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Un Último Deseo

Un Último Deseo

Status: En proceso
Genre:Matrimonio arreglado
Popularitas:9.2k
Nilai: 5
nombre de autor: @ngel@zul

Alexander es un joven príncipe, que debido a sus responsabilidades está obligado a contraer matrimonio a sus veintiún años.
Para su buena suerte, o no. En su Reino existe una regla que le da la posibilidad de tener un mes para sí mismo, un mes en el cual él dejará de ser quien es para convertirse en una persona común.
Ahora bien, ¿Qué pasará durante ese mes? ¿La vida de Alexander cambiará a causa de lo que está por vivir?

NovelToon tiene autorización de @ngel@zul para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Amelie

Capítulo 17:

Y mientras los tres jóvenes se aventuraban en algo no muy familiar para ellos, en la casa de Amelie, conocida cariñosamente como Meli, la muchacha iniciaba su día con una rutina que había perfeccionado a lo largo de los años. Era temprano, pero la luz del sol ya se colaba por las cortinas de la pequeña cocina, iluminando su cabello castaño oscuro que caía en ondas naturales sobre sus hombros. Sus ojos, parecían contener un millón de historias no contadas, y su piel clara y suave se sonrojaba levemente con el ajetreo matutino.

A sus veinte años, Amelie llevaba una vida sencilla, y aunque ella no quisiera su belleza destacaba como algo extraordinario. Poseía una figura con curvas delicadas y una gracia natural que la hacía parecer sacada de alguna historia de princesas y príncipes. Siempre vestía ropa cómoda durante el día: jeans gastados, camisetas simples y un delantal cuando estaba en la cocina, su lugar favorito en el mundo.

Su abuela, Margaret, la observaba desde la mesa del comedor mientras sorbía su té. Margaret conservaba la energía y la calidez de alguien mucho más joven. Su cabello, completamente blanco, estaba recogido en un moño desordenado, y sus ojos brillaban con el amor que solo una abuela podía tener por la niña que había criado como propia.

— Meli, cariño, ¿no es muy temprano para hacer tanto ruido?— bromeó Margaret mientras la veía buscar algo en los armarios de la cocina.

Meli giró hacia ella con una sonrisa radiante, sosteniendo un frasco de harina.

— Lo siento, abuela. Tengo que practicar este pan dulce para la clase de mañana. Si no me sale bien, la chef me va a regañar otra vez, y sabes que no puedo soportar esas miradas de desaprobación.

Margaret rió suavemente, dejando su taza sobre la mesa.

— No sé por qué te preocupas tanto, cielo. Eres la mejor cocinera que he conocido, y eso que tu madre también era increíble en la cocina.

El rostro de Meli se suavizó al escuchar a la mujer mencionar a su madre. La había perdido años atrás y a su padre no lo había conocido, a él lo había perdido cuando era apenas un bebé.

— Gracias, abuela. Pero quiero ser mejor. Quiero que, algún día, puedas ver mi nombre en un restaurante famoso y decirles a todos que soy tu nieta.

Margaret sonrió con orgullo.

— Ya estoy orgullosa de ti, Meli. No necesitas demostrarme nada.

La relación entre ambas era profundamente especial. Margaret había dedicado su vida a criar a Amelie con amor y valores, y Meli, a su vez, se desvivía por cuidar de su abuela. Aunque trabajaba por las noches en el bar para cubrir los gastos, durante el día se dedicaba a sus sueños y a asegurarse de que a Margaret no le faltara nada.

Tras desayunar juntas, Meli pasó la mañana practicando recetas para su clase de cocina. Aunque la cocina era pequeña, estaba bien organizada gracias a ella. Cada utensilio tenía su lugar, y las especias estaban perfectamente alineadas en un estante. Meli trabajaba con concentración, amasando, probando y ajustando ingredientes.

A mediodía, se sentaron juntas para almorzar. Meli había preparado una pasta y pan recién horneado, lo cual provocó que Margaret la elogiara una vez más.

— ¿Sabes qué, Meli? Si algún día abres tu restaurante, yo quiero estar en la entrada repartiendo sonrisas y diciendo que mi nieta hace la mejor comida de la ciudad.

— Si algún día tengo mi restaurante, abuela, tú no vas a trabajar. Solo te sentarás en la mejor mesa y comerás todo lo que quieras.

La tarde pasó tranquila. Meli asistió a su clase de cocina, donde, como siempre, se destacó, aunque seguía siendo su peor crítica. La pasión por la cocina la impulsaba, pero también la llenaba de dudas. Siempre quería ser mejor, aprender más, y nunca se daba demasiado crédito por lo que ya había logrado.

De regreso a casa, se sentó con Margaret a charlar mientras veían un programa de cocina en la televisión. Era uno de los momentos favoritos de ambas, compartir ideas y bromear sobre quién podía hacerlo mejor que los chefs del programa.

Cuando el sol comenzó a ocultarse, Meli se preparó para su turno en el bar. Margaret la observó mientras se ataba las zapatillas y se ponía una chaqueta ligera.

— ¿Seguro que no quieres que te prepare algo para llevar?—preguntó la anciana, preocupada como siempre.

— Estoy bien, abuela. No te preocupes. Además, mañana tenemos el día libre juntas, ¿recuerdas?

Margaret sonrió, aunque la preocupación no abandonó sus ojos.

— No te sobrecargues, Meli. Quiero que seas feliz.

Meli se acercó y la abrazó con fuerza, inhalando el aroma familiar de lavanda y cariño.

— Lo soy, abuela. Más de lo que imaginas.

