Sarah siempre había tenido a Liam en su vida, pero jamás imaginó que sus sentimientos por él podrían cambiar. Es el mejor amigo de su hermano, un chico que siempre estuvo en su órbita, pero nunca en su corazón. Sin embargo, una noche mágica, bajo el brillo de las estrellas, todo cambia. La atracción es inmediata, poderosa, y aunque duda, no puede evitar sucumbir al deseo. El amor se convierte en una lucha interna entre lo que siente y lo que debe hacer. ¿Podrá vivir con el riesgo de perderlo todo por un amor que parece destinado a romper las reglas?
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Miradas Que Hablan
Nos quedamos así. En silencio. En ese instante que parecía suspendido entre el deseo y el peligro. Y justo cuando estaba a punto de volver a besarlo escuchamos una voz
—Sarah __ Era Doruk. Desde el pasillo. Cerca. Demasiado cerca
Liam se separó en un segundo. Retrocedió hasta la encimera y tomó su taza como si no pasara nada. Yo me giré hacia la estufa como si hubiera venido solo por mi té
—Aquí —respondí, fingiendo naturalidad— Qué pasó
Doruk asomó la cabeza por la puerta. Su mirada pasó de mí a Liam. Se detuvo apenas un segundo en nosotros dos. Luego habló
—Noah quiere ir al centro comercial. Dice que si tú o Liam se apuntan, se animan
—Claro yo voy —dije rápido
—Perfecto. En veinte salimos. Cuando se fue me apoyé en la encimera. El corazón iba como un tambor. Liam soltó el aire, bajo
—Crees que sospechó
—No. Pero eso estuvo cerca
Él me miró. Había un brillo distinto en sus ojos. Como si el peligro lo excitara más que lo asustara
—Vamos al centro comercial entonces
—Vamos —le respondí, sin dudar—. Pero prométeme que no me vas a mirar así delante de él
—Así cómo
—Así como si ya supieras cada parte de mí. Liam sonrió
—No puedo prometerlo. Pero intentaré no ser tan obvio
Tomó su taza y salió primero. Yo me quedé un momento más, mordiéndome el labio Estábamos jugando con fuego. Y yo ya no quería apagarlo. Suspiré y subí a mi cuarto. Debía arreglarme parair al centro comercial, pero no sabía qué ponerme. Estaba algo indecisa. Me paré frente al clóset, mirando la ropa como si fuera a darme una señal divina. Toqué una blusa blanca de tirantes, luego unos jeans rotos, y después me detuve en ese vestido verde que casi no usaba
—Muy arreglado. Muy casual —murmuré para mí misma, sin decidirme. Revisé el reloj. Tenía menos de una hora y aún no me maquillaba
Finalmente, me dejé caer en la cama, mirando el techo. No era solo la ropa. Había algo más una inquietud que no sabía explicar. Tal vez Liam había cambiado algo en mi interior. Ya no quería salir como antes, sin pensar mucho en cómo me veía. Ahora era distinto. Quería verme bonita y verme bonita para él
Sonreí, y en ese instante, me decidí. Me levanté con decisión y volví al clóset. Saqué el vestido verde. No era demasiado formal, pero tenía algo especial un escote sutil en la espalda y una falda que se movía con ligereza. Me lo probé frente al espejo y, por primera vez en mucho tiempo, me sentí diferente. Más consciente de mí misma. De mi reflejo. De lo que podía provocar
Peiné mi cabello en ondas suaves, dejando que cayera libre sobre mis hombros. Apliqué un poco de rímel y delineador, solo lo justo para resaltar mis ojos. Un toque de rubor, brillo en los labios y listo. No era mucho, pero era suficiente. No quería parecer que me había esforzado demasiado aunque la verdad es que sí lo había hecho. Por él
Bajé las escaleras con el corazón latiendo más rápido de lo normal. En la sala ya estaban Noah y Doruk, sentados en el sofá. Noah levantó una ceja cuando me vio, y Doruk soltó un leve silbido
—Wow, Sarah —dijo Doruk con su típica sonrisa de medio lado—. Y ese look Vamos al centro comercial o a un desfile
Me reí, fingiendo que no me afectaba, pero por dentro temblaba. No por ellos. Por el que aún no había bajado
Y entonces, como si lo hubiese invocado con el pensamiento, Liam apareció en la puerta del pasillo. Se detuvo al verme. Literalmente. Como si se le hubiese apagado el mundo por un segundo. No dijo nada. Solo me miró
Sus ojos recorrieron mi vestido, mi cabello mi expresión. Luego tragó en seco y se pasó una mano por la nuca, incómodo. O nervioso. O las dos cosas
Liam
Bajé las escaleras distraído, abrochándome la pulsera del reloj. Escuchaba las voces de Noah y Doruk en la sala, haciendo el mismo escándalo de siempre. Pensé que íbamos a tener que esperar a Sarah —como siempre— así que no me apuré mucho. Pero en cuanto llegué al último escalón, todo se detuvo. Ahí estaba ella
Y no era solo que ya estuviera lista. Era cómo se veía. Ese vestido verde suave, ligero moviéndose apenas con la brisa del abanico. El cabello suelto, en ondas suaves. Los labios brillando con un toque rosado. Y los ojos los ojos mirándome como si esperaran algo. Como si supiera que me iba a dejar sin palabras. Porque me dejó sin palabras
Me quedé quieto. Literalmente. No supe ni qué decir ni qué hacer con las manos. Tragué en seco disimulando y me pasé una mano por la nuca como si me picara. No quería que Noah ni Doruk notaran nada, pero por dentro estaba desarmado
— Estás lista —pregunté aunque la respuesta era obvia
Ella asintió con una sonrisa. No cualquiera. Una de esas que te quitan el aire sin que te des cuenta
Y ahí supe que el día iba a ser complicado. Porque hoy no solo salíamos al centro comercial. Hoy yo tenía que sobrevivir a verla así y no decirle lo que de verdad quería decirle