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Pasiones Ocultas.

Pasiones Ocultas.

Status: Terminada
Genre:Romance / Yaoi / Completas / Posesivo / Arrogante / Mujeriego enamorado
Popularitas:93.5k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Wang Chao

Samuel odia a Dereck, y Dereck disfruta molestar a Samuel. La razón detrás del odio de Samuel es un misterio para Dereck, quien no entiende por qué su antiguo amigo de repente se distanció y lo mira con desprecio. Sin embargo, el destino parece empeñado en reunirlos, y constantemente se encuentran forzados a pasar tiempo juntos. A medida que pasan más tiempo juntos, sus sentimientos comienzan a cambiar, aunque la desconfianza de uno y el miedo del otro complican las cosas.

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Capítulo 17. Preocupación.

—Mamá, papá —las risas de Gregory y Susan se desvanecieron cuando Samuel al fin decidió decir algo.

Los dos pares de ojos pusieron su atención en él. Su hijo nunca había sido particularmente hablador; sin embargo, desde hacía una semana hablaba menos de lo habitual y reía muy poco. Su semblante estaba apagado a menudo y siempre se encontraba distraído.

—¿Ocurre algo? —Gregory quería sonar tranquilo; no obstante, la preocupación traicionó sus palabras.

—Yo... no quiero a Derek como mi chófer —bajó la cabeza y habló en un susurro—, por favor, cámbienlo.

No hubo respuesta de sus padres. El silencio se extendió más de lo normal, pero él no se atrevió a levantar los ojos. Había adivinado hacía mucho la respuesta que le darían, pero aún tenía un poco de esperanza para poder alejarse de él.

—Sam, sabes la respuesta. Vamos a terminar de cenar.

Samuel apretó la mano sobre el tenedor pero no se atrevió a decir más. Sus padres nunca aceptarían dejarlo conducir y Joel aún no se recuperaba por completo. Terminó de cenar en silencio y subió a su habitación y se acostó en la cama.

Recordar las manos de Derek acariciándolo, su voz susurrando que todo estaría bien y el aroma de sus sábanas lo tenía realmente mal. Hacía tiempo que decidió olvidarlo, pero los muros que había creado a su alrededor se desmoronaban con cada segundo a su lado.

Lo que más temía Samuel era olvidar su promesa. Olvidar el dolor. Olvidarse de los malos momentos y volver a creer. Tenía miedo de caer nuevamente en las sucias garras de Derek.

Una notificación de mensaje rompió el silencio de la habitación. Samuel estiró la mano apenas con ganas y abrió el chat que tenía con Jenn. Su amiga le había enviado una fotografía donde aparecían ella y Derek a su lado. Él parecía tener una sonrisa feliz mientras abrazaba el hombro de Jenn.

"Te felicito"

Fueron solo dos palabras, pero sintió como si el universo se le cayera encima. Debía dejar esos pensamientos de lado. Las cosas seguían igual que en el pasado. Incluso estaba en una situación peor, pues las dos mujeres eran sus amigas cercanas. Jenn era casi como una hermana; no podía permitirse tener esos sentimientos, y tampoco los quería.

Tal vez sí...

Se incorporó en la cama y marcó el número de Elbert.

—¿Podemos vernos? —preguntó tan pronto como Elbert contestó, sin darle oportunidad siquiera de saludarlo. Elbert estuvo de acuerdo y Samuel asintió, aunque su amigo no podía verlo—. Iré al parque. Nos vemos en media hora allí.

El departamento de Elbert no quedaba muy lejos de donde él vivía, tal vez a menos de media hora si no había tanto tráfico. Samuel se puso unos tenis deportivos, ropa de la misma clase y una visera negra.

—Iré a correr —informó a sus padres, quienes asintieron en respuesta.

Trotó hasta el parque que estaba a cinco cuadras de su hogar y se sentó bajo uno de los grandes nogales a la orilla del pequeño lago artificial. Tiró unas cuantas piedras para distraerse y, después de veinte minutos, Elbert le tocó el hombro.

—Sigue igual que antes —dijo Elbert mientras se sentaba a su lado y comenzaba a lanzar pequeñas piedras al agua.

—Umm —Samuel siguió con la mirada en la cristalina agua que se movía por el viento y las piedras que lanzaban.

