Antonieta, una joven noble de catorce años, vive atrapada entre las estrictas reglas de la alta sociedad y su pasión secreta: volar en un caballero móvil. Mientras se prepara para cumplir con su rol como dama y conocer a su prometido, entrena en secreto para dominar la tecnología que le permitirá surcar los cielos. Pero no todos están dispuestos a aceptar su sueño, y Antonieta deberá decidir si seguir las normas o romperlas para volar libre.
NovelToon tiene autorización de Aramisss para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 14: Antes de ir a helior.
[Exterior – Mansión de la familia Alcalá de la Alameda, hangares y campo de pruebas – años atrás]
Narrador:
Alan comenzó a caminar por el hangar de la familia mientras Antonieta lo seguía con paso decidido.
Antonieta:
—Alan... sobre... mi petición...
Alan:
—No. No pienso entrenarte.
Antonieta:
—Pero...
Alan:
—Nada de peros.
Antonieta:
—¿Al menos puedes decirme por qué tu caballero móvil se llama Nier?
Narrador:
Alan se detuvo y volteó a ver a la pequeña niña que aún lo seguía.
Alan (serio):
—¿Sabes por qué en los documentos aparezco como Alan de los Alcalá de la Alameda?
Antonieta (intentando no ofenderlo):
—¿Porque eres... un huérfano?
Alan (con una leve sonrisa):
—Una monja me cuidó. La vi como una madre. En su memoria...(Se queda en silencio.)
Alan:
—Antonieta... ¿sabes? Creo que sí. Te enseñaré.
[Interior – Ciudad de Helior – Zona Comercial – Día, actualidad]
Narrador:
La zona comercial de Helior era un despliegue de arquitectura elevada al lujo cotidiano. Las calles de piedra pulida reflejaban la luz del mediodía como espejos, y toldos color crema se extendían entre columnas jónicas y arcos tallados con escudos de casas nobles.
A ambos lados, los escaparates resplandecían. En uno, vestidos de gala flotaban sobre plataformas giratorias encantadas; en otro, armas ceremoniales y modernas descansaban en vitrinas como si fueran joyas. Una tienda mostraba libros levitando sobre estantes invisibles; otra ofrecía relojes que marcaban no solo la hora, sino también el clima, la magia ambiental y las emociones del portador.
Para las chicas era impresionante. Pero en el caso de Alison, fue algo más allá: fue júbilo, especialmente al ver un local donde vendían un bolso que compró sin dudar.
Alison (mientras observaba su compra):
—¿Saben? No sé cuándo podré volver a comprar.
Richard (con una risa burlona):
—Un año, si apruebas... o te comprometes con alguien de aquí.
Alison (un poco molesta):
—No creo que me entiendas, Richard. Hay que darse un gusto después de casi morir.
Narrador:
En ese momento, Richard guardó silencio.
Lemon (mientras mira la ropa exhibida):
—¿Sabes, Mimi? Creo que podría comprar un vestido. Los diseños de Ederi son llamativos.
Minerva (mirándola):
—No entiendo. No noto la diferencia entre su ropa y esta.
Antonieta:
—Concuerdo.
Narrador:
Alison apenas escuchó ese comentario. Tomó a Lemon del brazo y se la llevó a uno de los locales con letras grandes y cursivas: "Boutique de Helena."
Richard:
—Supongo que ellas comprarán vestidos... Muy bien, vamos al museo.
Antonieta:
—¿No deberíamos avisarle a Alison, al menos?
Richard (con disgusto):
—Está bien, le diré. Pero ustedes pueden adelantarse. El museo está casi al final de la zona comercial. Lo reconocerán, o un trabajador las invitará a entrar.
Narrador:
Ellas siguieron las instrucciones de Richard. Después de unos pasos, un hombre con un delantal azul se les acercó con una sonrisa amable.
Empleado del museo:
—¿Les gustaría visitar el museo de Helior?
Antonieta:
—¿Tiene algún costo la entrada?
Empleado del museo:
—No, es gratuita.
Narrador:
Ambas entraron. Mientras tanto, Richard había encontrado a Alison y Lemon, quienes estaban observando un traje para hombre ostentoso y decorado. Lo miraron al mismo tiempo. Richard palideció y estaba a punto de alejarse, pero ambas lo tomaron del brazo.
Richard (con miedo en los ojos):
—¿Qué están haciendo?
Alison (con una enorme sonrisa):
—Embellecerte.
Richard:
—No necesito más ropa, gracias.
