Shanan es una enfermera profesional que se dedica especialmente a los niños. Ella fue recomendada por los altos directivos de ese hospital para cuidar a un niño enfermo. En cuanto ella entra a esa casa, siente una presencia extraña. Veamos como se va sucediendo esta historia...
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Ese hombre debe de estar loco
La policía se perdió en el camino, no encontraban la casa. Tal vez tomaron el camino equivocado.
Es increíble, una casa no se puede perder así como así, si está enorme.
Y, ¿por qué debemos de ir a esa casa? ¿Qué es lo que sucede ahí?, preguntó uno de los oficiales.
Todos iban en el mismo coche policía. Es un favor que le quiero hacer a un amigo, dice que tal vez haya personas encerradas ahí o secuestradas.
¿Tú crees eso?, preguntó otro.
Mi amigo es una persona muy seria y no creo que se haya inventado algo como esto.
Sí, tal vez tengas razón, pero nosotros no podemos andar a ciegas solo porque sospechas de algo, necesitamos pruebas para poder actuar.
Confíen en mí, así como yo confío en mi amigo.
Lo malo es que no hemos visto ninguna casa en muchos kilómetros a la redonda.
El policía que fungía como jefe consultó el Google Maps.
Creo que agarramos un camino equivocado, regresemos iremos por otra senda.
Se fueron por otra senda el mapa les iba indicando el camino.
Muchas horas después, veían la casa a algunos metros de distancia. Conforme avanzaban iban sintiendo un aire gélido que les llegaba hasta los huesos.
Miren ahí hay un coche estacionado, pero no llega hasta la casa, ¿de quién será?
No sé, investigaremos.
Se estacionaron atrás del coche y los policías se apearon para inspeccionarlo.
Está cerrado, chequen a ver si ven a alguien cerca.
Dos por aquí y dos por allá dijo el oficial cantante.
Unos 15 minutos después...
No se ve a nadie, oficial.
Por este lado tampoco.
El oficial mayor sacó una ganzúa de su coche.
Abrió la puerta del coche estacionado sin mucho esfuerzo.
Checó la guantera. Había varios papeles ahí, los sacó y empezó a revisarlos.
Mateo Collazo, leyó el policía. Había una bolsa de dama en el asiento delantero, lo inspeccionó también. Irina Arce.
Jesús Moro tenía razón. Ellos están en esa casa.
Inmediatamente, lanzó la advertencia, necesitamos refuerzos aquí en carretera Nuevo Laredo, kilómetro 70. Posible secuestro de tres personas o tal vez haya más.
Cuando llegaron a la entrada de la mansión, encontraron la puerta cerrada con candado.
Qué raro, no parece haber vida en esta casa, dijo el oficial mayor.
Sí, yo también pienso lo mismo, dijo otro oficial.
¡Policía!, ¡abran!
Pero nadie respondió al llamado, ellos siguieron tocando.
Un gran silencio inundaba todo el lugar; no se oía ni siquiera un pajarillo o un animal salvaje.
Oficial, páseme la ganzúa, dijo el mayor.
Con la ganzúa intentó romper el candado de la puerta.
Será mejor que dejen las cosas así como están, dijo una voz atrás de ellos que sepa Dios de dónde salió.
Ellos se volvieron de inmediato.
Alto, un movimiento en falso y disparo. ¿Tienen alguna orden de cateo o algo parecido?
No necesitamos ninguna orden de cateo. Yo soy el mero jefe y puedo inspeccionar cualquier casa que me parezca sospechosa. Y, ahora, necesito que me abra esta puerta por las buenas o por las malas.
Ni por las buenas ni por las malas. Será mejor que ustedes se larguen de aquí si no quieren morir aquí mismo, no me voy a tentar el corazón.
Ya le dije que soy policía, baje el arma está infringiendo la ley.
A mí la ley me vale un reverendo cacahuate, hubieran defendido a mi madre en el momento que estaba siendo atacada por mi padre.
No sabemos de qué nos está hablando.
Mi padre atacaba a mi madre cada que le daba su gana y nadie hizo nada por defenderla. ¿Dónde estaba la policía en ese momento?, y ahora yo les digo que se larguen de mi casa, nadie tiene derecho de venir a inspeccionar nada.
El policía mayor le calculó unos 55 años al tipo.
Eso que usted dice, ¿hace cuando pasó?, ¿cuánto tiempo?
Desde que yo era un niño. Mi padre la golpeaba tanto que ella terminó por matarse y matar a todos sus hijos, solo yo pude librarme de la muerte, mis hermanos murieron a manos de ella. Es todo lo que puedo recordar de ese episodio, estaba yo muy chico.
Nosotros tenemos poco en la corporación, pero sí supimos de esa historia la misma policía lo salvó de morir llevándolo al hospital, ¿por qué ahora quiere vengarse en personas inocentes?
El tipo no dejaba de apuntarles con la pistola.
Baje el arma se va a meter en serio el problema con la policía.
Entonces, sucedió algo inesperado. Uno de los policías trató de sacar su arma y el tipo disparó a quemarropa, matándolos a todos. Y así como llegó ahí desapareció de inmediato.
En el suelo quedaron tirados cuatro policías que fueron a investigar si había gente dentro de esa casa.
Era ya muy entrada la noche cuando llegaron los refuerzos.
Miren, mataron a los compañeros, pero, ¿quién haría?
Uno de los oficiales observó la casa con detenimiento.
Parecía una casa sacada de ultratumba. Enorme, imponente. El arco que se formaba en el camino junto a la casa parecía invitarlos a traspasarlo.
Sabían que en esa casa no vivía nadie, pero si el oficial había llamado, entonces, era porque algo pasaba. Los policías empezaron a buscar a la manera de entrar a esa casa.
Uno fue hasta la puerta principal y de un disparo quitó el candado, cosa que al oficial mayor no se le ocurrió, Tal vez porque estaba pensando cómo ayudar a las personas que estaban secuestradas ahí dentro.
Luego intentó abrir la puerta principal, pero esa estaba más difícil porque era una puerta grande de fierro. Tenía varias chapas y estaba muy bien protegida.
Se decía que en aquellos años había mucha delincuencia y muchos querían entrar a robar a esa casa por eso estaba muy bien protegida, valía una fortuna.
El policía que fungía como jefe les habló: vamos a rodear la casa si encuentran alguna entrada nos avisan, ¿ok?
Y así, se dispersaron todos los policías alrededor de esa casa.
Mientras tanto, adentro de la casa el sótano.
¿Oyeron eso?, dijo Mateo.
Sí, parecían disparos, le contestó Irina muy nerviosa.
Aglaed permanecía en silencio. De pronto, empezó a gritar, estaba muy histérica.
¡Ay!, ¡quítenmelos!, ella lloraba despavorida.
Mateo e Irina la vieron desconcertados.
¿Qué te pasa, Aglaed?, es tu imaginación, no tienes nada.
Aglaed lloró un rato más y luego se desmayó.
Mateo la checó haciendo honor a su profesión, ya que él era enfermero e Irina también.
Parece que fue envenenada con algo, pero, ¿con qué?
Luego, Irina dijo, ¡el agua!
Entonces una de las aguas estaba contaminada y le tocó a ella como nos pudo haber tocado a ti o a mí. Ese tipo debe de estar loco. Porque casi podría jurar que fue él el que nos dio esa agua.
🥹😢😥😱😱😱