Cuando Llegaste

Jessica Coutinho

Después de llegar a casa con Ana de la escuela, corrí a darle un baño, le di su medicina y le ofrecí algo de comer, pero no quiso y eso me preocupó. Prefirió dormir, así que la acomodé en la cama y fui a la cocina a preparar el almuerzo.

Gabriel se quedó conmigo en la cocina, noté que poco a poco nos estamos acercando, pero no sé si esto es correcto, sobre todo porque él es mi jefe.

Ana pasó el día bien, corrió por la casa y se quedó admirando la piscina. Gabriel le dijo que podía hacer lo que quisiera y lo único que quería era quedarse pintando sus dibujos de princesa en una mesa que estaba un poco alejada de la piscina, desde la cocina podía observarla perfectamente.

Después de la cena nos fuimos a dormir, todo parecía bien y normal, hasta que me di cuenta de que la fiebre había vuelto y tenía dificultad para respirar, encendí la luz del cuarto y cogí la medicina, pero cuando la levanté, vomitó todo. Entré en pánico, le cambié la ropa a ella y a mí, cogí sus documentos y me dirigí al hospital.

Guardia: Señora, ¿necesita ayuda?

Jessica: Voy a llevar a Ana al hospital, no se encuentra bien.

Él asintió, la cogió de mis brazos y corrimos hacia mi coche.

Me indicó que me sentara en el asiento del copiloto y él tomó el volante, en cuestión de minutos llegamos al hospital.

Guardia: Me quedaré aquí esperando.

Asentí y corrí hacia la recepción y enseguida vino un equipo a verla, yo estaba muy preocupada por ella, esto me estaba matando.

Enseguida apareció una médica en la habitación en la que nos encontrábamos.

Pediatra: Hola señora Coutinho, soy Morgana, la pediatra de guardia, voy a solicitar unos análisis de sangre y una radiografía de tórax de la pequeña.

Jessica: Encantada doctora Morgana, soy Jessica y mi hija es Ana.

Me preguntó qué había pasado, le conté desde el principio y enseguida entró una enfermera para extraerle sangre.

Estaba muy preocupada porque pensaba que era sólo una gripe, pero cuando empezó a tener dificultades para respirar, ya fue una señal de alarma.

Vinieron a buscar a Ana y me quedé en la sala andando de un lado para otro, confío mucho en que Dios la curará pero me gustaría tener a alguien aquí en este momento que me tranquilizara.

Había pasado media hora desde que se fueron y nada todavía, eso me ponía aún más ansiosa.

Morgana: Hola señorita Jessica, aquí está la pequeña, disculpe la demora.

Jessica: Dígame doctora, ¿es grave?

Morgana: Si lo tratamos correctamente, no. Tiene bronquiolitis.

Jessica: Dios mío, ¿y qué es eso?

Morgana: Es una enfermedad pulmonar y está causada por una inflamación persistente de las vías respiratorias más pequeñas del pulmón.

Jessica: Eso es muy grave, ¿se pondrá bien, doctora? Ya ni siquiera puede respirar, ya no habla mucho, a veces ni siquiera sé lo que puede estar sintiendo.

Morgana: Tranquila señorita, se pondrá bien, tenemos buenos profesionales aquí y su pequeña se curará y vamos a tener todo el cuidado para que no se convierta en neumonía, también tiene mucha mucosidad pero se va a poner bien.

Ana estaba tumbada y la enfermera le puso una vía mientras un inhalador estaba en su carita, aquello me estaba matando.

Me acordé del guardia de seguridad que estaba ahí fuera y fui a darle las gracias.

Jessica: Hola.

Guardia: Hola señora, ¿la pequeña está mejor?

Jessica: Se pondrá bien, tiene bronquiolitis, pero se pondrá bien gracias, ¿cómo se llama?

Roberto: Me llamo Roberto, señora.

Jessica: Entonces Roberto, nada de señora, sólo llámame Jess, mira, puedes irte y llevarte el coche también, todavía es muy tarde, no sé cuándo saldré de aquí.

Respiré hondo.

Roberto: Si me llevo el coche, ¿cómo se queda usted, quiero decir, Jess?

