Tu Decidiste Dejarme

• DOS SEMANAS DESPUÉS •

NATASHA

Tras una semana no he visto a Jake o a su familia, solo a su hijo quien vino a hablar conmigo pero es muy agradable este chico. Pase las dos semanas hablando por chat con Oliver.

Cada vez que veo un mensaje de él, una sonrisa estúpida aparece en mí rostro y ahí las burlas de Adler y Nicole.

– Natasha, amiga –me dice Paloma–. Hay alguien que te busca afuera.

– ¿Quien es? –le pregunto.

– Una mujer, jamás la había visto –me dice–. Pero parece una estirada. ¿Me entiendes?

– Creo que se quién es... –suspiro–. Ahora vuelvo.

Me alejo y salgo por la puerta trasera del café, ahí está Alina, la esposa de Jake. ¿Ahora que rayos quieren?.

– ¿Puedo ayudarla, señora Vassil? –le pregunto.

– Si, se que no seguiste a mí marido hasta aquí –me dice.

– Al fin otra persona que lo entiende –suspiro–. ¿Y si sabe eso por qué vino aquí?.

– Quiero que te alejes de todos nosotros... Vete –dice–. Te daré el dinero que quieras, pero vete.

– Yo no pienso irme, es mí hogar y el de mis hijos –le digo–. Pueden irse ustedes.

– ¿Aún amas a Jake?. No puedes hacerlo... –suspira–. Estoy embarazada.

– Mmhh... –le sonrío–. Felicidades, ojalá todo salga bien.

– Gracias. Vengo a decirte que te vayas y nos dejes ser felices –se acerca–. Por favor, somos muy felices con Jake y ahora con el bebé en camino.

– Entiendo tu preocupación pero déjame hacerte una pregunta... –la miro–. Si es que son tan felices... ¿Por qué estás aquí?.

– No entiendo –me mira confundida.

– Estás preocupada y si estás tan preocupada es que no son felices –le digo–. Por mí no debes preocuparte, no amo a Jake hace tiempo no lo hago.

– El aún te ama, como si el tiempo no hubiera pasado –llora.

– Es historia pasada, Alina –le digo–. Éramos amigas y luego paso lo que pasó, pero... Por esa amistad que tuvimos te daré un consejo... Llévate a tu marido de aquí.

– Él no va a querer irse jamás –baja la mirada–. Aún menos contigo y tus hijos aquí.

– Mis hijos no quieren saber nada de él –la tranquilizo–. Si fuera por ellos jamás hubieran cruzado miradas con él.

– Es que yo lo amo tanto –llora.

La abrazo y la consuelo, es otra mujer más en la vida de Jake que llora y sufre por amor, me da pena verla así.

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NICOLE

Camino con las galletas de la panadería para Adler, el muy maldito ganó la apuesta... ¡Desgraciado!. Jamás haré de nuevo una apuesta con él, que vergüenza perder.

Mientras estoy llegando, alguien toma mí brazo y me mete a un lugar. Está oscuro, luego un pequeña luz se enciende... Ethan.

– Oh... Eres tu –digo suspirando–. ¿Estás loco?

– Solo quería verte sin que tu hermano estuviera sobre nosotros –ríe–. Aunque se que lo hace para cuidarte.

– Juro cuidarme y a mí madre –le sonrío–. Pero. ¿Que haces aquí?

– Ya dije que era para verte –me sonríe encantador–. Pero también es para hacer esto...

Acerca su rostro al mío, yo me congelo en el acto. Con sus manos en mí cuello posa su boca sobre la mía en un suave beso... ¡Mí primer beso!.

Cierro los ojos soltando un suspiro, sigo su beso inocentemente. Jamás había hecho esto, él se aleja lentamente.

– Perdón si te tome desprevenida –me dice.

– No me lo esperaba –me sonrojo–. Es que jamás me habían besado.

– Imagino que porque no querías –dice–. Porque pretendientes no te deben faltar. Hasta tu hermano estaba enamorado de ti.

– Ay basta, Ethan –le digo–. Hemos hablando muy pocas veces pero jamás sobre eso.

– Me siento mal por él –suspira–. Hemos crecido juntos y verlo mal es una pena.

– Y yo... Acabo de enterarme que es mí hermano –digo apenada–. Fue un golpe algo fuerte para todos. ¿Cómo ha estado?

– Bien, aunque está triste estará bien –me sonríe–. Será mejor que vayas al taller o tu hermano va a sospechar.

– Tienes razón –digo.

Salimos del galpón donde me metió y caminamos hacia el taller. Una vez ahí, Adler nos mira.

– Ya veo porque tardaste tanto –me dice–. Estaba por irte a buscar.

– No seas idiota –sonrío–. Nos encontramos y hablamos hasta aquí. Ten tus galletas –le lanzó el paquete.

– Gracias, enana –dice una vez que atrapa las galletas–. ¿Que onda, Ethan?

