Una tragedia marca la vida de Isabella Moretti. Años más tarde el amor vuelve a ponerla a prueba.
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CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 17.
Por Isabella.
Valentino ingresó a su habitación y yo entré detrás de él cerrando la puerta. Él caminaba de un lado a otro de ella sin decir nada. Tenía una mano en su cintura y con la otra apretaba el puente de su nariz. Finalmente, se plantó frente a mí y comenzó a hablar:
-Ángeles… Ella tendría 25 años ahora… -Valentino comenzó a acercarse y tomó asiento en la cama, mientras que yo tomé una silla y la puse enfrente de él, oyendo atentamente lo que tenía que decirme. -Cuando Ezequiel falleció, Ángeles y yo caímos en una gran depresión. Yo estaba muy mal y mis padres decidieron que lo mejor era internarme en una clínica psiquiátrica. Estuve 6 meses dependiendo de ansiolíticos y otras clases de pastillas para poder estar bien hasta que finalmente me dieron de alta. Cuando salí de la clínica, supe que ella no había corrido con la misma suerte… Mi hermanita…- Lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de él. Supe que guardaba un sentimiento aún más fuerte dentro suyo y estaba intentando sacarlo. Decidí interrumpirlo, ya que note la imposibilidad que tenía para seguir con su relato.
-Valentino, no necesitas contarme esto.-Le dije tomando su mano para mostrarle que cuenta conmigo.
Sin embargo, Valentino limpio sus lágrimas, soltó un suspiro y continuó.
-Ángeles se suicidó. Mi hermanita tomó un frasco de pastillas y ya no despertó. -Dijo finalmente, cayendo en llanto otra vez.
-Lo lamento tanto Valentino. De haber sabido que Ezequiel tenía más familia, de saber que el Sr. Lorenzo era su padre. Hubiese hecho lo posible para acercarme a ustedes. Quiero que sepas que jamás tuve intensiones ajenas al amor de Ezequiel y que el hecho de que esté trabajando en tu empresa es mera casualidad.
-Lo sé Issi. Por favor, no debes explicar nada. De lo que sí estoy seguro es de que papá y mamá sí sabían de ti. Conozco a mis padres. En los todos los años de mi padre a cargo de esa empresa jamás lo he visto encariñarse con un empleado de la manera en que lo hizo contigo. Hablaremos con ellos a su regreso. Deben aclarar esta situación.
-Valentino… Quiero pedirte regresar a la empresa. Ya fueron muchos días sin ir a trabajar.
-Está bien Issi. Hablaremos cuando regresemos. Creo que lo mejor será regresar mañana por la mañana. No pienso estar un día más en esta casa.
Asentí apretando su mano. Valentino observó su reloj y luego él levantó la vista y me observo.
-Demonios. Son las 12 de la noche y no hemos cenado. De seguro ya está todo cerrado aquí para ir a cenar fuera. Lo siento, lo arruiné.
-Puedo cocinar algo para ambos si quieres.
-Tú… ¿Cocinas? - preguntó.
-Claro que sí. ¿Qué te parece pizza?
-Muy bien. Veamos que puedes hacer. -Dijo él riendo desafiante.
Salimos de su habitación con cuidado de no hacer ruido para no despertar al resto y estar tranquilos. Una vez en la cocina, comenzamos a ubicar los ingredientes.
Valentino comenzó a pasarme cada ingrediente que necesitaba. Armamos la masa, entre risas, y luego pusimos la pizza al horno mientras nos sentamos en la barra para hablar y esperar el tiempo para qué la cena este lista.
En un determinado momento, sin previo aviso, Valentino tomó un puñado de harina del paquete y lo tiró encima de mí, dejándome llena de polvo.
-Oh, te acabas de ganar una enemiga. -exclamé persiguiéndolo para devolverle el gesto.
Corrimos por la cocina, riendo y ensuciándonos. Valentino me agarró de la cintura para evitar que siga echando harina en su tan cuidado cabello. Intentábamos calmar nuestra respiración mientras no parábamos de reír. Sentí que cada vez estábamos más cerca el uno del otro.
-Sabes… Ahora entiendo por qué Ezequiel se enamoró de ti. -exclamo él.
En ese momento, fuimos interrumpidos por un carraspeo proveniente de la puerta de la cocina. Ambos miramos para ver quién era y el ambiente empeoro.
-Vaya, vaya. -Exclamó Martina. -Con qué hasta ligera había salido la niñita.
-¿Qué haces aquí? -Exclamó Valentino con notable irritación.
-Escuche ruidos en la cocina y quise ver que pasaba. Lo que no esperaba era oír esto. Así que esta pequeña zorra es la que había cegado a Ezequiel… Y ahora… Está haciendo lo mismo contigo… Vaya, vaya… ¿Que pensaría Ezequiel si los viera?
-No te permito que nombres a mi hermano con esa boca de prostituta ofrecida que tienes. -Exclamó Valentino. -Vete de mi vista si no quieres que te mate con mis propias manos.
