Una jovencita hija de uno de los mafiosos más grandes de Italia, nacida de su primer matrimonio y destinada como toda mujer nacida en la mafia a ser moneda de cambio, está comprometida con Reginald Fabrizi, a quien ama y adora.
Reginald Fabrizi Heredero de otra de las mafias de Italia, está enamorado como un loco de Fiorella Cappellari, hija de Francesco Cappellari, pero la envidia de la media hermana de Fiorella hará dudar a toda su familia, incluyendo a Reginald del amor de su amada.
La pobre Fiorella deberá ser fuerte y valiente para poder superar todo lo que le viene, la traición, intriga y la venganza rodeará a esta joven volviéndola capaz de hacer lo que sea para conseguir su venganza, habrá para esta mujer dañada la oportunidad de volver a amar.
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furia
Mansión Fabrizzi.
En este lugar en toda la noche se ha tenido paz al llegar Reginald tomo a su esposa del brazo y la lanzo en medio de la sala.
Los ojos de ese hombre eran de odio puro, tenía rabia dolor, era desesperante y aterradora la situación que se vivía en esa casa.
Lauro era el mejor amigo de Reginald y su mano derecha en la mafia, él era su segundo al mando y había sido partícipe de toda su desgracia.
—Eres una maldita zorra desgraciada. —Gritó ese hombre con el alma destrozada, no solo quedó como idiota delante la organización, quedó como un cornudo y un verdadero imbécil.
—Sabes cuánto he sufrido por tus malditas mentiras, sabes lo infeliz que fui desde el maldito día en que me casé contigo. —Los ojos de ese hombre estaban llenos de odio y dolor.
—Tú me alejaste del amor de mi vida, tú hiciste que humillar y maltratar a la única mujer que he amado, tu maldita bazofia. —Gritó de nuevo.
Francesca solo lloraba tirada en el suelo si vestido rojo corto hacía que casi se le viera todo, su maquillaje estaba corrido de tanto llorar y verdaderamente deplorable verla así.
—Habla, maldición… no te quedes callada, ¿por qué intentaste todo, porque me hiciste dañarla? —El desespero en la voz de Reginald era palpable.
—Yo… Yo te amo, Reginald, siempre lo hice, desde la primera vez que te vi me enamoré de ti, pero tú la veías a ella esa zorra que todo me lo quitaba. —Grito ella histérica.
—Tuve que hacerlo, ganarle algo que quería para que viera lo que sentía yo por su causa. —Siguió ella.
—De qué hablas, que es lo que estás diciendo, ella no tuvo a su madre, su padre siempre la odió, y tú sí tenías a tus padres contigo. —Dijo gritando.
—Te quería a ti, lo hice por amor… —Grito ella.
—No, lo hiciste por envidia, arrebataste a la mujer que amo por un maldito capricho… Tú me hiciste creer que era una zorra. —Se acercó y ella retrocedió arrastrándose.
—Tú me metiste un hijo que no era mío, sabes cómo lloré de pensar que el bebé era prematuro y no lo era. —Dice agarrándose el cabello frustrado.
—Ese niño es mi vida… Y ahora resulta que no es mi hijo. —La tomó del cabello y la lanzo.
—Mereces morir… Maldita, y mil veces maldita… —Estaba fúrico.
—Pa... Pá papá... El niño dijo, pues, la niñera lo traía en los brazos.
—Vamos mi amor... Sí, yo soy tu papá mi vida. —El hombre acostó el niño y lo acostó en su camita, luego fue a su habitación, allí estaba en la cama, Francesca llorando.
—Camina... —La tomó del brazo y la arrastró.
— a dónde me llevas. —Gritaba ella.
Él la subió a la camioneta y arrancó, ella iba detrás con un hombre que la apuntaba mientras él manejaba.
Mansión Cappellari.
Francesco entró y tomó del cuello a milena, en el camino su amante Andrés había sido capturado por orden de Francesco.
—Eres una maldita zorra... Una hija de perra... —Le soltó una cachetada.
—Maldita y mil veces maldita... Me alejaste de Flora, mi único amor... Me metiste a tres bastardos y me hiciste dañar a mi única hija. —Hablo muy molesto.
—Francesco, por favor, lo hice porque te amo, por nosotros ella no te amaba. —Dijo ella y él la volvió a apretar del cuello.
—Te equivocas, ella si me amó, ella me suplicó que no la dañara, dijo que me amaba y yo... Yo soy un maldito idiota. —Grito y la lanzo al suelo.
—Te voy a torturar y luego te daré el lugar que mereces... Iré por mi mujer y por mi hija, desgraciada. —Grito y ella se rio.
—siempre fuiste un idiota, engañarte, fue tan fácil, dos veces lo hice, no solo humillaste a tu mujer, a su bastarda también. —Dijo ella y él le dio una patada, ella aún estaba en el suelo y chilló de dolor.
—Mátame, pero eso no hará que te perdonen, ambas están con tus peores enemigos, ambas te odian y será tu propia hija que te acabe. —Dijo entre risas, pero él la golpeó dejándola inconsciente.
Francesca fue llevada al sótano hasta que despertara y poder seguir con ella.
Mansión de Salvatore.
—Mmm... Querido nieto, dónde estás—Preguntó Fiorella.
—Ya para con lo de nieto... Y aquí estoy, voy a salir. —Dice el ya vestido.
—A dónde vas, pensé que me ibas a comprobar que eras precoz, perdón que no lo eras... —Se rio ella.
—Luego Querida, ahora debo arreglar un asunto. —Ella se cruzó de brazos.
—Idiota... Me trajiste aquí para irte, eres un imbécil... —Se metió al baño molesta.
—Prometo regresar, debo ir a resolver esto, no te molestes, las ancianas suele sufrir infartos. —Dijo y ella salió rápidamente con una jabonera de cerámica y se lo lanzo, pero como él se lo esperaba, cerró rápidamente y se fue.
—Bastardo idiota... —Gritó ella, pero él se fue y ordenó no darle la ropa que le pidió para que no se fuera, ella no se fue, pero porque no quiso, ella no necesitaba vestirse para irse a su mansión, pero quería alejarse de todo el drama antes de su verdadera venganza.
Salvatore maneja hasta llegar a un galpón, baja del auto y al entrar lo dejan pasar y va a una oficina con un hombre.
—Bienvenido Salvatore, por fin, decidiste venir. —Eso fue lo último que dijo antes que la pared quedara manchada con sus sesos, el hombre salió y miro el caos, luego fue a otra oficina y allí estaba otro hombre, entonces lo apuntó y lo sacó de allí.
Cuando Salvatore salió de ese lugar, allí solo quedaban cenizas.
—Amarren a mi buen amigo... —Dijo y subió al auto, el hombre fue atado al coche y lo arrastraron hasta el final de su destino