Cuando sabemos que la vida nos tiene deparado un futuro, pero somos nosotros mismos quienes creamos los caminos que nos llevan ya sea a la toma de buenas o malas decisiones, todas las que he tomado de ninguna me arrepiento me han hecho el hombre que soy y llegar a ser lo que soy y nada ni nadie me hará cambiar de parecer eso era lo que creía hasta que supe que jamás tendría una oportunidad en su vida
NovelToon tiene autorización de Deyanira Noguera para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
17
Mientras le hablaba, intenté convencerme de que esta oferta no tenía nada que ver con lo que había sentido al verlo. No era su culpa que sus ojos me recordaran a algo que nunca pude superar del todo. Y aunque sabía que lo que Eileen sentía por él no era más que pura gratitud, no pude evitar sentir una punzada de celos. Pero en el fondo, sabía que eso era solo mi propia inseguridad, mi propio miedo a perder lo que más amaba.
Andrew asintió, y por un instante, pensé que quizás él también podía sentir que, detrás de mis palabras, había algo más. Algo que ninguno de los dos iba a mencionar.
Al final, el pasado siempre tiene una forma de colarse en el presente, aunque uno crea que lo ha dejado atrás. Pero por ahora, tenía que centrarme en el futuro. Un futuro en el que, de alguna manera, ese joven y yo trabajaríamos juntos para crear algo grande.
El Silencio de James
Me di cuenta del momento exacto en que James se desconectó de este mundo. Fue un pequeño cambio, algo sutil, pero después de tantos años de matrimonio, podía leerlo como si fuera un libro abierto. Su mirada, que hasta hacía unos segundos estaba fija en Andrew, se perdió en el vacío, como si lo hubieran arrancado de la sala y lo hubieran arrojado de vuelta al pasado. Su cuerpo permanecía quieto, pero algo en su expresión me indicó que estaba peleando una batalla interna, una de esas que no compartía con nadie.
Siempre supe que James escondía algo. No era una cuestión de desconfianza; lo conocía lo suficientemente bien como para saber que no era de esos hombres que ocultaban cosas por malicia. No, en él había una profunda tristeza, una herida que, aunque intentaba disimular, nunca terminó de sanar. A lo largo de los años, muchas veces sentí que estaba al borde de abrirse conmigo, pero en lugar de eso, siempre terminaba diciendo: "Algún día te lo contaré todo."
Ese "algún día" había flotado entre nosotros desde el inicio de nuestro matrimonio. Había noches en las que lo sentía más cerca, cuando sus defensas bajaban, y parecía que finalmente iba a hablar, pero entonces algo lo detenía. Nunca le presioné. Sabía que, fuera lo que fuera, lo diría cuando estuviera listo. Y hoy, al observar su rostro mientras nos encontrábamos en aquella sala de negociaciones, supe que ese día había llegado.
Lo vi en sus ojos, la sombra de un recuerdo que lo atormentaba. Y cuando me miró, esa conexión entre nosotros, esa intimidad que habíamos cultivado durante años, se hizo más fuerte que nunca. A través de una simple mirada, pude leer en él lo que las palabras aún no se atrevían a decir. Algo muy profundo, algo que le había dolido durante años, estaba emergiendo.
No había secretos entre nosotros, al menos, no de esos que destruyen matrimonios. Pero en lo más profundo de su ser, sabía que guardaba algo. Era algo grande, algo que lo marcaba, quizá por vergüenza o por dolor. Pero por más oscuro que fuera ese rincón de su alma, estaba dispuesta a acompañarlo. No importaba lo que fuera, no importaba cuán sombrío o difícil. Yo estaría allí, como siempre lo había estado. Porque James era mi hombre, mi refugio, mi todo, y con él estaba dispuesta a llegar hasta el fin del mundo.