COMPRARÉ UN ESPOSO.

... A la mañana siguiente, recursos humanos está lleno de candidatos para asistentes de Dalia. Ella no quiere entrevistar a uno por uno, lo que hace es pedirle a Julieta que pase a los de mejor preparados y con buen físico, obviamente su esposo debe ser guapo.

Su amiga que pose un gusto excepcional, termina eligiendo a 10 de los 30 candidatos. Dalia pasa a entrevistarse con cada uno. La primera pregunta que les hace los deja en shock.

— ¿Has visto la película de la propuesta?

— ¿Perdón? — El candidato uno reacciona de una forma nerviosa. Dalia repite la pregunta y ahora el contesta que no lo ha hecho, Dalia hace un gesto de no importarle y empieza con preguntas más personales.

— ¿Cada cuánto tiempo tienes sexo? — Nuevamente el candidato se queda en shock. — No creo que sea una pregunta difícil de responder. — Dice Dalia poniendo los ojos en blanco, no entiende por qué actúa con inocencia..

— Yo y mi novia, nos vemos seguido. — Al escuchar que tiene novia lo elimina rápidamente.

— Ya veo. — Dalia continua con preguntas, está vez laborales, lo hace únicamente para que el no sospeche algo. Durante la hora siguiente entreviste a otros siete candidatos, al llegar con el candidato nueve, ella está agobiada, pues no ha encontrado a nadie soltero. Sin embargo su suerte está a punto de cambiar con éste candidato. Pues el si es soltero. Se llama Alonso, y tiene 21 años. A ella le parece que es muy joven, pero solo hay un año de diferencia entre ellos, nadie la juzgaría por casarse con el. — Eres joven.

— No tanto. — Responde sonriente. Dalia le pregunta lo mismo que a los demás, si ya visto la película de la propuesta, el responde que si lo ha hecho, aunque no entiende por qué le pregunta eso. Dalia no se molesta en dar explicaciones, ella continúa la entrevista normal. Al final le dice que lo llamara y pasa al último candidato, este también es soltero y cumple sus expectativas. Está indecisa sobre a quien debe contratar. Ella observa ambos currículums y fotos.

— ¿Por qué es tan difícil elegir un marido? — Dalia nuevamente se agobia.

— ¿Ya tomaste tu decisión? — Pregunta Julieta.

— Ayúdame.

— ¿Yo?

— Mira estos dos son guapo, inteligentes, y están bien capacitados. Cualquiera podría pensar que yo me enamore realmente.

— Alonso en muy guapo.

— Pero es un año más joven que yo.

— Un año no es nada. Pero si eso te preocupa, también puedes casarte con alguien de tu edad, que está muy guapo, es rico, está perdidamente enamorado de ti...

— Ya se por dónde vas. Y eso no va a pasar. Quiero un marido que pueda controlar, alguien que me sea leal como un perro, qué jamás se enamore de mi y sea mi escudo contra un matrimonio arreglado. Y por la personalidad que me mostró, ya se a quien elegiré. — Dalia toma le muestra la foto de Alonso. — Dile que está contratado.

— ¿Qué planeas?

— Primero enséñale lo que debe hacer, después te vas de vacaciones, debo convivir más con el.

— ¿Piensas enamorarlo acaso?

— Claro que no. El nunca debe amarme.

— Si se casan van a convivir, ¿crees que no va a desarrollar sentimientos por ti?

— No lo hará. Le dejaré tener pareja. Discretamente claro.

— ¿Por qué querías a alguien soltero si le dejaras tener pareja?

— Por qué no le quitaría el novio a ninguna mujer, además, así ella sabría lo que le toca, ser la otra y nada más. Ahora ve a llamarlo, dale entrenamiento, y te vas de vacaciones.

Julieta niega con la cabeza y sale, no tiene más opción que obedecer más órdenes de Dalia.

... Al día siguiente Alonso empieza su trabajo, tarda poco tiempo en adaptarse, en menos de dos semanas ya está listo, Julieta se va de vacaciones y Dalia inicia su plan.

Lo invita a cenar en un restaurante muy lujoso, algo que deba sorprendido a Alonso.

— Señorita. ¿Por qué me trajo aquí?

— Para cenar, ¿por qué más?

— ¿Usted quiere cenar conmigo aquí?

— Quiero que empieces a ver todos los lujos que tendrás a mí lado.

— No entiendo.

— No es necesario. Sólo disfruta la cena. — Dalia le sonríe, Alonso le hace caso, ambos cenan tranquilamente, mientras hablan sobre sus familias, el tema sale a la luz por Dalia. — ¿Tienes hermanos?

— No. Soy hijo único.

— ¿Y que hay de tu padre? No vi que lo incluyeras en el seguro médico.

— No tengo padre.

— Lo siento. — Dalia piensa en su propio padre, a veces desearía que el no estuviera en su vida. Pero al ver la tristeza de Alonso piensa que quizás está equivocada.

— ¿Usted tiene hermanos?

— Si. Tengo dos.

— Debe ser lindo tener con quién compartir tus alegrías y tristezas.

— No siempre se puede compartir todo con la familia. Hay cosas que debes guardar para ti misma.

— Tiene razón. Pero usted tiene a quién abrazar cuándo está triste, eso es mucha ganancia. — Dalia recuerda cuando su madre murió. Ella necesitaba alguien a quien abrazar, quería que alguien la protegiera, sin embargo terminó siendo ella la que dió consuelo a su hermana menor, y nadie se preocupo por dárselo a ella.

— Si. Claro. — Ella pierde el apetito y sólo espera a que Alonso termine para irse.

... Días después, ella deja un reloj de marca sobre el escritorio de Alonso. El al verlo reconoce de inmediato el modelo y sabe que ni con tres meses de trabajo le alcanzaría para comprarlo. El va a la oficina de Dalia y toca la puerta.

— Disculpe señorita. Alguien dejó ésto en mi escritorio.

— Fuí yo. Es tuyo.

— No entiendo.

— Eres un magnífico empleado. Merecías un regalo por tus esfuerzos.

— Esto es demasiado. Lo siento, pero no puedo aceptarlo.

— Ya te lo di. No tienes otra opción más que aceptar.

— De verdad le agradezco. Pero algo así no se le regala a un empleado. A menos que quiera algo.

— Me descubriste. — Dalia cree que ya es hora de hablar con la verdad.

— ¿De que habla?

— Si quiero algo de ti.

— ¿Qué es?

— Tu mano en matrimonio.

— ¿He? — Alonso hace un gesto de sorpresa.

— Estos días te he mostrado de manera sutil todo lo que vas a tener al casarte conmigo. Pero en éste contrato te lo dejo más que claro. — Dalia abre su cajón y le da una carpeta, Alonso la toma y lee. Poco a poco su expresión se vuelve confusa.

— ¿Me dará cinco millones por estar casado con usted dos años?

— Así es. Cinco millones, una mensualidad, una mansión, autos de lujo y libertad para divertirte con quién desees. A cambio sólo pido que firmes un documento, qué seas mi respaldo ante la sociedad y mi familia, y que jamás desarrolles sentimientos por mi.

— ¿Qué clase de persona piensa que soy? ¿Por qué me propone algo así? — Alonso parece ofendido con la propuesta que acaba de recibir.

— ¿Te niegas?

— Si. Me niego a participar en una locura como la que me está proponiendo. Con permiso. — El sale molestó, Dalia también está sorprendida, se pregunta cómo se atreve a rechazar una oferta tan buena.