Junsu, un sigma que oculta su verdadera naturaleza, con el peso de los prejuicios en su vida, sobreviendo en un mundo que lo rechaza. Junsu se ve envuelto en un falso acuerdo amoroso con Hyunmin, su jefe, un alfa. Lo que comienza como una farsa para salvar las apariencias y un futuro impuesto, pronto se transforma en una conexión genuina que ninguno de los dos esperaba.
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Encuentros y coincidencias
La barra estaba particularmente animada esa noche. El bullicio del bar y el sonido de las cocteleras de Haneul me mantenían enfocado en lo que estaba haciendo. Haneul me estaba enseñando a preparar unos tragos más complejos; el tipo tenía manos rápidas y seguras, algo que yo aún estaba tratando de dominar.
-Mira, cuando hagas un “Old Fashioned” asegúrate de mezclar bien el azúcar con el amargo antes de echar el whisky.- Me explicó Haneul mientras movía su muñeca con precisión. -No querrás que quede todo el dulce en el fondo del vaso.-
Asentí concentrado, siguiendo sus movimientos mientras él servía el trago en un vaso con hielo. El aroma fuerte del whisky llenó el aire, mezclándose con los otros olores del bar, haciendo que mi estómago diera un vuelco. Había estado mejor desde que empecé a trabajar ahí, más centrado, menos abrumado por los aromas, pero había días en que todo se hacía un poco cuesta arriba.
Justo cuando estaba por atender a un cliente que se había acercado a la barra, oí una voz masculina que me llamó la atención.
-¿Junsu?-
Me detuve en seco, mis dedos congelándose a mitad de un movimiento. Levanté la vista, frunciendo el ceño ligeramente. No reconocí al tipo de inmediato. Tenía la cara de alguien que sabía de algún lugar, pero la expresión confiada y la sonrisa prepotente en sus labios me ponía en alerta.
-¿No me reconoces?- Dijo el hombre, con una sonrisa socarrona. Luego chasqueó los dedos. -Claro, ha pasado un tiempo, pero soy yo, Jaeyoung.-
Mi corazón se hundió en el estómago como una piedra. Era Jaeyoung, un alfa con el que había ido a la escuela. No tenía buenos recuerdos de él, para nada. Jaeyoung había sido uno de esos chicos que te hacen sentir pequeño incluso antes de que ellos se den cuenta de cuán diferentes son en realidad. Cuando aún no sabíamos de nuestras castas, habíamos hecho juntos el examen que definiría qué éramos. Los dos habíamos salido como alfas, pero aquello no resultó como esperaba.
-Ah, sí… Jaeyoung.- Respondí con una sonrisa tirante, intentando mantener mi compostura. Lo último que quería era lidiar con fantasmas del pasado, y mucho menos con este tipo en particular.
-¡Qué sorpresa verte aquí!- Exclamó Jaeyoung, como si de verdad le alegrara encontrarme. Su tono despreocupado y la familiaridad en su forma de hablar me resultaban insoportables. Me miró de arriba a abajo, como evaluándome. -Te ves… diferente. Supongo que la vida de barista te ha tratado bien, ¿eh?-
Reí de manera forzada, incapaz de evitar la incomodidad que me producía estar frente a él. No sabía si él recordaba lo que había pasado después de no terminar siendo un alfa, pero para mí era imposible olvidarlo. Cuando finalmente se supo que no era un alfa, sino un sigma, Jaeyoung y otros chicos de la escuela hicieron que esos días fueran una pesadilla para mí. Burlas, insultos y la sensación constante de ser el blanco de miradas reprobatorias. Recordar eso ahora, mientras me esforzaba en mantenerme profesional, me hacía sentir expuesto.
-Si, bueno, ya sabes, las cosas cambian.- Dije con una leve sonrisa tensa, mientras seguía secando vasos y tratando de concentrarme en el trabajo. -¿Qué puedo servirte hoy?-
-Oh, estaos con algunos amigos en la mesa del fondo. Vine a saludar porque te reconocí cuando entré.- Dijo Jaeyoung, señalando con la cabeza hacia un grupo de hombres que reían y charlaban animadamente. Todos eran alfas, no me sorprendía. Jaeyoung era el típico alfa dominante que se rodeaba de su manada. -Quiero pedir varios tragos para la mesa. Vamos a empezar con… hmm, dos Negronis, tres Martinis secos y un par de Manhattan.-
-Entendido.- Respondí, apuntando mentalmente los tragos. Comencé a preparar las bebidas mientras él seguía hablando.
