"Y si alguna vez te lastimé, sabes que también me lastimé a mí mismo. No estoy tratando de ser cualquier tipo de hombre, solo intento ser alguien a quien puedas amar, confiar y comprender."
©AuraScript
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¿perdí la cabeza?
Desperté al día siguiente con la luz grisácea filtrándose por las cortinas. Sentía el frío calando en mis huesos, pero no le presté demasiada atención. La mañana ya se sentía extraña, como si el mundo estuviera ligeramente fuera de lugar. Me levanté y busqué ropa para vestirme, pero nada parecía correcto. Me cambié varias veces, eligiendo una camisa y luego otra, sin darme cuenta de que seguía poniéndome prendas diferentes. Era como si mis manos actuaran por sí solas.
Salí al pasillo y vi a Terry en la cocina. —Buenos días,— le dije con una normalidad forzada.
Terry levantó la vista y asintió, su expresión imperturbable como siempre. —Buenos días.—
Me dirigí a la cocina, donde Terry ya estaba preparando el desayuno. Decidí ayudarlo, aunque mis movimientos eran torpes, como si mis extremidades no me pertenecieran. Mientras cortaba pan, la cuchilla se desvió y me corté un dedo. La sangre brotó, pero no sentí el dolor de inmediato.
—Deberías tomártelo con calma,— dijo Terry, su voz carente de preocupación.
Ignoré el consejo y seguí con la preparación del café. Al verterlo, no me di cuenta de que en lugar de una taza, estaba usando mi mano. El líquido caliente me quemó, y solté la cafetera, que cayó al suelo con un estruendo.
—Joder,— murmuré, mirando mi mano roja y adolorida.
Terry se acercó, recogiendo los pedazos de la cafetera sin prisa. —Estás actuando raro hoy,— comentó, como si estuviera observando un fenómeno distante.
—Estoy bien,— mentí, aunque mi mente parecía flotar fuera de mi cuerpo. Cada acción se sentía distante, como si estuviera viendo a otra persona moverse en mi lugar.
Terry me miró con esos ojos oscuros, sin mostrar ninguna emoción. —Si tú lo dices.—
Me lavé la mano bajo el agua fría, el dolor finalmente penetrando la bruma de mi mente. Miré a Terry, su presencia cada vez más inquietante. ¿Cómo era posible que alguien pudiera ser tan inhumano, tan desapegado de todo?
Me quedé allí, sintiendo el peso de algo invisible. La vida continuaba, pero yo me sentía como un espectador, incapaz de conectar con lo que estaba sucediendo a mi alrededor.
Mientras la mañana avanzaba, traté de concentrarme en las tareas cotidianas, pero cada acción se sentía ajena.
Me recargué en la pared, buscando apoyo, pero caí al suelo. Nunca estuve cerca de la pared, y esa sensación de desconexión aumentó. Todo era tan extraño, tan irreal. Terry se aproximó a mí, su rostro inmutable, y me ayudó a levantarme sin decir una palabra.
—Pareces un niño perdido,— comentó, guiándome al sofá.
Sentí una punzada de vergüenza al recordar que Terry era nueve años menor que yo. Me dejó caer en el sofá y fue a buscar el botiquín. Regresó y se sentó a mi lado, tomando mi mano con una firmeza sorprendente y empezando a tratar mi quemadura.
—Siempre estás trabajando como si tuvieras prisa,— dijo, su tono desapegado. —Deberías tomártelo con más calma.—
Lo escuché sin realmente prestarle atención, sintiendo un desánimo profundo. Terry continuó limpiando y vendando mi mano con movimientos precisos, casi mecánicos.
—De verdad, Damien. Vas a terminar jodiéndote si sigues así,— insistió.
—Lo que necesito es trabajar,— respondí con frialdad, ignorando su consejo. Me levanté del sofá, decidido a irme.
En el trabajo, todo salió mal desde el principio. Mi coordinación estaba fuera de lugar, como si mi cuerpo y mente estuvieran en planos distintos. Derramé café sobre documentos importantes, confundí órdenes y, al final, arruiné una presentación crucial.
—Damien, ve a casa,— me dijo mi jefe al final de la tarde. —Necesitas descansar. Estás fuera de lugar.—
Caminé hacia la salida, sintiendo el peso de cada paso. La gente a mi alrededor parecía moverse en cámara lenta, mientras yo sentía que flotaba en un vacío.
Al llegar a casa, me encontré con Terry, su expresión tan desapegada como siempre.
—¿Cómo te fue?— preguntó, aunque su tono no mostraba interés real.
—Como una mierda,— respondí, sin ganas de entrar en detalles. —Me mandaron a casa.—
—¿Por qué no me sorprende?— comentó, su voz carente de juicio.
Suspiré y me dejé caer en el sofá, sintiendo que mi mente se desvanecía en la niebla. Terry se sentó a mi lado, su presencia extrañamente reconfortante a pesar de su frialdad.
—Deberías escucharme más,— dijo. —Tu afán de trabajar no te va a salvar.—
Lo miré, notando cómo su mirada parecía perforar mi alma sin realmente verla. Era como si para él, yo no fuera más que un objeto, una herramienta rota.
—Tal vez,— murmuré, sintiendo una resignación creciente.
Terry se levantó, dejándome solo con mis pensamientos. Me recosté en el sofá, cerrando los ojos y deseando que el mundo dejara de girar, aunque fuera por un momento. La oscuridad me envolvió, y en ese instante, entendí que estaba perdiéndome a mí mismo, pero no tenía la fuerza para detenerlo.
w(°o°)w impactada, vida difícil la de Terry :(
pero al final si la encontré, los milagros existen 🙏🏾😭
te trataba como una cucaracha con kk y tú todavía eres dependiente a el
patético