La historia explora el poder del amor y el arte como medios para enfrentar el dolor y la pérdida, destacando la importancia de aferrarse a aquellos que amamos en los momentos más oscuros.
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Capítulo 13: El Camino Hacia Adelante
El sol de la tarde se filtraba a través de las ventanas del estudio, llenando la habitación de una luz dorada. David y Lucas estaban sentados en el suelo, rodeados de papeles, pinturas y pinceles, riendo mientras intentaban crear juntos una nueva obra. Desde que Lucas había mostrado su pintura, una chispa de creatividad se había encendido entre ellos, llevándolos a experimentar con formas y colores en maneras que ninguno de los dos había explorado antes.
Habían pasado varias semanas desde aquella revelación en el pequeño estudio de Lucas, y en ese tiempo, su relación había evolucionado de formas que ambos habían soñado, pero nunca habían creído posibles. Se habían vuelto inseparables, apoyándose mutuamente no solo en sus luchas personales, sino también en sus sueños y ambiciones. Sin embargo, a pesar de la felicidad que compartían, ambos sabían que el mundo exterior seguía girando, y con él, los desafíos que habían estado dejando de lado.
David, en particular, no podía ignorar su salud por mucho más tiempo. Aunque su relación con Lucas lo había llenado de una nueva energía y optimismo, no podía dejar de lado la realidad de su tratamiento. Las visitas al médico se estaban haciendo más frecuentes, y aunque los resultados habían sido alentadores, el miedo siempre estaba presente, un recordatorio constante de la fragilidad de la vida.
“¿Estás bien?” preguntó Lucas, notando la expresión pensativa en el rostro de David mientras mezclaba colores en una paleta.
David parpadeó, saliendo de su ensimismamiento, y forzó una sonrisa. “Sí, solo estaba pensando en algunas cosas.”
Lucas dejó su pincel a un lado y se acercó a David, colocando una mano sobre la suya. “¿En qué cosas?”
David suspiró, sabiendo que no podía seguir evitando la conversación. “En mi tratamiento. He estado yendo más seguido al médico, y aunque las cosas parecen estar mejorando, no puedo evitar preocuparme. Sé que no quiero que esta enfermedad controle mi vida, pero a veces siento que es un peso que no puedo sacudirme.”
Lucas apretó suavemente la mano de David, su mirada llena de comprensión. “No tienes que llevar ese peso solo, David. Estoy aquí para ayudarte, para caminar a tu lado, sin importar lo que pase.”
David sintió que una ola de alivio lo invadía al escuchar esas palabras, pero también una sensación de responsabilidad. “Lo sé, y agradezco que estés aquí. Pero también me preocupa lo que eso pueda significar para ti. No quiero que te sientas atrapado o que sientas que tienes que estar a mi lado solo por mi enfermedad.”
Lucas negó con la cabeza, acercándose aún más. “David, te lo dije antes, y te lo diré cuantas veces sea necesario. Estoy aquí porque quiero estarlo. No me quedo por obligación ni por compasión. Estoy contigo porque te amo, porque creo en nosotros, y porque quiero estar a tu lado en todo momento, sea bueno o malo.”
David sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Aunque las palabras de Lucas eran reconfortantes, el miedo seguía acechando en el fondo de su mente. Pero antes de que pudiera responder, Lucas continuó.
“Además,” dijo con una sonrisa juguetona, “¿quién más me ayudaría a descubrir cómo mezclar estos colores sin que parezcan un desastre total?”
David soltó una carcajada, dejando que la tensión se disipara un poco. “Supongo que tienes razón en eso. No todos tienen mi talento natural.”
Lucas se unió a la risa, y por un momento, el ambiente en la habitación se alivió. Pero ambos sabían que, aunque podían encontrar alegría en esos momentos, las conversaciones serias aún estaban lejos de terminar.
Más tarde esa noche, después de que el sol se hubiera puesto y las estrellas comenzaran a brillar en el cielo, David y Lucas se encontraron acurrucados en el sofá del apartamento de David. Habían decidido pasar la noche juntos, disfrutando de la tranquilidad de la compañía del otro. La televisión estaba encendida, pero ninguno de los dos prestaba mucha atención al programa que se transmitía. Estaban demasiado ocupados disfrutando de la sensación de estar cerca.
Fue en ese momento de paz que David decidió que era hora de abordar otro tema que había estado rondando en su mente.
“Lucas, he estado pensando mucho en lo que viene a continuación para nosotros,” dijo David, su voz apenas un susurro en la oscuridad.
Lucas lo miró, intrigado. “¿A qué te refieres?”
David tomó una profunda respiración antes de continuar. “Sé que hemos estado viviendo en el momento, disfrutando de lo que tenemos. Pero no puedo evitar pensar en el futuro, en lo que queremos para nosotros. En cómo queremos que sea nuestra vida juntos.”
Lucas asintió, entendiendo la seriedad en las palabras de David. “Yo también he estado pensando en eso. Y quiero que sepas que, sin importar lo que pase, estoy comprometido a construir ese futuro contigo.”
David sonrió, sintiendo un calor reconfortante en su pecho. “Eso es lo que quiero también. Pero quiero que seamos realistas, que pensemos en lo que realmente significa estar juntos a largo plazo. Mi enfermedad no es algo que vaya a desaparecer de la noche a la mañana, y quiero asegurarme de que estamos preparados para lo que venga.”
Lucas lo miró con una determinación que David había llegado a amar. “No me asusta lo que venga, David. Sé que habrá días difíciles, y sé que habrá momentos en los que dudaremos. Pero mientras estemos juntos, creo que podemos superar cualquier cosa.”
David asintió, sintiéndose más seguro de lo que había estado en mucho tiempo. “Gracias, Lucas. Es bueno saber que no tengo que enfrentar esto solo. Pero también quiero que sepas que, si alguna vez necesitas espacio, si alguna vez sientes que esto es demasiado, no tienes que quedarte por mi culpa. Quiero que seas feliz, sin importar lo que eso signifique.”
Lucas lo abrazó con fuerza, como si sus brazos pudieran protegerlo de todas las incertidumbres del mundo. “David, quiero ser feliz contigo. Y eso es todo lo que importa para mí.”
Por un largo rato, se quedaron en silencio, simplemente disfrutando de la presencia del otro. Habían hablado de cosas serias, pero al final del día, lo que más importaba era que estaban juntos, y que se amaban. Eso, creían, sería suficiente para enfrentar cualquier desafío que se les presentara.
Mientras las estrellas brillaban en el cielo y la ciudad dormía a su alrededor, David y Lucas sintieron que, aunque el futuro era incierto, estaban listos para enfrentarlo juntos. Habían recorrido un largo camino desde el día en que se conocieron, y sabían que aún quedaba mucho por andar. Pero con el amor y la confianza que habían construido, estaban seguros de que podrían superar cualquier obstáculo.