-Sabes, es gracioso verte aquí. Siempre pensé que te irías por otro camino.- Dijo, apoyando los codos en la barra y mirándome con esa media sonrisa que hacía que se me erizara la piel. -Recuerdo cómo todos estábamos convencidos de que serías un alfa fuerte. Te veías como uno de nosotros, y luego… bueno, ya sabes lo que pasó, ¿verdad?-
Mi mandíbula se tensó mientras vertía el vermut en uno de los vasos, luchando por no dejar que me afectara. Claro que sabía lo que había pasado. Todos lo sabían, pero no necesitaba que Jaeyoung me lo recordara.
-Sí, cosas de la vida, supongo.- Respondí de manera vaga, sin levantar la vista de lo que hacía.
-No pasa nada, ¿eh?- Jaeyoung rió suavemente. -Ya sabes, no es como si todos estuviéramos hechos para ser alfas. A veces el destino tiene otras ideas.-
Me reí, aunque por dentro sentía que algo se quebraba. Su tono condescendiente me recordaba a todos esos días en los que me había sentido insuficiente, fuera de lugar, como si mi propia existencia fuera una broma cruel,pero no podía mostrar debilidad, no ahí.
-Bueno, gracias por eso.- Respondí con una sonrisa forzada mientras deslizaba los tragos sobre la barra, para que uno de mis compañeros las fuera a dejar a su mesa. -Disfruta tus bebidas.-
Jaeyoung me dio una palmada en el hombro, algo que me hizo encogerme por dentro, pero logré mantenerme en pie.
-Nos vemos luego, Junsu.- Dijo guiñándome un ojo antes de irse hacia su mesa.
Lo observé alejarse mientras una mezcla de rabia, frustración y vergüenza me llenaba el pecho. Haneul, que había estado atendiendo en el otro extremo de la barra, se acercó y me dio una mirada inquisitiva.
-¿Estás bien?- Preguntó, alzando una ceja mientras recogía algunos vasos vacíos.
-Sí.- Mentí, limpiándose las manos en un paño. -Solo… un viejo conocido. Nada importante.-
-Bueno, si necesitas un descanso, dímelo.- Me dijo Haneul, dándome una palmadita en la espada.
Asentí, aunque sabía que no iba a tomarme un respiro, no podía. Esto era parte de la vida, enfrentarse a los fantasmas del pasado y seguir adelante, pero aunque intentaba mantenerme firme, sentía que cada palabra de Jaeyoung había arañado la superficie de una vieja herida que jamás había terminado de sanar.
Tomé un respiro profundo y me puse a preparar más tragos. Lo único que podía hacer era seguir adelante.
Apenas había limpiado la barra y comenzado a organizar las copas otra vez, cuando escuché nuevamente mi nombre.
-Junsu.-
Suspiré, apretando los dientes. Por un momento pensé que Jaeyoung volvía para molestarme, pero al girarme no lo vi a él, sino a alguien más.
-Minseok…- Murmuré, sorprendido.
No esperaba ver a Minseok,no después de todo lo que había pasado.
-¿Qué haces aquí?- Preguntó Minseok, levantando una ceja con curiosidad. Su tono era ligero, pero directo.- Entonces… ¿es cierto?¿Terminaste con Hyunmin?-
Sentí cómo el color se me subía a las mejillas. El mundo se me venía encima cada vez que alguien mencionaba a Hyunmin. No había nada que me avergonzara más que saber que todo el mundo ya daba por hecho que nuestra supuesta relación había terminado, incluso si nunca fue real.
