Qué es la belleza?, pienso que es un término que se inventó el ser humano, solo para menospreciar a los que no encajan en un patrón determinado, yo siempre he creído que existe mucho más en las personas que solo un rostro bonito, pero ciertamente en esta sociedad en la que vivimos los estereotipos de belleza ya están anclados y es algo muy díficil de cambiar,... pero no imposible...
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Capitulo XVII Nos casamos en una semana
Isabella se encontraba caminando sola por aquella gran casa, era un lugar asombroso y a su alrededor solo había parejas riendo y pasándola bien y por un momento se sintió nostálgica, ya que ella nunca tendría una relación como la de los demás.
— Qué hace tan sola?. — pregunto Andrés asustando a Isabella.
— Señor Leal me dio un susto. — respondió Isabella llevando su mano al pecho.
— Lo siento señorita Isabella, solo que la vi sola y pensé en saludarla. — respondió Andrés amablemente.
— No se preocupe, está bien. — respondió Isabella con una sonrisa.
Aquella escena fue vista por Ignacio que se llenó de celos al ver a Isabella sonriendo con otro hombre, así que se acercó y tomo a Isabella por la cintura y le dio un tierno beso en los labios.
— Donde has estado, te he buscado por todos lados. — susurro Ignacio al oído de Isabella.
— Estuve dando un paseo por el lugar y como tardabas tanto decidí venir sola. — explico Isabella inocentemente.
— Bueno entonces vamos, te acompaño a recorrer el lugar.
Ignacio solo asintió con la cabeza en señal de saludo hacia Andrés y luego tomo de la mano a Isabella y se la llevó lejos del hombre, él no permitiría que nadie viniera a querer llevarse a Isabella, pues él había luchado para que ella estuviera a su lado.
— Busquemos algo de desayunar. — dijo Ignacio serio.
— Ahora que te pasa?. — pregunto Isabella.
— Nada, solo que no me gusta que mi prometida ande sonriéndole a otros hombres. — aclaro Ignacio mirando a los ojos a Isabella.
— Estás celoso, o solo es tu ego de hombre macho. — dijo Isabella fastidiada.
— No son celos, mejor vayamos a desayunar, no quiero terminar discutiendo contigo. — aclaro Ignacio aún molesto.
— Sabes qué?, no quiero ir contigo a ningún lado, eres un malcriado y si tanto desconfiás de mí, entonces vete a la mierda. — Isabella quiso caminar lejos de Ignacio, pero este fue más ágil y la atrajo hacia él.
— No se te ocurra alejarte de mí, te quiero siempre cerca. — le susurró al oído haciendo que ella se estremeciera.
— Debes confiar en mí, si acepte estar contigo, te aseguro que nunca te engañaré. — expuso Isabella su manera de pensar.
— Está bien, creeré en ti, solo no te acerques mucho a Andrés, él no es de confianza. — Aclaró Ignacio.
— Está bien, lo haré solo porque no quiero malos entendidos, pero no siempre haré lo que me digas. — aclaro Isabella.
— No te estoy pidiendo que te sometas a mí, solo que te alejes de ese hombre, yo sé por qué te lo digo.
Una vez terminaron su plática, los dos desayunaron tranquilamente, después del desayuno empezaron su recorrido por el lugar.
— Este lugar es asombroso!. — exclamó Isabella.
— Quieres uno así para ti?. — pregunto Ignacio despreocupado.
— Solo sería un sueño. — dijo Isabella cabizbaja.
Ignacio solo sonrió pues había encontrado el regalo perfecto para su futura esposa.
— Quiero casarme pronto. — comento Ignacio dejando a Isabella sin palabras.
— Por qué la prisa?. — respondió Isabella.
— Ya es muy raro que tengamos ante los ojos de los demás una relación de casi tres años y que aún no nos casemos.
Esa respuesta dejó desilusionada a Isabella, ella pensó que a Ignacio le urgía casarse con ella por otra razón, pero que ilusa, pensó Isabella.
— Está bien, solo di la fecha. — agrego Isabella restándole importancia a las palabras de Ignacio.
— En una semana.
La voz de Ignacio fue firme para no dejar dudas de que su decisión era sin derecho a protestar.
— Una semana!, es muy pronto, no dará tiempo de preparar nada. — respondió Isabella.
— Yo me encargo de eso, tú solo debes estar el día en cuestión. —
El día en cuestión?, pensó Isabella, ella sabía que entre ellos no había amor, pero al menos esperaba que eso no fuera solo un negocio más para Ignacio.
— Está bien, arregla la cuestión. — la respuesta de Isabella fue vacía y sin ningún tipo de sentimiento.
— Sellamos nuestro compromiso?. — pregunto Isabella.
— De que hablas?. — respondió Isabella.
Ignacio sonrió, acercó a Isabella a él, dándole un apasionado beso, todos los presentes empezaron a aplaudir ante tan romántica escena, los dos quedaron sin aliento separándose con sus miradas unidas como si quisieran gritar sus sentimientos.
— Muchachos, disculpen la interrupción. — dijo Roberto con una sonrisa.
— No se preocupe señor Roberto, dígame en qué lo podemos ayudar. — respondió Ignacio separándose de Isabella.
— Se ven tan felices, díganme qué celebran, claro si se puede saber. — pregunto Ignacio con curiosidad.
— Claro que se puede saber, Isabella y yo nos casaremos en una semana, nuestro amor es tan grande que no podemos seguir esperando. — respondió Ignacio con una gran sonrisa.
— Enhorabuena, muchachos!, Felicitaciones!, hacen una hermosa pareja. — respondió Roberto sinceramente.
— Gracias, señor. — respondió Ignacio
Isabella se mantuvo al margen de aquella conversación, ella aún no creía que pronto sería la esposa de Ignacio, como llegaron las cosas tan lejos, pensó la muchacha, realmente tenía miles de preguntas en su cabeza, pero ninguna era contestada.
— Ignacio te estás llevando a una mujer increíble, créeme cuando te lo digo, está niña vale oro. — dijo Roberto mirando a Isabella.
— Gracias señor Roberto, es muy amable con sus palabras. — respondió Isabella.
Roberto los dejo solos nuevamente, Ignacio agarró de la mano a su prometida y la llevo a conocer las instalaciones.
Llegada la noche Roberto los fue a buscar a su habitación, pues les tenía una sorpresa.
— Buenas noches, muchachos, me gustaría invitarlos a cenar. — dijo Roberto animado.
— Está bien señor, ya bajamos al comedor. — respondió Ignacio.
— No será en el comedor, los invito a una de las cabañas que están a la orilla de la playa.— aclaro Roberto.
— Está bien señor, ya le digo a Isabella para que salgamos.
Ignacio fue por Isabella y en menos de un minuto ya se encontraban en camino a la cabaña que les había indicado Roberto, el lugar estaba bastante alejado de todos y al parecer la cena no iba a hacer tan animada como pensaron al principio, al entrar a dicha cabaña se encontraron que no había nadie y que la mesa estaba servida solo para los dos.