¡LA TEMPORADA DE ESCÁNDALOS HA COMENZADO!
Tras haber salvado la vida de su hija, casada con el príncipe heredero y madre del nieto de la reina regente, se enfrenta a la insistencia de esta última para que vuelva a casarse y disfrutar de su jubilación en compañía. A pesar de sentirse desalentado por la idea de encontrar pareja como un divorciado de mediana edad, que para nada es atractivo, accede a asistir a los bailes debut para complacer a su hija. Lo que no imagina es que en ese ambiente hipócrita podría hallar una nueva oportunidad en la duquesa de Rosaria, la primera mujer en heredar un título nobiliario y formar parte de la guardia real. ¿Podrá un hombre marcado por el estigma de un divorcio, su edad y de su fealdad, encontrar nuevamente el amor en alguien como ella, que desafía las convenciones sociales con su posición y poder?
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CAPÍTULO 17
Antes de que la oficina de correos cerrara, el sirviente enviado por Jeremy logró entregar el paquete a tiempo. El encargado de la oficina, cansado por el largo día, colocó en el carrito el paquete para revisarlo y enviarlo al día siguiente.
No obstante, jamás pensaría que, después de cerrar el lugar, una extraña anciana encapuchada entrara forzando la puerta trasera. Y del mismo modo que había ingresado salió, no sin antes tomar el paquete de Jeremy.
Una vez fuera, caminó hasta un carruaje sencillo, el cual tomó varias callejuelas hasta por fin salir a la calle principal, rumbo al monasterio en el que ella y otro hombre a su lado se estaban quedando.
—¿Qué diría el papa si supiera que su abuela usa sus poderes para robar?—preguntó el hombre.
—¡Sin duda alguna me felicitaria!—respondió la anciana—¡La abuela Baba nunca falla! Ahora toma.
La mujer le pasó el paquete, haciendo que este lo abriera y comenzara a examinarlo. Cuando abrió el frasco, casi vomita encima de su capa.
—Si, en efecto...—habló cerrando con fuerza el frasco—tiene escarcha de Afrodita en su interior.
—¡Así que la bruja oscura intentó amarrar a Jeremy!—exclamó—Bueno... Ya que confirmamos que la bruja que estamos buscando está cerca del padre de tu futura esposa, ¡Hay que ayudarlo! ¿Entendiste, Scott?
El amigo de la academia de Jeremy suspiró con pesadez, si fuera por la abuela Baba, lo desposaría hasta con una mariposa.
Sin embargo, gracias a las visiones premonitorias de ella, pudieron saber que la bruja oscura que había asesinado al sobrino del papa, el conde Luxem, era la misma que acosaba a Jeremy.
Le hubiera gustado recibir el paquete como era debido y que Jeremy supiera que había vuelto antes de tiempo de su viaje misional, pero aún debía mantenerse en las sombras puesto que debían confirmar cuál era la identidad de la bruja.
—Por cierto, abuela Baba, no es que ponga en duda la veracidad de tus visiones—exclamó quitándose la capucha—¿Pero puedes dejar de decir que me casaré con la princesa Irene?
—¡Oh! ¡Querido!—se burló un poco—¿Quién dijo que era ella? Jeremy será el futuro padre de doce bellas princesas y la mayor de ellas se casará contigo.
—¡Aún peor!—la regañó—supongamos que ella nazca en uno o dos años... ¿sabes cuántos años tendré para cuándo ella sea mayor de edad? ¿Acaso crees aceptable que un hombre mayor esté con una joven?
La abuela Baba solo sonrió y se quedó en silencio mientras el carruaje entraba en el monasterio. Si bien sus visiones tenían un 80% de probabilidades de ser exactas, estaba segura de lo que había visto.
Scott no solo sería ascendido a arzobispo dentro de unos años, gracias a su desarrollo de una poción similar a la fuente de la juventud eterna, sino que era uno de los miembros de la iglesia con mejor salario en todo el reino. Estaba segura de que su edad no era un impedimento, más que su inseguridad, en el mercado matrimonial.
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Luego de cenar, esa misma madrugada, bajo el silencio de una mansión casi dormida, con pocos sirvientes haciendo ronda nocturna, una bruma negra comenzó a emerger del cuerpo de Serena.
Jeremy, quién muy pocas veces se despertaba asustado, corrió intentando llegar a la habitación de la duquesa; sin embargo, fue interceptado por la bruma a mitad de camino.
—¿Qué le has hecho?—preguntó pálido.
La muerte, en forma de bruma, se rio al ver pálido y casi sin aliento al gran médico real. La mera existencia de Jeremy le asqueaba. No podía entender cómo un hombre cuyo divorcio lo dejó al borde del suicidio seguía vivo. La fuerza de voluntad de los humanos no era tan grande.
—Solo quería conocer a la mujer que te has enamorado...—susurró antes de desvanecerse—me encantará reclamar su alma cuando la maldición la mate.
Confirmando en efecto que lo que tenía Serena era una maldición, corrió a su habitación, pero se sorprendió al encontrar completamente cerrada la puerta. Ni siquiera el pasador daba vueltas, era como si estuviera congelada la entrada.