Aunque él había concertado la cita, realmente no sentía ganas de hablar. O tal vez solo no quería contar la razón de su desánimo, aunque seguramente Elbert ya lo había adivinado; después de todo, era un completo cerebrito.

Los dos se quedaron en silencio, tirando piedras de vez en cuando. El sol se estaba poniendo y el cielo se pintaba de hermosos colores naranjas y rojizos. Era una tarde hermosa, pero ambos tenían un enorme lío de emociones en su interior. Fue como una tormenta pequeña que amenazaba con volverse huracán, pero decidieron ignorarlo hasta que ya no pudieron más y aquellos fuertes vientos derribaron todo lo que habían construido en años de esfuerzo y dedicación.

—¿Me contarás qué sucede contigo o me dejas adivinarlo? —Samuel rompió el silencio y miró a Elbert.

—Solamente si tú hablas primero. —Era claro que ambos necesitaban desahogarse, pero ninguno estaba listo para hacerlo. Samuel bajó la mirada y volvió a girar hacia el pequeño lago.

—Sabes lo que sucede —murmuró después de un largo lapso de silencio.

Elbert asintió. Derek Blackwell, eso es lo que sucedía con Samuel. Tenía la misma mirada de hacía dos años cuando lo vio por primera vez.

Aún podía recordar al Samuel de dieciocho años bailando en el balcón de su casa. Elbert, además de disfrutar de la ciencia, tenía como pasatiempo tomar fotografías de las cosas que consideraba hermosas. Una tarde de marzo, dos años atrás, había salido a caminar con su cámara colgada al cuello. Buscó por horas con la mirada algo que fotografiar, pero a excepción de un hermoso perro acostado en la acera, nada más llamó su atención.

No obstante, cuando sus ojos miraron hacia arriba, vio lo que él había llamado "el cisne rojo". Ese día, Samuel había salido al balcón a practicar para su próxima competencia. Bailó con pasión hasta alcanzar la perfección y, después, se quedó recargado en el balcón observando el poniente donde el sol se estaba ocultando. Su rostro, manchado con los últimos rayos del astro, resplandecía con pequeñas gotas de sudor resbalando por su frente, donde unos mechones de cabello se pegaban.

Elbert no dudó ni un segundo en levantar la cámara y capturar ese increíble momento. Al observar la imagen más de cerca, notó la triste y nostálgica mirada del cisne rojo. Era como si toda su alma lo hubiera abandonado. Como si extrañara algo que jamás iba a volver o a alguien a quien jamás iba a recuperar. Una mirada desolada y un rostro hermoso; no había mejor combinación para la fotografía perfecta.

—Mi hermana me contó un poco sobre su relación con Lily —dijo Elbert con cuidado. No quería incomodarlo más de lo que ya lo parecía—. Tú... —no se atrevió a completar la oración, aunque tampoco hizo falta, Samuel comprendió al instante.

—Pensé que, después de ti, ya no tenía sentimientos por él, pero... parece que todo este tiempo solamente me estuve mintiendo hasta caer en mi propia negación.

Elbert asintió. Comprendía a Samuel perfectamente. Tal vez no era la misma situación, pero él también se encontraba luchando con sus crecientes sentimientos.

—¿Qué hay de ti? —Samuel recargó su cabeza en las rodillas y miró atentamente a su viejo amigo. Su semblante tampoco era muy bueno, para rematar.

Elbert se quedó en silencio un momento antes de negar ligeramente.

—No es tan complicado, pero es igual de imposible —respondió con una sonrisa sarcástica llena de dolor.

—Lo siento —murmuró Samuel. Hubiera querido decir algo más, no obstante, ni siquiera él estaba bien, tampoco sabía cómo consolarlo.

—Es una maldita mierda, ¿no? —Elbert se rió sin sentir ningún sentimiento más que vacío—. Los dos estamos jodidos en el amor. Ambos estamos aquí, llorando la pérdida de alguien que ni siquiera estuvo en nuestras manos. No podemos ni lamentarnos por un maldito fracaso, solamente podemos lamentarnos por no ser ni siquiera una opción para ellos.

Samuel asintió, dándole la razón por completo. Se quedaron en silencio nuevamente, con el sonido de las piedras salpicando el agua rompiendo la quietud del parque. Las palabras de Elbert resonaban en su mente, y Samuel se dio cuenta de cuán similar era su situación. Ambos estaban atrapados en una red de sentimientos no correspondidos, y la impotencia era abrumadora.