– Bien, Adler. Solo pensaba en venir a verlos –le sonríe–. ¿Que tiene ese auto?

– Nada que no pueda arreglar –le dice–. Debe ser el motor, seguramente.

Ethan ayuda a mí hermano en lo que puede. Sabe bastante de mecánica, entonces escuchamos pasos detrás de nosotros.

– ¡OIGAN! –grita Erick.

– ¿Erick? –lo miro–. ¿Que está pasando?

– Su casa, chicos... –nos dice agitado–. Se está incendiando.

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OLIVER

Voy yendo a la casa de Natasha, quiero hablar sobre nosotros, la verdad no entiendo mucho nuestra relación. ¿Sabrá que me gusta o solo me tomara como un amigo? ¿Que seré yo para ella?.

Al alzar la vista una columna de humo llama mí atención, aceleró y veo la casa de Natasha incendiarse. La desesperación se apodera de mí, bajo rápido del auto.

– ¡NATASHA! –grito y corro hacia la casa.

– ¡OLIVER!

Me giro y veo a Natasha correr hacia mí junto a los chicos, suelto un suspiro de alivio no estaban en casa.

– ¡Ay Dios mío! –la abrazo–. Están bien.

– Si –miro su casa y llora–. Mí casa... ¿Que paso?

– Eso te enseñara a respetar –dice una voz familiar.

– Usted... –nos giramos hacia la señora Vassil–. ¿¡POR QUE HIZO ESTO!?.

– Por no saber respetar a la gente superior –dice y me mira–. Veo que te llevas bastante bien con ella, Oliver. Maldito traidor bastardo.

– ¿Que tiene que ver? –señalo la casa–. ¡ES UN MONSTRUO! ¿¡Y SI ALGUIEN ESTABA ADENTRO!?

– Mejor para mí –dice y mira a Natasha–. Ahora te irás tu, maldita zorra y tus bastardos.

Nicole estalla en furia y se abalanza sobre ella, sus manos rodean su cuello.

– ¡En donde vuelvas a hablarle así a mí madre te mato! ¿Entiendes? –le grita.

– ¡NICOLE, MAMÁ! –grita Jake–. ¿Que ha pasado?

– ¡TU MALDITA MADRE INCENDIO NUESTRA CASA! –grita Adler–. ¿Que te hemos hecho?

– ¡Estos bastardos llegaron a romper nuestra armonía! –grita la señora Vassil.

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NATASHA

Veo con furia a la señora Vassil, está vez a pasado todos los límites. ¡MIS HIJOS PODRÍAN HABER ESTADO AHÍ!.

– ¡Ustedes llegaron a arruinarnos la vida! –les gritó.

– Sino quieres que esto siga aléjate de mí hijo y de nuestra familia –me advierte.

– Eres una... Vieja maldita hija de puta –le digo–. Pero, tu ganas... No nos volverás a ver...

– Natasha... –dice Jake.

– ¡LARGO! –le grito–. ¡VETE DE AQUI Y NO VUELVAS!

– No te queremos volver a ver, ni a ti y a nadie –dice Adler–. ¡Que se vaya de aquí!

Jake con una mirada desgarradora se va junto a su madre, Erick y Ethan. Nicole y ese muchacho se echan una última mirada. La sirena de los bomberos se escuchan a lo lejos.

– Mamá... –dice Adler–. ¿Que vamos a hacer ahora?

– No lo sé –miramos a la casa–. Nos quedamos sin nada.

Nos abrazamos los tres y lloramos. Por la noche el fuego está extinto y todo quedo en cenizas y destrozos. ¡HIJOS DE PUTA! ¡MALDITO SEA EL DIA EN EL QUE FORME PARTE DE ESA FAMILIA!

– Natasha –Oliver me abraza–. Lo siento mucho.

– ¿Que voy a hacer ahora? –lo abrazo–. ¿Donde llevaré a mis hijos?

– No quería decir nada enfrente de ellos –me dice–. ¿Por qué no vienen conmigo a Italia?

– ¿Que? –le pregunto–. ¿Cómo que ir contigo a Italia..?

– Pueden quedarse conmigo allá, iniciar una nueva vida –me mira–. Si tu quieres, sino los ayudaré a conseguir algo aquí.

– ¿Mamá? –Adler nos mira–. ¿Irnos a Italia?

– Aamm... No, bueno no sé –miro a Oliver–. No queremos ser una molestia.

– Mamá no quiero volver a cruzarme con esa familia –dice Nicole–. Mira lo que han hecho.

– Piénsalo –dice Oliver–. Yo no tengo problema en hospedarlos y seguro que mí madre tampoco.

Miro a los chicos y a Oliver. Creo que es bastante obvio que quieren irse.

– Está bien –miro a Oliver–. Sino te molestamos.

– Claro que no –asiente–. Arreglaré todo –sonríe.