Completa
La vida nos da siempre segundas oportunidades y donde hubo fuego cenizas quedan, eso decía mi abuela.
Ari conoce a Álvaro cuando apenas tenían 16 años, ellos se enamoran, Pero por las circunstancias de la vida hace que cada quien tome un camino distinto a lo que ellos pensaron.
El destino los junta reviviendo el pasado amor de adolescente que tuvieron y ahora con mas fuerza.
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Cap. 17: Ojo por ojo
ÁLVARO GRUBSTEIN
Anne no regresó a la suite durante esa semana. Las clases de la universidad daban inicio, la rutina de estudiante empezaba de nuevo . A diario chateaba con Ari. Mi padre estaba en silencio, ese silencio me disgustaba porque siendo un padre muy autoritario, ese silencio no era normal.
Me levanté muy temprano para ir a la universidad, me sentía un poco extraño porque no tenía guardaespaldas que me siguieran.
Anne estaba esperándome en el parqueo. Bajé de mi auto y la ignoré. Ella me siguió.
— Si quieres deshacerte de mí, primero tenemos que hablar— me detuve y dirigí mi atención hacia ella.
— Ya tienes mi atención. Habla.
— Mi padre quiere verte está noche para conversar contigo sobre nuestra separación.
— ¿Es necesario? Perfectamente, puede venir su abogado y voluntariamente voy a firmar.
— Si quieres el divorcio, hoy a las 9 en casa de mi padre— Ella sonrió con malicia.
Las clases terminaron y fui a la suite a darme un baño y arreglarme para lo que yo creía que iba a suceder, firmar el divorcio.
Llegué a casa de los padres de Anne.
— En el despacho te está esperando— Caminé hasta el despacho y entré.
— Toma asiento— en un momento sentí temor— mi hija me ha comentado algunas cosas que no me han gustado. Le tendiste una trampa y ahora no quieres hacerte cargo de tus acciones. Es muy interesante todo— el viejo sonrió.
Anne entró con dos copas de vino y una botella de vino, las dejo en la mesa y salió, sin decir absolutamente nada.
— Yo no he tenido nada. La única verdad y realidad es que ella me fue infiel con el guardaespaldas. No creo que yo pueda seguir en este matrimonio.
— Toma una copa— señaló con su mano la copa.
— No tomó. Gracias.
— Vas a despreciar la última copa que vas a beber con tu suegro. Eres un muchachito muy mal educado.
Tomé la copa de vino y me la bebi de un solo. Puse la copa vacía de regreso en la bandeja.
— Ya la tomé. Vaya al punto por favor.
— Tú le arruinas la reputación a mi hija y yo te quito lo que más quieres. Es una advertencia.
En ese momento, Miles de preguntas cruzaron por mi mente, una de ellas, Era que si él sabía que es lo más quiero. Nadie más que yo sabía que me había encontrado con Ari. Así que no puede saber.
— Adelante— le contesté — no tengo nada que me importe. Si es por mi familia, adelante. Mi padre es un poco impulsivo y aterrador. Las amenazas no me asustan.
En ese instante empecé a sentirme un poco excitado, caliente y mareado. Salí de inmediato del despacho. Me sentía sofocado y muy mareado. Caminé hasta el auto. Anne venía atrás.
— ¿Te sientes bien?
— ¿Qué tenía esa bebida?
— Ojo por ojo y diente por diente— ella subió su maldita ceja, y sus labios dibujaron una sonrisa asquerosa.
Mis piernas empezaron a debilitarse. Subí al auto Pero mi cuerpo no reaccionaba más.
Anne subió al auto y condujo. Escuchaba que pedía ayuda para llevarme a la suite.
No soportaba este calor, mi cuerpo quería poseer lo que fuera, Pero me sentía mareado y débil. Era como una euforia interna.
— Gracias. Mi esposo se pasó de copa— me dejaron en la cama.
Ella se desnudó y empezó a besarme. Mi cuerpo respondía al contacto. Me quitó la ropa mientras aún tenía un poco de conciencia. Anne se subió en mi miembro y empezó a moverse, todo ese movimiento duró menos de dos minutos. Mi respiración estaba entrecortada.
—Ahora hemos consumado nuestro matrimonio.
Cerré mis ojos. Ella se había salido con la suya.
Anne se quedó desnuda a un lado.
— Jamás te dejaré ir— ella se acercó y me besó.
Se levantó a tomar su celular, se acostó a mi lado y tomó fotos.
Mi celular timbró, había entrado un mensaje. Sin pensarlo dos veces, Anne tomó mi celular y lo revisó.
— Eres un desgraciado. Aún te escribes con esa zorra— se tiró una carcajada— ¿la amas? Toda esta mierda que me hiciste fue por ella. ¿Qué pasaría si le envío una foto de los dos en la cama? No tiene nada de malo, tuviste sexo con tu esposa.
Tomó la foto y la envió. Ella se vistió y se fue de la suite. Mientras yo luchaba con mi cuerpo por querer levantarme, tomar el celular y borrar esa foto, más no pude hacer nada. Cerré mis ojos y me quedé dormido.