El cielo se oscurecía lentamente, tiñéndose de tonos más profundos de azul y morado. Las luces del parque comenzaron a encenderse, creando un ambiente melancólico pero sereno.

—Sabes, a veces desearía poder apagar mis sentimientos como se apagan las luces —dijo Samuel de repente, rompiendo el silencio.

Elbert lanzó otra piedra al agua, observando las ondas que se formaban antes de responder.

—Sí, sería más fácil, ¿verdad? Pero al mismo tiempo, creo que es nuestra capacidad de sentir lo que nos hace humanos. Aunque duela, nos recuerda que estamos vivos.

Samuel suspiró, sintiendo el peso de las palabras de su amigo. Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que el dolor fuera más fácil de soportar.

—¿Recuerdas cuando nos conocimos oficialmente? —preguntó Samuel, intentando cambiar de tema—. Fue en la competencia de ciencias del instituto. No podía entender cómo alguien podía estar tan emocionado por una fórmula química.

Elbert sonrió, recordando aquel día.

—Sí, y tú estabas tan concentrado en tu rutina de baile que casi no prestaste atención a mi presentación. Pero luego, te vi bailar y entendí esa pasión. Era la misma que yo sentía por la ciencia.

Ambos se rieron suavemente, la nostalgia llenando el aire. Recordar esos tiempos más simples les traía un poco de consuelo en medio de su desdicha actual.

—Sabes, aunque nuestras pasiones sean diferentes, creo que siempre hemos entendido el uno al otro a un nivel profundo —dijo Elbert—. Y eso es algo raro y especial.

Samuel asintió, sintiendo una conexión renovada con su amigo. A veces, solo necesitaba recordar que no estaba solo en su lucha, que había alguien que lo comprendía.

—Gracias por estar aquí, Elbert. Realmente lo aprecio.

—Siempre, Samuel. No importa lo que pase, siempre estaré aquí para ti.

El sol había desaparecido por completo, dejando el parque en una oscuridad tranquila iluminada por las luces artificiales. Los dos amigos se levantaron, sacudiéndose el polvo de la ropa.

—¿Vamos a casa? —preguntó Elbert.

—Sí, creo que es hora —respondió Samuel.

Caminando juntos hacia la salida del parque, Samuel sintió un poco de alivio. Sabía que todavía tenía un largo camino por recorrer, pero al menos no estaba solo. Tenía a Elbert, y eso era suficiente por ahora.

Al llegar a casa, Samuel se despidió de Elbert y subió a su habitación. Se dejó caer en la cama, agotado pero con el corazón un poco más ligero. Las palabras de su amigo resonaban en su mente, dándole una nueva perspectiva sobre su situación.

Quizás no podía apagar sus sentimientos como se apagan las luces, pero podía aprender a vivir con ellos, a aceptar que el dolor era parte de la vida. Y con amigos como Elbert a su lado, sabía que podía superar cualquier cosa.

Con ese pensamiento, Samuel cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño, esperando que el nuevo día trajera un poco más de claridad y fuerza para enfrentar sus desafíos.

Aunque se suponía que iba a esperar hasta el día siguiente para poder pensar en una solución a sus problemas sentimentales, parecía que el destino no quería darle ni un respiro para que pudiera pensar con la cabeza fría. A mitad de la madrugada, el estridente sonido de llamada de su celular lo despertó de golpe.

Buscó a tientas en el buró hasta que encontró el ruidoso teléfono.

—Hola —respondió con voz adormilada, ¿quién es?

Tenía tanto sueño que ni siquiera revisó el nombre y respondió enseguida.

“Sam, príncipe, soy Derek.”

Solo entonces Samuel se despertó por completo y comprobó la pantalla para ver si no estaba bromeando, aunque la voz era inconfundible.

—¿Estás loco? ¿Sabes qué hora es? Son las tres veinticinco, Derek. ¿Por qué me llamas a esta hora?

“Yo... yo solo quiero... *hip* un poco de... *hip* ayuda.”

Samuel se sujetó el puente de la nariz y cerró los ojos, dando un fuerte suspiro.

—¿Estás borracho, verdad?

“Tal vez tomé un poco”, respondió con palabras atropelladas. Por supuesto que estaba ebrio.

