A veces no podemos sumergir tanto en una historia, en una persona, que se nos olvida por completo nuestro mundo y obligaciones.
Este es el caso de benjamin, un chico de 25 años obsesionado con la perfección. Adicción que lo llevara al límite de sus límites mentales.
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Cap 17
Nos demoramos unos 20 minutos en llegar, era una casa casi a las afueras de la ciudad, a diferencia de lo que muchos creeríamos, los hermanos Jason vivían en una buena casa, apartada si, pero bella tanto por fuera como por dentro, el taxi se parqueó en el portón de la casa, este se abrió, pero el taxista dijo que hasta ahí llegaba, nos bajamos y al estar del otro lado del portón este se fue cerrando poco a poco
-ay hermano esa lentitud al cerrarse ese portón se me hace una señal para salir corriendo
-calmate Thomas, solo venimos a hablar
-si, si, solo a hablar.
Avanzamos por el camino, al tener los ojos más ajustados a la poca luz de la noche, pude ver a los hermanos Jason esperándonos en la puerta, al verlos a la luz de la luna, quietos como estatuas me dio un escalofrío horrible, cosa que estoy seguro Thomas sintió, ya que este me volteo a ver con los ojos llenos de preocupación.
-buenas noches, señores
-buenas noches
Hablamos al mismo tiempo, nuestra voz retumbó en la noche, estamos nerviosos si, pero eso no lo tenían que saber ellos
Hablamos con decisión y carácter.
-pasen ¿cuánto tiempo? Benjamín
Me hablo matteo, él era un poco más extrovertido si así se le puede decir a una persona más activa en el mundo delictivo
Pasamos detrás de ellos, nos sumergimos en un pasillo oscuro, Martín se mantenía en silencio al igual que Thomas
-sí, hace ya un tiempo, no cruzábamos palabra matteo
-la última vez que te vi, medias menos y luego pum, estás en televisión, como el secuestrador del pueblo.
Este dejó salir una risa burlona y Sonora
-si, malos entendidos
-en serio Bejanmin ¿malos entendidos?
-si.
Este volvió a reír, al terminar el largo pasillo que se conforma de puertas cerradas al público, nos dirigimos a su estudio, entramos en una habitación grande, con un escritorio de madera gruesa, dos sillas detrás de este, y delante dos sillones grandes y una pequeña mesa en medio con cuatro copas de vino seco, lo supe porque al sentarme me llevé la copa a la boca, cosa que dejó perplejo a Thomas
-vamos Thomas no pongas esa cara, no los vamos a envenenar.
Matteo tenía un tono de voz jueton se divertía, sabía cuánto le encantaba hacer estas cosas, era su mundo, su motivo de existir, y yo no le veía lo malo a eso.
Thomas tomó de su copa en cuanto vio que yo termine la mía
-bueno mis señores, a lo que vinimos
-podrían encender la luz, no veo una mierda
Martín al escuchar a Thomas le lanzó todo el contenido de su copa en la cara
-oye peda de...
Esta vez, le lanzó la copa vacía, Thomas se iba a poner de pie, sabía las ganas que tenía de darle un puño en toda la cara, pero lo detuve
-Thomas cálmate, quédate sentado
-pero Benjamín viste lo que hizo
-a ver, a ver, Thomas, acá no se dice groserías, pueda que tengamos una reputación dudosa, pero no somos unos animales. Aprende modales muchacho.
Thomas se quedó quieto, cruzo los brazos y desvío la mirada
-sobre la luz, no se puede, hubo un problema, tuvimos un corto
-matteo, vamos al punto, sabes que venimos por la encomienda del padre Lorenzo
Al escuchar mis palabras Martín se movió en su asiento de forma incómoda, matteo se aclaró la garganta y habló
-queremos al padre y a sus dos engendros, no es negociable. Benjamín
-¿por qué?
-¿cómo?
-eso no es asunto suyo.
Habló Martín, sus oscuros ojos estaban fijos en mí. No me deje intimidar y no aparte la vista
-si no nos cuentan, no habrá trato.
-vienes a mi casa a exigir algo, Benjamín
-si, matteo, no les voy a trabajar a ustedes sin saber el origen del problema, me disculpan la desconfianza, pero ya sabes su reputación.
Matteo volvió a reír, pero esta vez su voz sonó más duro y retumbó en esas paredes llenas de libros
-bueno, razón no te hace falta.
-queremos al padre Lorenzo, porque ese engendro mato a mi madre y a nuestra hermana pequeña.
El que habló fue Martín, un frío gélido recorrió por todo mi cuerpo al igual que por el de Thomas
En la oscuridad de esa casa sentí como a mi lado pasaba una persona, esta dejó una copa en la mesa y recogió la que ya estaba vacía, pasó lo mismo con las otras copas
Thomas se asustó un poco al darse cuenta que la señorita dejaba una copa más en su lugar, este agradeció y agarro la copa, a lo cual le dije que aún no, la dejo en su sitio y hablo
-bueno, ¿qué nos toca a nosotros, si le traemos el encargo?
Matteo lo pensó un poco, tomo de su copa de vino y hablo
-que no los pique en mil pedazos.