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Alana

Alana

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Diferencia de edad
Popularitas:3.6k
Nilai: 5
nombre de autor: NELSI BLANCO

Alana Alvarado Blanco solía sentarse en un rincón de su pequeño cuarto en el orfanato y contar los huecos visibles en la pared, cada uno representando un día más sin la compañía de sus padres. En su mente infantil, imaginaba que cada uno de esos agujeros era un recuerdo de los buenos momentos que había compartido con ellos. Recordaba con cariño aquellos cinco años en los que su vida había sido casi perfecta, entre risas y promesas. La melodía de la risa de Ana Blanco, su madre, resonaba en su corazón, y la voz firme de Vicente Alvarado, su padre, aún ecoaba en su mente: “Volveremos por ti en cuanto tengamos el dinero, pequeña”. Sin embargo, ese consuelo se había transformado en una amarga mentira, la última vez que le repetían esas palabras había sido poco antes de que la pesada puerta de madera del Hogar de San Judas se cerrara tras ella, sellando a la fuerza su destino y dejando su vida marcada por la ausencia. En ese instante, la esperanza que una vez brilló en sus ojos comenzó a de

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capítulo 17

La Evolución de Alana

​Tres años pasaron como tres capítulos de una vida nueva. Alana había cumplido su promesa. Se graduó de la universidad con honores, especializándose en administración de empresas, la ironía de estudiar el mundo que la había intentado destruir no se le escapaba.

​El dinero de su divorcio se había invertido sabiamente, dándole una base sólida. Vivía en un pequeño pero elegante apartamento, en una zona de la ciudad donde la sombra de los Fuente no llegaba. La casa inmensa y vacía era un recuerdo lejano.

​Su vida ya no era una lucha por sobrevivir, sino una celebración de la paz. Y en esa paz, encontró el amor.

​Daniel, un joven arquitecto, era todo lo que Fernando no fue: honesto, de corazón sencillo y completamente ajeno al mundo de la riqueza corporativa. Su relación era tranquila, basada en el respeto y el apoyo mutuo. Ella no le había ocultado su pasado con Fernando; él solo le había ofrecido un futuro.

​Una tarde de otoño, Alana estaba en una galería de arte con Daniel. Ella se rió mientras él discutía apasionadamente sobre la estructura de una escultura. Por primera vez en su vida adulta, Alana se sintió verdaderamente completa y feliz.

​El Precio de Fernando

​Mientras Alana prosperaba, Fernando Fuente se desmoronaba.

​Perdió sus puestos ejecutivos, cumpliendo con las demandas del divorcio. Había sido exiliado a una oscura división de la Corporación, una oficina pequeña y sin poder, para pagar por sus "errores juveniles". La Tía Helena lo despreciaba abiertamente, y su padre le había retirado todo el respeto.

​Fernando vivía solo en el inmenso silencio de la mansión, que ahora se sentía como una celda de lujo. Al principio, se consoló con sus amantes y el alcohol. Pero la novedad se desvaneció. Descubrió que ninguna de esas mujeres tenía la inteligencia o la tenacidad de Alana.

​Empezó a idealizarla. Recordaba su silencio, que había confundido con sumisión, como una "elegancia única". Recordaba su enfrentamiento final, no como una derrota, sino como una prueba de su "fuerza incomparable". Se había convencido de que solo Alana podía sacarlo de su miseria y devolverle la imagen de poder que había perdido.

​Un día, mientras hojeaba viejos álbumes de fotos corporativos, encontró una foto de su boda. La sonrisa falsa de Alana, el brillo asustado en sus ojos. Se convenció de que la necesitaba. Su obsesión se convirtió en un plan.

​La Búsqueda Comienza

​Fernando usó sus últimos contactos en la empresa de seguridad. Ordenó una búsqueda, no para dañarla, sino para "recuperarla".

​Le tomó semanas, pero encontró la dirección de Alana, un discreto edificio residencial.

​Una tarde, Fernando se estacionó a una cuadra de su apartamento. Se quedó en su coche por horas, sintiendo la adrenalina familiar del control. Cuando vio a Alana salir con Daniel, riendo, de la mano, sintió un golpe de celos tan intenso que le nubló la vista.

​Vio la felicidad que ella tenía, una felicidad que él no le había dado.

​Alana y Daniel se despidieron con un beso. Alana se dirigió a la puerta de su apartamento.

​Cuando Alana metía la llave, sintió una sombra detrás de ella. Se dio la vuelta.

​Allí estaba él. Fernando. Con tres años más de edad, pero con la misma mirada intensa, aunque ahora llena de una necesidad desesperada.

​"Alana," susurró Fernando. "Necesito hablar contigo. Cometí un error, mi vida sin ti es un infierno."