—Ve a dormir, es muy tarde.

“Estoy abajo en tu casa, *hip" abre la puerta.”

Samuel se paró apresuradamente y casi corrió escaleras abajo para ver por la cámara.

—¿Qué rayos haces aquí? —Su voz sonaba muy irritada en ese momento. Si sus padres se enteraban, seguramente tendría problemas—. ¿Condujiste hasta aquí en ese estado?

"No, no, no. Un taxi me trajo.” Al menos no había sido irresponsable. “De todas formas, ¿vas a abrir la puerta o toco el timbre?”

Samuel no quería arriesgarse. Derek de por sí era una cabeza dura; estando alcoholizado no podía subestimarlo.

—Espera ahí, no te muevas.

Samuel cortó la llamada y salió en silencio por la puerta de servicio. Se dirigió hasta Derek. El aroma a alcohol irritó su nariz incluso antes de quedar a su lado. Seguramente había tomado más de dos botellas de vino, porque realmente apestaba a cinco metros de distancia.

—¡Príncipe! ¡Lindo príncipe! —gritó Derek levantando los brazos y tambaleándose hasta Samuel para abrazarlo con fuerza.

Samuel se vio rodeado en pocos segundos, sin dejarle tiempo para escapar. Las manos de Derek se aferraron con fuerza a su cintura y su nariz rozó su cuello. Luego, los húmedos labios de Derek hicieron lo mismo, haciéndolo estremecer hasta los huesos.

—Suficiente, no grites y suéltame o te golpeo —amenazó Samuel.

Derek lo soltó, pero no quitó sus manos de las caderas de Samuel. Sin embargo, a Samuel no le importó eso cuando vio el rostro golpeado y ensangrentado de Derek.

—Dios, ¿qué te ocurrió? —Su rostro enmarcaba preocupación, lo cual hizo sonreír con arrogancia a Derek.

—Nada, solo una pequeña pelea. No es nada que no haya pasado antes.

Samuel frunció el ceño, su preocupación aumentaba.

1
Kore🌸
Excelente
Ale Must
exactamente eso mismo pensé yo ........esto es una perreta de celos
Ale Must
la familia trata a Samuel como si fuera una mujer y no un hombre y la forma de interactuar entre él y Derek también da la impresión de que es una relación hombre-mujer, no dos ex amigos. Si fuera una novela de omegaverse lo entendería pero no es el caso, o sí?
Stella Maris Scaraballo
es obvio de quién será el nuevo chófer 😚😉😉😉😉😆 siempre disponible ese chico
Ale Must
a mí a los 20 ya nadie me decía que hacer.
Stella Maris Scaraballo
lindos pero será que ellos saben los verdaderos sentimientos de su amigo? 😂
Stella Maris Scaraballo
al fin veo terminada tu novela, no elijo novela a medio terminar porque no aguanto esperar actualización de capitulos el día a día,ya abia ojeado el comienzo y deseaba leerte,me gusta un buen comienzo y intriga
La Loca
Hermoso ✨
Rocío Carballo
padre no es quien engendra sino quien cría, quien esta presente y te brinda cuidado y apoyo. Alaan es su padre, no hay duda en ello no importa lo que la bruja que solo tiene título de madre pero no es mas que palabras vacías.
Andrea Suarez
Excelente
Raiza Rada
Gracias 🫂 por esa historia de amor perseverante
Yolanda Beatriz Lagos Celarien
yo pienso que estos dos van a terminar juntos
Angel
no siguió en contacto con Elbert?
Angel
que paso con el conductor?, cuando paso el accidente, Samuel no se podía comunicar con Dereck ni el conductor (se me olvidó el nombre). también que paso con la mamá de Samuel? y Jenny?
Maria Isabel Fernandez
coño!!!! pero que falta de carácter de este niño, porque se deja , ne da coraje 😡
Maria Isabel Fernandez
muy buena la historia, ya empecé a hacer coraje con este personaje , es tan predecible tan manipulable, que me da triste, va a sufrir y mucho....
Tomasa Aguirre
cómo me ases sufrir
Tomasa Aguirre
me quedé tonta nunca unnaguine que fuera tan perverso el padre da Sami
Tomasa Aguirre
buenísimo este capitulo
Tomasa Aguirre
si fue la toxica
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