Con esas palabras, salió de casa, lista para enfrentar otra noche de trabajo. Aunque soñaba con un futuro brillante, su presente estaba lleno de pequeños momentos que la mantenían con los pies en la tierra.

El aire frío de la noche envolvía las calles de Nueva York mientras Meli caminaba por el vecindario, con su bolso cruzado al pecho y las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta. Era una ruta que conocía bien, pero que siempre le hacía sentir la ciudad viva con sus luces y sonidos. Al doblar la esquina, llegó a la casa de su amiga Dana, con la que se encontraba algunos días para ir juntas al bar en la motocicleta de esta.

— ¡Meli! Justo a tiempo— dijo Dana saliendo por la puerta principal, cerrándola con rapidez mientras se colocaba su casco. Llevaba una chaqueta de cuero negra y botas gruesas que completaban su apariencia ruda, aunque su sonrisa cálida siempre la delataba.

Meli sonrió mientras le tendía un termo de café caliente que había preparado en casa.

— Para el camino. Necesitamos energía si vamos a sobrevivir a otra noche de locos.

Dana aceptó el termo con una risa.

— ¿Qué haría sin ti? Anda, sube. Hoy tenemos que atravesar medio mundo.

Meli se colocó detrás de su amiga, asegurándose de sujetarse bien mientras Dana arrancaba la moto. El rugido del motor resonó en la tranquila calle mientras avanzaban hacia el bullicio de la ciudad.

El viento fresco golpeaba el rostro de Meli, pero en lugar de molestarla, la hacía sentirse libre, como si el mundo estuviera lleno de posibilidades. Mientras Dana conducía con confianza, esquivando el tráfico y tomando atajos que solo ella conocía, Meli permitió que su mente volara hacia uno de sus sueños más preciados: su futuro restaurante.

En su imaginación, veía un lugar acogedor pero elegante, con paredes de ladrillo expuesto y luces cálidas que colgaban del techo. Las mesas estarían hechas de madera pulida, y cada una tendría un pequeño jarrón con flores frescas. En una esquina habría una gran cocina abierta, donde los comensales podrían ver a los chefs trabajar con precisión y pasión.

"Sería un lugar donde las personas se sientan como en casa, pero también especial", pensaba Meli mientras sonreía para sí misma. "Un lugar donde la comida no sea solo comida, sino una experiencia. Todo casero, todo fresco. Recetas que cuenten historias, que hagan que la gente regrese por más".

Incluso podía imaginar el menú: platos que combinarían lo mejor de las tradiciones de su abuela con toques modernos que había aprendido en sus clases de cocina. Había algo mágico en la idea de crear un espacio que fuera completamente suyo, un reflejo de todo lo que amaba y de todo lo que había aprendido.

— ¿Soñando despierta otra vez?— La voz de Dana rompió sus pensamientos.

Meli parpadeó y se dio cuenta de que habían llegado a un semáforo en rojo. Su amiga giró la cabeza lo justo para mirarla con una ceja alzada.

— Déjame adivinar, estás planeando cómo va a ser tu restaurante otra vez, ¿cierto?

Meli soltó una pequeña risa y negó con la cabeza, aunque sus mejillas se sonrojaron.

— Tal vez. ¿Cómo lo sabes?

— Porque te conozco, chica— Dana sonrió mientras el semáforo cambiaba a verde y aceleraba nuevamente— Espero que algún día cumplas ese sueño. Y cuando lo hagas, quiero mi propia mesa reservada, ¿entendido?

— Es un trato— Meli asintió, su corazón llenándose de determinación.

El resto del trayecto pasó en silencio, salvo por el ruido del motor y las luces intermitentes que iluminaban su camino. A medida que se acercaban al bar, el ambiente cambiaba. Las calles estaban más llenas de gente, las luces de neón brillaban con intensidad, y la música comenzaba a oírse desde diferentes rincones.

Cuando finalmente llegaron, Dana apagó la moto y ambas se bajaron, sacudiéndose el frío del cuerpo.

— Bueno, aquí vamos otra vez. Lista para la locura, Meli?

Meli respiró hondo mientras observaba la entrada del bar, donde ya comenzaba a formarse una fila de clientes ansiosos.

— Siempre.

Y con eso, entraron juntas, listas para enfrentar una noche más en el caos vibrante del bar, aunque Meli sabía que, en el fondo, su corazón latía por un sueño más grande que esa rutina diaria.

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Haydee Carrillo
me gustaría que escribieran la novela completa no por parte
Mariela Alejandra Gonzalez
siiii ! a la m****a el protocolo!!! me gusta esa pareja!!!!
Mariela Alejandra Gonzalez
mmm!! me gusta !! me parece que la reina se trae algo entre manos
. veremos!!
Milagros Suarez
Que feo debe ser no tener vida propia
Pobre Charlotte, enamorada de Ethan y tener que guardar su sentimientos
Eso sí super la historia me encanta
Cecilia Montalva
Es una novela entretenida donde el amor es hermoso Me cautivó gracias
M Soledad Lezcano
No recién llegamos ja ja 😂
M Soledad Lezcano
Me encantó esa niña decidida,enamorada 🥰
Leida Rosa Jimenez
es linda la historia
Silvia Jaime
fotos ilustrativas de los personajes
M Soledad Lezcano
Hola,señora autora espero que lo tome como un na critica constructiva :he llegado al capítulo 9 y la novela no ha avanzado ,redacta los mismos capítulos desde la óptica de distintos personajes ,bueno 3 ,se torna aburrida .ok saludos
@ngel @zul: Muchas gracias por la observación.
total 1 replies
Laura Renero
Excelente
Laura Renero
muy bonita historia
Yenitza Barco
/Rose/
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