—¡Joder!—gritó.
Mientras corría en búsqueda del ama de llaves del turno nocturno, una mujer se encontraba al lado de la cama de una durmiente Serena. A medida que se acercaba, la luz de la luna la iluminaba y dándole la espalda al gran ventanal de la habitación, subió encima del cuerpo de la duquesa.
Con una capucha ocultando su rostro, tomó con sus dos manos el cuello de Serena y comenzó a asfixiarla; no obstante, terminaría por chasquear la lengua antes de matarla.
—No sufrirás lo suficiente si te mato de esta forma—susurró apartando sus manos—debes pagar por haber nacido...
Acariciando con suavidad el rostro de la duquesa, quién dormía profundamente debido a la medicina, detalló en cada rasgo facial de ella. Desde sus labios naturalmente rosas, su cabello casi fuego que parecía emanar luz propia y sus mejillas sonrojadas pese a lo pálida que se encontraba.
Todo en Serena era una contradicción, su cuerpo iba en contraposición de lo que se suponía natural o femenino; sin embargo, aún tenía cierta belleza que la hacía competitiva contra la Belleza tradicional.
—¿Por qué la vida te trató tan bién?—susurró con odio—¡¿Por qué?!
Poco a poco agarró con fuerza el brazo donde estaba su dedo vendado y comenzó a clavar sus uñas en su carne, aquello provocó que se pudiera escuchar los grito de dolos de la duquesa.
Jeremy, quién no puedo encontrar ael amaa de llaves, no tuvo de otra más que empujar la puerta con su cuerpo para abrirla. Una vez esta cedió, cayó de bruces contra el suelo.
—¡Dios! ¡Cómo duele!—expresó sobando su frente.
No obstante, antes de profundizar en su dolor, se levantó corriendo al seguir escuchando el grito de Serena. Quedando horrorizado ante lo que veía, ya que un misterioso fuego estaba consumiendo su brazo y poco a poco se iba extendiendo al resto del cuerpo de ella.
Tomando la jarra con agua al lado de la cama de Serena, la tiró con el fin de apagar el fuego. Y si bien tuvo éxito en hacerlo, ya el daño estaba hecho: el brazo de la duquesa había quedado negro, al igual que la mitad de su cuello y rostro.
Su hermoso cabello también sufrió, puesto que las llamas quemaron la mitad de este, dejando el lado izquierdo de su cabeza calva. Preocupado por saber si aún estaba viva, al ver que no reaccionaba, tomó sus signos vitales.
—¡Casi no tiene pulso!—exclamó al borde de las lágrimas.
Buscando en la mesa que había dejado su equipamiento médico, encontró una poción de adrenalina que había sido desarrollada por su amigo Scott y logrando inyectarla, hizo que reaccionara y su pulso poco a poco aumentara.
Aquella madrugada fue desastrosa, puesto que él solo, ni siquiera con la ayuda de la doncella líder de Serena, logró tratar las heridas de la duquesa. Derramando en silencio lágrimas, vendó su brazo, cuello y la mitad de su rostro, antes de quedarse el resto de la madrugada allí.
—Informa a todos los sirvientes...—expresó con amargura—haz que rompan todos los espejos y oculten todas las superficies reflectantes.
La doncella líder, conmocionada, asintió llorando mientras se iba para cumplir la orden del futuro duque. Sabía que para alguien tan activa como la duquesa, no sería bueno que se viera en el estado que había quedado, siendo que ya ni siquiera podría recuperar la misma capacidad de movilidad de antes.
—Sabes, Serena—susurró Jeremy—hubo una vez, hace años... en que yo quería morir.
Estando bajo la soledad de aquella lúgubre habitación, creyendo que Serena no lo estaba escuchando, le confesó una de las razones principales por las cuales era tan inseguro en la búsqueda de una nueva esposa.
—¿Cómo puede un hombre cómo yo aspirar a una mujer?—preguntó riéndose lastimosamente—un hombre que no pudo salvar a su hija de ser vendida varias veces por su propia madre, con tal de ganar más dinero... un hombre que pasó por la pobreza hasta que logró ser funcionario público.
Aun le dolía en el alma recordar aquello, y aunque intentó demostrar la culpabilidad de su ex esposa, el amante de esta, un hombre de gran poder, había ocultado su fechoría. Aun recordaba inclusive como era menospreciado por el poco dinero que ganaba o el hecho de no ser un hombre guapo como los demás caballeros pudientes de la sociedad.
—En fin...a lo que quiero llegar es que...—sonrió intentando aclarar su mente—ya que me has aceptado de manera sincera, no importa que suceda en el futuro, siempre contarás con mi apoyo.
Después de un rato, debido al cansancio, Jeremy se quedó dormido. No obstante, Serena comenzaría a derramar lágrimas. Podía escuchar todo a su alrededor, como si estuviera en un sueño y anhelaba que, al despertarse, todo lo ocurrido hubiera sido nada más que una pesadilla.
Anhelaba que aquella misteriosa y diabólica mujer que había visto no existiera y que todo hubiera sido un producto de su imaginación causada por el estres que estaba pasando.
jajajajaja jajaja
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