Mire su rostro y lo vi transformado. Rojo de furia y sus ojos ya no eran azules, más bien negros. Parecía un demonio que había subido del infierno a la tierra.
-Valentino… -Lo tomé por el brazo para intentar calmarlo.
Martina se fue de la cocina en silencio y furiosa. Luego Valentino me devolvió la mirada.
-Lo lamento Issi. -Dijo, poniendo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. -Como verás, la situación con mi familia no es buena.
-No te preocupes. Oye, creo que la pizza ya está lista. -Dije, sacándola del horno y colocándola sobre la mesa.
Comencé a reír al darme cuenta de cómo estábamos los dos. Parecíamos dos fantasmas de lo blancos. Apenas se nos veían los ojos.
-¿Qué te causa gracia? - Preguntó Valentino con una sonrisa.
-Es solo que estamos desastrosos. Creo que luego de la cena tendremos que limpiar la cocina y darnos una ducha.
-Claro que sí. Micaela y Marcela me matarán si ven el desastre que hicimos. Son muy quisquillosas con la limpieza.
Luego de comer y limpiar la cocina nos dirigimos cada uno a su habitación.
-Ya quedan pocas horas para regresar a Chicago y en verdad no creo que concilie el sueño.
-Creo que yo tampoco. Solo armare mi maleta.
-¿Qué tal si me hablas cuando termines? Estaré en mi habitación terminando de hacer las mías.
-Claro. Te veo en un momento.- Respondí sonriendo.
Me dirigí a mi habitación a terminar de empacar. Dentro de unas pocas horas partiría el avión y después de todos estos sucesos no tenía sueño.
Después de armar las maletas, me di una pequeña ducha y un cambio de ropa, ya que estaba llena de harina. Una vez terminé, decidí ir en busca de Valentino. Quizá quiera dar un paseo por el jardín o simplemente echar un último vistazo a la ciudad antes de regresar a casa.
Golpee la puerta de su habitación y luego entré dentro esperando encontrarlo. Sin embargo, me encontré con una situación que no esperaba.
Martina estaba dentro sentada en la cama, vistiendo solamente su ropa interior, mientras que él solo estaba cubierto por una toalla alrededor de su cintura. No estaban besándose, ni nada por el estilo. Él ni siquiera estaba cerca de ella. Pero sentí que algo dentro mío se rompía.
-Lo siento. Yo… no debí entrar. - Exclamé y me di la vuelta para irme.
-No. Isabella. Quédate. Estaba esperándote. -Exclamo él.
-Lo siento, pero no estoy interesada en ser parte de este show. -Dijo Isabella.
-Pues el show lo está montando mi querida prima. -exclamo él.
-¿Es en serio Valentino? ¿Volverás a rechazarme? - Exclamó Martina furiosa.
-¿Rechazarte? ¿Acaso estás loca? ¡Eres mi prima maldita sea! ¡Tenemos la misma sangre! ¡Sal de aquí! ¡Eres tan retorcida!
-No seremos los primeros primos que tienen sexo. -exclamo ella. -
-Martina. -Dijo Valentino intentando mantener la calma. -Retírate por favor y no me hagas enojar más de lo que ya estoy.
Martina salió de la habitación furiosa empujándome al salir. Algo en mi interior me decía que esto no acabaría aquí.
*******
Por Valentino.
Luego de terminar con mis maletas, me di una pequeña ducha. Supuse que si Isa terminara antes que yo, ingresará directamente.
Cuando cerré el grifo y me decidí a salir de la ducha, oí un ruido en la habitación, por lo que creí que era ella. Me envolví en una toalla y salí para buscar mi ropa y vestirme en el armario mientras ella esperaba.
Sin embargo, mi sonrisa se apagó cuando vi que en lugar de Isabella estaba Martina, en ropa interior. Casi desnuda.
-Maldición, ¿qué carajos haces aquí? ¿Y vestida de esa manera? - Dije dirigiendo mi vista hacia otro lado de la habitación.
-Solo vine para ver si deseabas alguna cosa. -Exclamó ella acariciando su cuerpo.
-Deseo que te vayas de mi habitación. ¿Qué pretendes?, ¿eh?
-Quiero que me hagas tuya. Aquí en tu cama. Sabes que siempre me has gustado.
-No. Claro que no. ¡No te tocaré un pelo! Eres mi prima, ¿cómo puedes pedirme algo así?
-Oh, vamos Valentino. Ven aquí. -Dijo ella dando una palmadita en la cama, incitándome a acercarme a ella.
-Lo mismo hacías con Ezequiel. ¿Crees que no lo sabía? ¿Cómo puedes ser tan desgraciada?
-Si no me haces el amor en este puto instante, todo el mundo sabrá que esa prostituta que está contigo es la puta de Ezequiel.
-Pues no me importa. Haz lo que quieras. No le temo a nadie. Ni siquiera a tu puta familia.
En ese instante, oí un suave golpe en la puerta. Supe que era ella. Salvándome una vez más.