​Alana lo miró con total calma, sin una pizca de miedo, solo con una firmeza helada.

​"Fernando," respondió. "Tu infierno lo creaste tú. Yo no estoy interesada."

​Fernando dio un paso hacia ella, pero se detuvo al ver la resolución en sus ojos. Él había perdido su poder.

​"No te rindas, Alana. Vuelvo por ti. Y no aceptaré un 'no' por respuesta."

​Alana entró en su apartamento y cerró la puerta de seguridad. El pasado había llamado a su puerta.

Alana cerró la puerta de seguridad, pasó el cerrojo y se apoyó contra la madera, inhalando profundamente. El encuentro con Fernando duró menos de un minuto, pero la amenaza persistió en el aire de su apartamento. No era el miedo de antes; era la certeza de que su paz acababa de terminar.

​Se dirigió a su escritorio y tomó su teléfono de emergencia. No iba a esperar a que Fernando actuara.

​El Contacto con Londres

​Su primera llamada fue a Catalina. Eran casi las 6:00 AM en Londres.

​"¿Diga?" La voz de Catalina sonó somnolienta al otro lado, pero se aclaró instantáneamente al escuchar la de Alana.

​"Cata, es Fernando. Estuvo aquí. Me encontró," susurró Alana. Le describió el encuentro, la mirada de obsesión y la frase de advertencia.

​Catalina pasó de la somnolencia a la furia controlada de la abogada. "Maldita sea. Sabía que no se quedaría quieto. Escúchame, Alana. Lo primero: esto es una violación de las cláusulas implícitas de acoso de nuestro acuerdo de divorcio. Es una prueba de que sigue siendo una amenaza. Es hora de que sepa que estamos vigilándolo."

​"¿Qué hacemos?"

​"Yo me encargaré del frente legal desde aquí. Zúñiga debe enviar una notificación formal a sus abogados por acoso. Pero eso es lento. Necesitamos la inteligencia. Alana, llama a nuestro 'Ángel de la Guardia'. Necesitamos que Ricardo vigile sus movimientos y se asegure de que no esté usando los recursos de la Corporación para esta persecución personal."

​"¿Crees que lo está haciendo?"

​"Por supuesto. Es Fernando. No sabe cómo atarse los zapatos sin un asistente. Si está usando a los hombres o la tecnología de Fuente, tenemos una nueva prueba de fraude corporativo. Una razón para que su padre lo castre legalmente para siempre. Llama a Ricardo."

​La Inteligencia Silenciosa

​Alana se desconectó y marcó el número de emergencia de Ricardo. Él respondió de inmediato, como si hubiera estado esperando esta llamada durante tres años.

​"Señora Alana. Sabía que no tardaría."

​"Fernando me encontró, Ricardo. Estuvo en la puerta de mi casa," le informó Alana, manteniendo el tono neutral.

​"Entendido. ¿Necesita que me mueva?"

​"Necesito que uses tus contactos. Quiero saber qué ha hecho Fernando en las últimas 48 horas. ¿Ha solicitado recursos de seguridad? ¿Ha usado la base de datos de empleados para rastrear información? Y si lo está haciendo, necesito que me digas dónde lo está guardando, qué archivo es."

​Ricardo no preguntó por qué. "Lo entiendo, señora. El 'Anexo B' está listo para ser utilizado. Pero si él nos da una nueva prueba de malversación o uso indebido de recursos, será mejor."

​"Exacto. Necesitamos un nuevo anexo para su derrota. ¿Puedes hacerlo?"

​"Puedo hacerlo," afirmó Ricardo. "Siempre he mantenido mis propios archivos de 'seguro', solo por si acaso. Ahora me encargaré de que mis 'archivos de seguro' vigilen a su exesposo. No se preocupe, señora. Él es predecible. Y yo lo conozco."

​El Juramento Reforzado

​Con las llamadas terminadas, Alana se sintió tranquila. Fernando había reaparecido, pero ella ya no estaba sola ni indefensa.

​La obsesión de Fernando se convertiría en su perdición. Él buscaba una segunda oportunidad, pero solo iba a encontrar el fuego legal de dos hermanas y el juicio silencioso de un ex chofer leal a la verdad.

​Alana tomó una copa de vino. Daniel no tardaría en llegar. Ella sonrió, ya no una sonrisa de alivio, sino una sonrisa de la estratega que había aprendido a ser. El juego había comenzado de nuevo, y esta vez, ella tenía el tablero.

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Omis Mendoza
está muy buena La novela no demore mucho los capítulos quiero ver La cara del aristócratico sin celebró dé Fernando
Omis Mendoza
que maldito ojalá ella sea más inteligente y sé largue de ese infeliz y sé haga una mujer fuerte y empoderada
Omis Mendoza
era dé esperarse ésa situacion todo lo que brilla no es oro
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