Hacía tiempo creía que mi vida estaba resuelta, el esposo soñado, la familia amorosa pero nunca imaginé que la traición vendría de esa persona que creía mi único hogar.
Las apariencias engañan y todos verán quien fue el que engaño, miento y destruyó todo a su paso.
Que comience el juego.
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CAPITULO 18
ESMERALDA
Estar a su lado me hacía sentir feliz, protegida y amada; no sé en qué momento caí rendida a sus caricias, pero solo deseaba estar entre sus brazos y olvidar todo, comenzar de nuevo, todavía no estoy segura de que esto sea amor, pero cada vez se acerca más.
Sabía que Franco descubriría parte de este engaño donde las personas menos pensadas estaban involucradas, todo este plan absurdo de separar con trampas a una familia. El hecho de que sepa sobre la venganza que tenía para todos esos malnacidos, escapaba de mis propósitos. No puedo dejar que se siga involucrando más, ya me importa demasiado como para dañarlo, así que tendría que tomar medidas.
Todo el camino me quede pensativa, buscaría la forma de hacerles vivir el infierno que yo viví, pero antes debo alejarme de Franco. Sin darme cuenta, habíamos llegado a su casa y Franco abrió la puerta del auto para que pueda salir:
- Esmeralda, ¿estás bien?, me abrazo, todo saldrá bien.
- Eh, lo siento, solo que estoy cansada por todo lo que está pasando. Le dije.
- Vamos a entrar, me llevo de la mano adentro de la casa.
Lo seguí, fuimos hasta el jardín y tomamos asiento, trajo una jarra con jugo y agua:
- Quiero que sepas, tomo mis manos, te amo, estaré contigo hasta el final y nunca me separe de ti. Lo veía decidido.
- ¿Amar? Por favor, Franco, hace apenas unos días nos vimos. Le dije.
- Puede que ahora no me creas, pero con el tiempo te lo demostrare. No vi dudas en su mirada.
- Ya lo veremos, sonreía, ahora dime ¿Qué sabes sobre del desfalco?
- Hay dos personas que tramaron todo esto, planearon todo para recibir una herencia y acciones en diferentes empresas, pero no lo hicieron solos, buscaron a los beneficiarios y ahora son dueños. No podía creer lo que me decía, había investigado sobre la herencia, pero aún me faltaban descubrir quiénes eran los involucrados.
- ¿tienes pruebas de todo eso? Pregunte impetuosamente.
- Ya llegara mi asistente con todos los documentos, pero necesitas tranquilizarte. Tomaba mis manos.
- Como me pides que me calme, todos esos bastardos jugaron conmigo, me hicieron ver como la estofadora, infiel y embaucadora. Ya gritaba histérica nadie podía entender todo lo que pase.
- Esmeralda cálmate, destruiremos a todos que te lastimaron y yo estaré a tu lado. Ya me abrazaba y estar en sus brazos ya se convirtió en mi calmante.
Fue entonces que tocaron el timbre con mucha insistencia, ambos salimos ya calmados, al fin tendría en mi poder todas las pruebas para hundir a todos aquellos que se unieron para destrozarme, hoy conocerían al mismo diablo.
Cuando fuimos abrir la puerta no los esperábamos y ellos tampoco vernos juntos:
- Esmeralda ¿Qué haces aquí con mi hermano, porque están tomados de la mano? El imbécil de mi exmarido llego y señalando con gritos, pero no estaba solo.
- Amor ¿Por qué estas con esta mujer? Te olvidaste de mí en el hospital. Reclamaba Esther ya con unas lágrimas en su rostro.
- Salgan inmediatamente de mi propiedad antes de que los eché, decía Franco y de inmediato llamo a su seguridad para que los saquen.
- Esther, tranquilízate, te contare todo. Iba con ella, la extrañaba mucho.
- No te atrevas a tocarme, te dije la última vez que no te conozco y aléjate de mi marido, me grito y solo sentí dar vuelta mi cara con dolor.
- En tu vida la vuelvas tocar o te juro que te arrepentirás. Franco llego tomándole la mano con fuerza y la hizo caer al piso.
- Franco ¿Qué diablos te pasa, es tu esposa? Deberías estar con ella y dejar a mi esposa. Reclamaba el muy idiota.
- Tú no te metas, ahora váyanse los dos antes que los saquen a la fuerza. Gritaba enojado Franco poniéndose delante de mí para que no se acerquen.
- Estoy cansado de esto, Esmeralda vámonos de aquí tu lugar es conmigo, ya me explicaras que hacías con Franco, intentaba llegar a mí con gritos y no entendía porque, si él fue el que me alejo de su lado.
- No te le acerques, le tomo por su camisa empujándolo con fuerza y cayó al suelo.
- Ya, basta, le agarraba el brazo a Franco, tu inútil, señalaba a Luis Fernando, no vengas a decir idioteces que tú y yo no somos nada, te recuerdo que tú me echaste de tu vida, ahora soy yo la que no quiero saber nada de ti. Me acercaba a él y lo miraba fijamente a los ojos; me las vas a pagar muy caro toda esta humillación, solo prepárate porque te voy a hundir. Le repetí las mismas palabras que me dijo.
No escuche nada más y llegaron los guardias, se los llevaron; Esther seguía gritando, pero no le tome mucha atención, más tarde encontraría la forma de hablar con ella, ahora tenía que calmar a Franco, el otro idiota no me importaba por mí se puede ir al infierno. Estos espectáculos me estaban haciendo perder la paciencia y el tiempo, una vez que tenga los documentos en mis manos, comenzare con mi plan.
Ya dentro de la casa Franco se encontraba más tranquilo, pero no dejaba de mirarme y me inquietaba:
- Ya dime, ¿Qué te pasa? Pregunte.
- Aun piensas en él. Indago con tono preocupado.
- Es en serio, frustrada le mire, estoy contigo no me importa nadie más. Con seguridad le respondí.
- Lo siento, solo que…… Ya le callé con un beso.
- Esta te lo dejare pasar, pero no habrá otra, ahora vamos a tomar algo para calmarnos y esperamos a tu asistente, ¡ahh!! y hoy no dormirás en el sofá, tu castigo y le guiñé un ojo con una sonrisa.
Ya no dijo más, esta noche pensaría como irme sin levantar sospecha. No me gusta dejarlo, pero tendría que abandonarlo, no me perdonaría si alguien lo lastima.
