En está historia, inspirada en la película «La laguna azul» veremos como Perla y Dayhan, por incidente inesperado, ambos quedan varados en un sitio remoto, mientras que todos los buscan con desesperación, pero ese incidente parece que los ayudará a entenderse mejor de lo que ellos creen. ¿Que pasará con esos adolescentes?
NovelToon tiene autorización de Ana de la Rosa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 18
— ¿Dayhan, has estado con muchas mujeres? — preguntó curiosa, acomodándose en su regazo.
— ¡Tal vez!
— Eso no es una respuesta concreta. ¿Quiénes? ¿Las conozco? ¿Algunas compañeras de clases?
— Un caballero no tiene memoria… ¿Te puedo hacer una pregunta?
— ¡Dime! — respondió ansiosa.
— ¿Por qué no habías tenido relaciones sexuales?
— ¡Dios! Me da pena hablar de ese tema contigo. — explicó tapándose el rostro con las manos.
— No debes sentir vergüenza.
— ¡Bueno! Siempre quise entregarme a alguien por amor, a alguien que me tratara con delicadeza.
Dayhan frunció el ceño, estaba confundido. Ella se entregó a él y no siente nada por él, lo que dijo fue contradictorio.
— ¿Por amor? ¿y por qué no lo hiciste con él, con el imbécil de Andhy? Se supone que lo amas. Te he escuchado decir «Amor, te amo». He visto cómo lo besa y cómo él te agarra el trasero. Son la pareja perfecta. — Dayhan, al recordar esas escenas, sintió celos.
— ¿Cómo sabes eso? Tú siempre estás distante de todos.
— Esa es mi ventaja. Mientras ustedes viven encerrados en su mundo de fantasía, burlándose de todos, y creyéndose ser los reyes del mundo, yo piso tierra firme y me doy cuenta de todo.
— ¡Qué alivio! Me doy cuenta de que no solo piensas cosas erróneas de mí, también piensas así de mis amigas. ¿Sabes? Ellas consideran que eres un encanto, guapo, sexy, todo un caballero. Les agrada.
— ¿En serio?
— ¡Sí!
— Diana y Génesis no son tan superficiales. Se dejan influenciar por Emma y por ti. — Perla lo miró molesta.
— Somos algo presumidas, lo reconozco. Pero no somos malas personas. — explicó ella. Él sonrió.
— No te imaginas las cosas que pasan entre ustedes mismos.
— ¿Cómo cuáles? — preguntó ella con curiosidad.
— Prefiero guardarme esa información. Tal vez algún día la necesite. Mientras tanto, es divertido ver cómo se joden entre ustedes.
— Vamos a dejar esa conversación para después. — sugirió la chica.
Ella percibió un tono de enojo y, para no terminar discutiendo con él, prefirió dar por finalizada la conversación. Se acomodaron abrazados, logrando así quedarse dormidos plácidamente.
Al siguiente día, Dayhan abrió los ojos y miró el rostro de Perla, lleno de ternura. Un toque de dulzura cubría toda su aura. No parecía la chica popular y presumida que conocía. Ella estaba acostada en su pecho y, una alegría invadió toda su alma. Sin embargo, esta alegría fue desapareciendo al recordar que estaban ahí por una jugada del destino. Y que en cualquier momento iban a tomar caminos separados, volviendo a la realidad. Le dio un beso en la frente lleno de pesar, la abrazó fuerte, la acomodó en un lugar de la cama y salió a buscar algo para comer.
Perla se despertó, miró a todo lado y se dio cuenta de que estaba sola. Hizo gestos con su boca. Se pasó las manos por la cabeza, arreglando su cabello, y se dispuso a levantarse. Al ponerse de pie, sintió una pequeña molestia en su entrepierna, lo que la hizo ruborizar, al recordar lo que pasó. Estuvo esperando a Dayhan para que la acompañara al lago, pero al ver que él no llegaba, se fue sola. Le urgía darse un baño.
Horas después, Dayhan regresó con algunas frutas. Perla estaba sentada en la silla y parecía molesta.
—¡Si claro! Te gusta estar a mi lado, pero desapareces por horas.— reclamó ella.
— Estaba buscando tus frutas favoritas. Veo que fuiste al lago sin mí.—respondió él.
— Necesitaba darme un baño.— dijo Perla. Agarró las frutas y empezó a comer. Por suerte, a ella le gusta desayunar ligero, menos mal, porque no hay muchas opciones. Dayhan se tiró en la cama bocabajo, cerró sus ojos y llevó una mano a su cabeza. Perla jamás lo había visto así. Su rostro reflejaba cierta tristeza y estaba perdido en sus pensamientos.
—¿Te pasa algo?.—preguntó preocupada.
— No, ¿por qué me preguntas?.— respondió sombrío.
—Te he visto enojado, feliz y con otras expresiones en tu rostro, pero jamás te había visto triste.—dijo Perla.
Él suspiró y dijo:— Estoy bien, Perla.
—Dayhan, si no me quieres decir lo que te pasa, lo entiendo. No lo hagas, pero no soy estúpida.
Él se sentó en la cama y preguntó con los brazos cruzados:—¿De verdad quieres saber lo que me pasa?.
—¡Sí! Pero antes déjame decirte algo. Si estás así por lo que pasó entre nosotros, no te preocupes, no te voy a obligar a casarte conmigo, ni nada parecido. Tampoco lo voy a gritar a los cuatro vientos.
—¡Maldición!.— exclamó él inclinando la cabeza hacia atrás.
—Seguro, te estás lamentando, como piensas tantas cosas de mí, pero tranquilo, aquí no ha pasado nada.— explicó la señorita.
Él se levantó, se acercó a ella y, sosteniendo su rostro la empezó a besar con pasión. Sus besos pasaron de rudos a tiernos, sus lenguas se entrelazaron, y sus cuerpos empezaron a arder de deseos.
—No puedo pretender que no pasó nada, porque jamás voy a olvidar ese momento.—expresó él saboreando sus labios.
—Lo vas a olvidar, dijiste que un caballero no tiene memoria.—explicó nerviosa, excitada, y con voz ahogada.
—Hay recuerdos que perduran en la memoria. Mírame. No quiero estar lejos de ti.— dijo él y, volvió a besar sus labios.
La sujetó por la cintura, rodeándola con sus brazos. Besó y mordió sus labios con delicadeza. Entre besos y jadeo le dijo: —Estoy perdido, jamás podré olvidarte.
—Me vas a olvidar, Dayhan.—dijo ella.
—No. ¿Sabes por qué? Porque te amo, te amo, Perla.—confesó él.
Ella se apartó de su lado, no pudo asimilar lo que él acabó de decir. Pensó que la primera vez que lo dijo, fue por la emoción del momento, pero volver a escucharlo decir "te amo" era muy confuso para ella. Se sentó en la silla apoyando sus codos en las rodillas, mirando hacia abajo con las manos en la cabeza.
—No sabes lo que dices. Por Dios, estás confundido y de paso me estás confundiendo a mí.— expresó la señorita.
Él se puso frente a ella y dijo:— No estoy confundido, estoy afrontando mis sentimientos.
ella es más terca que una mula,a el le faltan pilas para poner esa mujer en su sitio, y la maddy está queda.
voy a seguir leyendo a ver si estoy se compone jejejeje