lindo?.

—Si tu mamá te da el permiso, claro que sí, mi princesita —le digo dándole un beso en la mejilla.

—Mami, ¿puedo? —le guiño el ojo.

—Está bien, Valeri. Te portas juiciosa con el señor Wesley.

—Mami, ¿no te preocupa que Valeri esté con papá?.

—No, mi amor. Es tu papá, él la va a cuidar muy bien. Ahora vamos a la reunión que tengo con un nuevo cliente, mi pequeño caballero.

Nos subimos al auto con Alejo. ¿Te puedo preguntar algo, hijo?

—Claro que sí, mami. Dime —me siento nervioso.

—¿Por qué eres tan serio con tu papá?. Veo que no te has dado la oportunidad de conocerlo.

—Mami, tengo miedo de que él se vuelva a ir de nuestro lado. Es un hombre muy tierno.

— Si tu papá es muy tierno, sabes que a él le encanta el fútbol, al igual que a ti, y jugar videojuegos. En eso se parecen , ustedes dos.

— ¿De verdad, mami? —le pregunto emocionado, con mi corazón acelerado.

— Sí, es verdad. Ya vamos a llegar, compórtate, Alejo.

— Tranquila, mami —le digo, dándole un beso en la mejilla.

Mientras tanto, en la oficina de Dante.

— ¿Puedo contarte un secreto, Valeri? —ella me mira con una sonrisa.

— ¿Confías en mí para contarme un secreto? —me siento feliz.

— Sí, princesita. Creo que ya lo sabes, pero quiero que sepas que yo me enteré anoche.

— ¿De qué te enteraste? —le doy una sonrisa.

— Me enteré de que Alejo y tú son mis hijos, en pocas palabras, yo soy tu papá.

— Ya lo sé, ¡papá!, pero mami no quiere por ahora que lo sepas. Está enojada contigo.

— Será un secreto entre tú y yo, ¿qué dices, hermosa?

— Sí, papi, será nuestro primer secreto —le digo mientras me lanzo a sus brazos—. Te quiero, papá —le doy muchos besos en su mejilla.

— Y yo a ti, mi niña preciosa. Te amo, hija.

— Pero no podré venir todos los días para verte papi.

—No llores mi pequeña, yo te voy a llamar todos los días a la casa solo busca el número y me lo das.

—yo me lo sé papi , mami nos lo hizo a prender de memoria por si algún día nos perdemos.

Paso horas revisando algunos planos, haciendo correcciones. Volteo a mirar y Valeri está dibujando. Me levanto de la silla y me siento al lado de ella, dándole un abrazo y un beso en la corona de su cabeza.

—Papito, tengo hambre y mamá no ha llegado —me soba el estómago.

—Espera y llamo a mamá, a ver si me da permiso para llevarte a comer algo.

Mientras tanto, Daiana estaba en una reunión en un restaurante, pero estaba desesperada por la forma en que Alfonso Tuner le hablaba.

—Señor Tuner, ¿podría quitar la mano de mi pierna, por favor? —murmuró.

—Señorita Daiana, está haciendo calor, ¿no cree? —murmuró en su oído.

—Mire, yo... —No terminó de hablar cuando mi celular sonó.

Tengo que contestar. Permiso, lo miro mal. Alejo, acompáñame, hijo.

—¿Dante?

—Sí, soy yo. Valeri tiene hambre, ¿puedo llevarla a comer algo mientras llegas? —le hablé nervioso por su respuesta.

—¿Por qué no vienes con Valeri mejor? —le hablé con voz entrecortada.

¿Estás bien, Daiana? —me preguntó Dante, irritado.

—Te necesito de verdad Dante.

—Mandarme la dirección ya voy saliendo para allá con Valeri , —tranquila le inquieto.

—Cuelgo la llamada — dando un suspiro.

—Mami, papá ya viene para acá. ¿Ese señor me da miedo?

—Tranquilo, tu papá viene en camino. No le digas nada a ese señor, no quiero que se desquite contigo.

—Tranquila, mami, no le diré nada a pesar de que te ha faltado al respeto.

—¿Por qué no nos vamos, mami?

—Mira a tu alrededor, ¿qué ves, hijo?.

—Muchos hombres de negro, mami —digo nervioso.

—Esos hombres trabajan para ese hombre, por eso hay que ser prudentes en estos casos.

—¿Papá lo podrá solucionar?

—Sí, mi amor, él también tiene buenos hombres que trabajan para él...

Continuara...