-No es… no es tan simple.- Dije, rascándome la nuca y desviando la mirada, intentando encontrar las palabras para salir de esa situación, pero Minseok solo levantó las manos, como queriendo tranquilizarme.-
-No te preocupes,no diré nada.- Dijo con una sonrisa, dándome una mirada que, para mi sorpresa, no parecía ser de juicio. Era más como si tratara de mostrar simpatía. -Es solo que… bueno, es raro verte aquí, eso es todo. Quería disculparme por cómo te traté en el evento y parece que al fin tengo la oportunidad.-
Me sentí un poco más relajado al escuchar que no tenía intención de hablar de ello, y me sorprendió que se disculpara.
-Está bien, gracias… ¿Y tú qué haces aquí?- Le pregunté, tratando de desviar la conversación de mí mismo.
-Vengo seguido. Este lugar es bastante popular- Respondió, echando un vistazo alrededor del bar con una sonrisa tranquila. -Aunque no esperaba encontrarte aquí. Parece que todo el mundo viene a este sitio.-
Me encogí de hombros, tratando de no parecer tan incómodo como me sentía. Era irónico que el bar, que se suponía era un refugio para mí, ahora se había convertido en un lugar lleno de personas que preferiría evitar. Primero Jaeyoung, y ahora Minseok, que con su presencia me recordaba constantemente a Hyunmin.
-Hyunmin está bien, por cierto.- Añadió Minseok, como si leyera mis pensamientos. -Aunque está algo malhumorado últimamente… por si te interesa saberlo.
Mis manos, que estaban ocupadas secando un vaso, se detuvieron brevemente. El nombre de Hyunmin aún me causaba una reacción involuntaria. Me obligué a retomar el movimiento, tratando de actuar indiferente.
-¿Qué te sirvo?- Pregunté, intentando sonar profesional. No quería profundizar más en el tema de Hyunmin. Ya era suficiente tener su imagen en mi mente constantemente.
-Hmm, un whisky sour estará bien.- Dijo Minseok con una sonrisa.
Asentí y me puse a preparar su bebida, sintiendo sus ojos sobre mí mientras trabajaba. La incomodidad se instalaba en mi pecho, pero sabía que tenía que mantenerme enfocado. No podía dejar que Minseok viera lo nervioso que estaba. Mientras añadía el whisky y el jugo de limón, no podía evitar preguntarme si Hyunmin de verdad estaba malhumorado por algo que tuviera que ver conmigo. Tal vez solo estaba buscando excusas para pensar que aún importaba de alguna manera.
Le pasé la bebida a Minseok con una sonrisa educada.
-Aquí tienes.-
-Gracias.- Dijo él, tomando el vaso y dándole un sorbo. -Bueno, parece que te las arreglas bien aquí.-
-Sí, me las arreglo.- Respondí, manteniendo mi tono neutro.
Mientras Minseok se quedaba en la barra, charlando de vez en cuando con los otros clientes, no pude evitar sentirme cohibido. No era como si estuviera haciendo algo malo, pero su presencia me recordaba a Hyunmin, y el hecho de que no habíamos hablado desde el final de nuestra farsa. A eso se le sumaba Jaeyoung y su grupo en las mesas del fondo, bebiendo y riendo como si el pasado no fuera más que una broma. Mi estómago se revolvía con cada risa que escuchaba.
Minseok permaneció en la barra durante un rato, lo cual me hizo sentir un poco más expuesto, aunque no parecía tener intenciones maliciosas. Me preguntaba si todo esto era pura coincidencia, o si el universo simplemente se estaba burlando de mí.
Por suerte, faltaba poco para que mi turno terminara. No podía esperar para salir de ahí y tomar un respiro lejos de las miradas inquisitivas y los recuerdos incómodos que parecían seguirme a todas partes.
Con cada minuto que pasaba, me sentía más ansioso por escapar de esa realidad, aunque sabía que no podía huir para siempre.
No me di cuenta de que Minseok me observaba al salir del bar. Estaba agotado después del turno, y lo único que quería era llegar a casa, quitarme este uniforme y desaparecer entre las sábanas. Me ajusté la chaqueta y tomé una bocanada de aire fresco, el frío de la noche me aclaraba un poco la mente. Empecé a caminar hacia el paradero, pensando en todo menos en lo que estaba detrás de mí.