Reencarné Para Vengarme

Los días pasan en este bonito y verde lugar, comienzo a acostumbrarme a la mayoría de cosas aquí.

Ahora entiendo en qué utilizan a los humanos, ellos no lo quieren mostrar pero puedo verlos a escondidas.

Servicios sexuales tanto hombres como mujeres, cultivo y ganadería, agricultura y todo tipo de cosas que se les ocurra como masajes y darles de comer en la boca.

Ven a los humanos como herramientas vivas, mientras que se ven a ellos mismos como su legítimo dueño.

Me da asco y mucho su forma de pensar, pronto pagarán.

Luego de una comida de Frutas, vegetales,

sopas y carne animal no muy elaborada me recuesto en una habitación preparada para mí extrañando la gran variedad de comidas para desgastar en el primero infierno.

La diferencia culinaria es evidente, no puedo volver para comer, Zero dijo que me quedara aquí desde ahora.

— Mi Diosa ¿Me permite?—. Dice una voz entre las sombras dejando ver su figura en la luz.

Es Midbell, la mano derecha de Zero.

— No me di cuenta de que estabas ahí, que miedo—. Respondo al sorprenderme.

— Ocultarse es a lo que se dedica el servicio secreto, vine a dar mi reporte—.

— Te escucho—.

— Los ataques a los primeros han sido exitosos, no se presentaron problema alguno más allá de ciertos cambios de planes—.

— ¿Cambios de planes? Dime cuáles son—.

— Es imposible matar a Última y a Clarissa—.

— La verdad es que me alegro, no quería matarlas—. Murmuro en voz baja.

Sé que Zero dijo que era necesario, lo que pasa es que no las odio para nada, les tengo cierto afecto.

Yo no podría dar esa orden, ella tiene un corazón de piedra sin duda.

— Tal parece que Dios se enteró de la situación y tomó cartas en el asunto, la prueba mas grande es que formó una relación con Última—.

Esas palabras llaman mi atención.

— Una relación de negocios imagino o te refieres a una relación de alianza en particular—.

— Una relación de pareja formar—.

— ¿¡Qué!? ¿¡Él!?—. Exclamo sorprendida.

— Entiendo su reacción, Zero también sintió el mismo impacto al enterarse, creemos que es su forma de decir que no permitirá el asesinato a sus elegidos por lo que optamos por abandonar ese objetivo en nuestra misión, nuestra prioridad sigue siendo la información de lo primeros—.

— Lo entiendo, si, Ciel seguro sale con ella para eso... Evitar que maten a los suyos, creo—. Digo casi balbuceando.

— ¿Está bien mi Diosa?—. Pregunta preocupado.

— Si, solo estoy pensando, es algo que él haría sin duda, lo entiendo—. Digo en alto palabras para mí misma.

Nunca hubo señales de que a él le gustara Última, tiene sentido pensar que no hay un sentimiento romántico involucrado en esa relación falsa.

— Mañana en la noche ejecutaremos la misión para dar inicio a la segunda parte del plan, vendremos a este lugar con la excusa de una visita de alianza, recuerde llenar de elogios a los elfos para que crean que venimos en paz, luego comenzará la invasión—.

— ¿Solo tengo que esperarlos verdad? No hay problema—. Respondo casi sin ánimos notando en mi cuerpo el sueño.

— Recuerde evitar cualquier visita nocturna que no sea nuestra—.

— Si si, que descances—. Declaro para cerrar mis ojos.

— Dios dame fuerzas— Murmura en voz baja para luego retirarse con unas pocas palabras cordiales.

Tengo mucho sueño, es hora de dormir.

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Al otro día mi misión comienza visitando a Trinidez para darle la noticia, llegarán aliados con el fin de comerciar, negociar y formalizar la alianza en papel con firma y pulso, algo que emociona a los elfos especialmente a Trinidez.

Ellos me llevaron a una mesa junto a los caballeros sagrados y su Dios con el fin de charlar de forma casual como si realmente fueramos amigos.

No sé que puedo y que no puedo contar, a pesar de tener ganas de charlar sobre mi reino no puedo dar información importante.

— ¿A qué hora tendremos el placer de tener la presencia de esa tal Zero?—. Pregunta Trinidez.

— Llegarán pronto, tal vez en la tarde o en la noche, como dije Zero es quien se encarga de relaciones exteriores como los ferales o los demonios cazadores reales, si quieren ser parte deben discutirlo con ella—.

— Son buenas noticias—. Declara Menfis.

— Es una trampa mi señor—. Le murmura Cabil a Trinidez.

— No seas pesimista, esto es una oportunidad—. Le responde de la misma manera.

— No olvide que esa mujer mató a Génesis ¿Lo dejará así?—. Pregunta con ira y en voz baja.

— No quiero saber del tema—. Responde de inmediato y de igual forma.

— Se arrepentirá, no olvide mis palabras—.

— ¿Todo está bien?—. Pregunto al notarlos.

— Si, solo asuntos sin importancia, no te preocupes—.

Parece que Cabil sospecha.

¿Cómo puedo hacer para que confíe en mí?

¿Realmente es necesario? Trinidez ya aceptó de todas formas.

Solo debo esperar, ese es mi objetivo, nada más que eso.