Eliza, una noble empobrecida, está desesperada por pagar sus deudas cuando recibe una oferta inesperada: convertirse en espía para Lady Marguerite en el ducado del Duque Richard. Sin embargo, su misión toma un giro inesperado cuando el duque, consciente de las amenazas que rodean a sus hijos, le propone un matrimonio por contrato para proteger a su familia. Eliza acepta, consciente de que su vida se complicará enormemente.
Tras la muerte del duque, Eliza se convierte en la tutora legal de Thomas y Anne, y asume el título de Duquesa de Gotha. Pero su posición es amenazada por Alexander, el hijo mayor del duque, un hombre frío y calculador respaldado por la poderosa familia de su difunta madre. Alexander de Ghota.
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Capitulo 18
El viaje de regreso al castillo fue silencioso, cargado de emociones. Eliza mantenía a Thomas cerca, agradecida por su seguridad, pero consciente de que las amenazas aún no habían terminado. Alexander y Sofía se mantenían alerta, sabiendo que cualquier movimiento en falso podría costarles caro.
Cuando finalmente llegaron al castillo, los sirvientes se apresuraron a recibirlos. Eliza se sentía aliviada de estar de vuelta, pero sabía que tenía que mantener su guardia alta. La condesa y sus aliados aún podían estar al acecho.
Eliza se arrodilló y abrazó a Thomas con fuerza, susurrándole palabras de consuelo. —Estás a salvo ahora, mi amor. No dejaré que nada te vuelva a pasar.
Eliza suspiró, su mente trabajando a toda velocidad. —Voy a hablar con los nobles leales a la familia. Necesitamos asegurarnos de que entienden la gravedad de la situación y están dispuestos a apoyarnos.
Alexander la miró con una mezcla de desafío. —¿Y qué hay de mí? ¿Vas a confiar en que también me mantendré leal?
Eliza lo miró fijamente. Era cierto. —No tengo otra opción, Alexander. Hasta ahora, has demostrado que te importa la seguridad del ducado y de los niños. Si me traicionas, estarás traicionando todo lo que has trabajado por proteger.
Alexander sonrió ligeramente. —No te preocupes, Eliza. Mis intereses están alineados con los tuyos... por ahora.
Era odioso y desesperante, pero ero lo que Eliza y los niños tenían. Thomas algo torpe y con movimientos tensos se paró frente a su hermano.
—Alexander...—comenzó antes de que la espada de Alexander hiciera un ruido aterrador y lo mirara fijamente.
—¿De esa forma te refieres a quien te salvó?
Thomas miró nervioso a su alrededor sin saber que decir, ni Eliza sabía que decir, afortunadamente unos lindos pasos correr hacia ellos, Annie fue al lado de su hermano después de escuchar todo lo sucedido, ella miró a Alexander y pese que él siempre la hacía llorar se paró de buena forma.
—Hermano, muchas gracias por salvar a Thomas—dijo Anne lo más cerca, lista para un abrazo al mínimo consentimiento de Alexander.
Este los miró por un rato para luego irse como si nada, dejando a todos los espectadores tan confundidos como los niños.
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La tarde en casa transcurrió en una excesiva investigación hacia los trabajadores y evadir cualquier posible espía, Eliza corría de una area a otra y los niños detrás de ella, cuando Alexander los veía los molestaba hasta que Eliza se enfadaba y Anne lloraba. Thomas al ver tal reacción no dudo en enojarse.
—Es mi hermano, pero ahora entiendo porque padre lo dejó lejos, yo lo hubiera hecho igual.
—Yo lo hubiera abandonado desde bebé—coincidió Elisa con los nervios de punta.
Anne, aunque estaba llorando se ponía de su lado. —Se parece a papá—dijo con media sonrisa—, su risa.
Eliza y los niños no se dieron cuenta de que al lado del pasillo, Alexander escuchaba en silencio, reia ante la respuesta de Thomas y Eliza, pero ante las palabras de Annie toda sonrisa se borró.
Él no era igual a ese hombre y no lo sería.