Lemon:
—Tonterías. Siempre se puede tener más ropa.
Narrador:
Y así, Richard fue arrastrado a un local de ropa contra su voluntad.
[Interior – Ciudad de Helior – Museo – Día]
Narrador:
El museo era enorme, con múltiples áreas interactivas: maquetas de mechas históricos, trajes de piloto antiguos y videos holográficos. Antonieta los observaba con admiración
.Antonieta (sonriendo):
—No pensé que tuvieran una exhibición de trajes.
Minerva (compartiendo su emoción):
—¡Mira! También tienen un video de un Pacemaker contra un Exvalivur.
Narrador:
Ambas pasaban de exhibición en exhibición, probando cada área interactiva. Minerva se interesó especialmente en los documentos técnicos.
Finalmente, llegaron a un salón titulado:
“Las traiciones internas”
Allí se mostraban los métodos de la Cruz Negra para secuestrar y someter a pilotos mediante crueles torturas, con el objetivo de convertirlos en marionetas y agentes durmientes.
Pero fue al ver un muro que ambas sintieron un escalofrío. Estaba cubierto de retratos, la mayoría de mujeres. Una de ellas parecía una monja. De alguna manera, ambas sabían que estaban viendo algo importante... algo que las tocaba.
De pronto, una voz robótica comenzó a hablar:
Voz automática:
—En estos cuadros se pueden ver a cada Baronesa de la Cruz Negra, pilotos o hijas de nobles que, por diversos métodos —entre ellos la tortura—, fueron convertidas en ejecutoras. Entre las más destacadas:
-La primera, Eleanor Casagrande: una de las primeras pilotos graduadas de Helior. Fue la primera baronesa, quien azotó varios pueblos antes de ser derribada en Helior.
-La cuarta, María de los Lathenor: logró destruir la ciudad de Atrono y derribar las defensas portuarias de Arcana. En un momento de lucidez, decidió inmolarse con su caballero móvil.
-La sexta, Nier: excandidata a santa. Una monja dedicada al cuidado de niños en un convento. La Cruz Negra atacó ese lugar y la secuestró. Durante su tiempo como baronesa, fue quien más caballeros móviles logró derribar. Fue vencida por un piloto de nombre Alan.
Minerva (mirando a Antonieta):
—Solo conocía a una...
Antonieta (viendo la foto de Nier, casi sin aliento):
—Alan…
Narrador:
Richard llegó al museo unos minutos antes que Alison y Lemon. Para su desgracia, aún llevaba puesto el traje elegante que ambas lo habían obligado a comprar. Cada paso que daba le recordaba lo incómodo que era, pero lo que vio al entrar al salón le hizo olvidar la ropa por completo.
Frente al muro de los retratos, Antonieta estaba quieta, mirando con los labios apretados el retrato de Nier. Minerva, a su lado, mantenía los brazos cruzados, pero también parecía afectada.
Richard (acercándose con voz suave):
—¿Alan te lo contó, verdad?
Antonieta (sin mirarlo):
—Él me contaba cosas buenas de ella... pero esto... ¿tú lo sabías?
Richard (asintiendo):
—Todos en Helior lo saben. Bueno… todos menos tú y algunos de afuera. Es algo que no se comenta mucho. Por respeto a Alan, supongo.
Antonieta (con la voz temblorosa):
—¿Ella era… realmente una santa?
Richard:
—Fue una monja. Una buena mujer, según dicen. La Cruz Negra la secuestró y la convirtió en otra cosa. Alan la derribó, pero nunca habló de eso con nadie.
Narrador:
Hubo un silencio. Antonieta bajó la mirada, como si de pronto se sintiera más pequeña que nunca.
Minerva (con voz tranquila):
—Él eligió seguir adelante. Quizás tú también puedas hacerlo. No eres ella. Nadie lo es.
Richard (poniendo una mano sobre su hombro):
—Hay cosas que uno no quiere decir. Para Alan fue personal. No dejes que te afecte más de lo que debe.
Y si no puedes... no te hablaré mas si te rindes ahora.
Antonieta:
—¿rendirme? lo pensé en el tren... ahora no quiero.
Richard:
—¿Quieres seguir aquí o ya es hora de ir a la academia?
Minerva:
—Creo que ya me quiero ir.
Antonieta:
—Claro.
Narrador:
Y así, después de varias vivencias, Antonieta, como las demás, comenzó a caminar guiada por Richard hacia la Academia de Helior.