Jessica: Yo me pondré en contacto contigo.

Estuvo de acuerdo y me dio su número y enseguida se fue y yo volví a mi habitación.

Había una cama y una butaca para las visitas, preferí quedarme en la butaca, me recosté en la camilla y le pedí a Dios que no empeorara.

Me quedé dormida sin darme cuenta, me despertó la enfermera que estaba examinando a Ana.

Enfermera: Buenos días señorita, enseguida la Dra. Morgana vendrá a hablar con usted.

Ana seguía durmiendo, respiré hondo y me dirigí al baño, no tenía nada aquí, no pude hacer mucho.

Volví a la habitación y me quedé observando el tiempo por la ventana, el día estaba nublado y las hojas volaban de un lado a otro, la gente corría de un lado para otro.

Salí de mis pensamientos con unos golpes en la puerta, autoricé la entrada y era la pediatra.

Morgana: ¡Buenos días! Señorita Jessica, la pequeña ha pasado bien la noche, la respiración ya se ha normalizado pero se quedará aquí hasta que cumpla las 24 horas.

Respiré aliviada, me arrodillé en medio de la habitación y di gracias a Dios.

Jessica: Gracias doctora.

Morgana: De nada, pero aunque la respiración se haya normalizado tenemos que cuidarla porque la bronquiolitis dura algunos meses y existe el riesgo de que se convierta en neumonía, no quiero asustarla.

Jessica: Lo entiendo.

Morgana: Bueno, mi turno ha terminado, pero ya he hablado con la otra pediatra que la va a atender.

Asentí y enseguida salió, pero antes le hizo una caricia en la cabeza a Ana.

Morgana: Es preciosa.

Le di las gracias y salió de la habitación. Ana se despertó, me acerqué a ella y hablé con ella.

Aunque no estaba al 100%, su semblante ya estaba más sonrosado y eso me calentaba el corazón.

Jessica: Buenos días mi amor.

Ana: Buenos días mamá.

La abracé y la llevé al baño.

Ana: ¿Puedo bañarme?

Jessica: ¿Quieres darte un baño?

Estuvo de acuerdo, así que le quité la ropa y le di un baño con calma, salimos de la habitación, había un armario en la habitación donde había pijamas de hospital, cogí uno y se lo puse, menos mal que llevaba su bolso con ropa interior de repuesto.

Llegó la enfermera y nos trajo el café, le di las gracias y enseguida oigo que llaman a la puerta, era el señor Gabriel, confieso que me quedé sorprendida.

Gabriel: Hola, ¿cómo estás?

Richard: Buenos días Jess, ¿cómo está la pequeña?

Jessica: Buenos días chicos, pasen.

Entraron y se dirigieron a Ana, que estaba todo sonriente.

Richard: ¿Cómo estás pequeña?

Ana: Bien tío, ¿dónde están Abby y la abuela Alda?

Richard: Están en casa de Gabriel.

Ana: Tío Gabriel, Abby sale con el tío Richard, ¿tú también sales con mamá?

Preguntó mientras se tapaba la cara con las manos, ¿dónde ha aprendido esta niña a hacer eso? Sólo tiene tres años.

Yo estaba muy avergonzada, quería huir de la habitación, Richard, al entender un poco lo que decía, se reía sin parar.

Gabriel: ¿Qué ha dicho?

preguntó un poco triste por no entender lo que decía.

Richard: Ella dijo...

Jessica: Nada importante señor.

Richard: Estoy de acuerdo con ella.

Fingí no oír.

Jessica: Voy al supermercado de al lado, ¿se quedan con ella, por favor?

Ellos accedieron y yo salí enseguida.

Caminé hacia la recepción y pregunté por una tienda o supermercado cercano y la chica me indicó cómo llegar.

Me dirigí al supermercado pensando en lo que había dicho Ana y en por qué me estaba afectando tanto.

En cuanto llegué al supermercado compré ropa, ropa interior y un protector íntimo, ni loca uso ropa interior sin lavar, pero como no hay manera, usaré el protector.

De camino a casa pasé por una librería y compré un kit de dibujo y lápices de colores y volví al hospital.

En la sala sólo estaban Ana y Gabriel que veían algo en el móvil.