Un Contrato Para Amar

Los sonidos que prevalecen en esa habitación dejan en evidencia el placer que lo que ahí ocurre provoca entre estos dos enamorados.

Emiliano no se cansa de besar y acariciar cada centímetro de esa piel de porcelana que llamó su atención desde aquel día.

Katherine en medio de su inexperiencia disfruta de sentir los brazos de su esposo alrededor de su cuerpo.

El juego previo está por llegar a su fin, Emiliano busca protección en el cajón de su mesa de noche, él está listo y ella también.

Empuja con delicadeza, las uñas de Kat se clavan en su espalda. De su garganta sale un quejido de dolor, su interior estrecho y húmedo están llevando a Emiliano al éxtasis.

Se queda quieto por unos minutos, esperando a que el cuerpo de su esposa se acostumbre a su intromisión. Ella comienza a mover sus caderas y es la señal que esperaba para comenzar con un delicioso vaivén que le está proporcionando a ella un placer indescriptible.

Emiliano se deja llevar por las secciones que está experimentando y aumenta el ritmo de sus movimientos. Los dos llegan al mismo tiempo a la culminación de este acto de amor que marca el comienzo de su historia.

- ¡Eres la mujer perfecta! Gracias por darme este hermoso regalo. Te amo Kat.

Besa su rostro en repetidas ocasiones.

- Te amo, Emiliano. Me has hecho la mujer más feliz de este mundo. Sabía que eras tú el hombre indicado.

Kat se mueve y una mueca de dolor se dibuja en sus labios.

- ¿Estás bien?- le pregunta preocupado.

- Sí, un poco adolorida nada más.

- Prepararé la tina, el agua caliente te va a ayudar.

Emiliano se levanta y Kat observa su cuerpo desnudo, las escenas de los momentos previos llegan a su mente y sus mejillas se tornan de un rojo carmesí.

- ¿En qué estás pensando?

- En nada- responde avergonzada.

- Tus reacciones te delatan. Adoro la manera en que tus mejillas se sonrojan cuando estás pensando en ciertas cosas.

- No es posible que me conozcas tan bien en tan poco tiempo.

- Eres transparente, por lo menos para mí. Ya vuelvo, no te levantes.

Minutos después vuelve por ella, aunque intenta ponerse de pie él no lo permite y la lleva en sus brazos hasta la tina en donde la deposita con sumo cuidado.

El agua caliente y las sales aromáticas hacen un efecto inmediato en su cuerpo disminuyendo el dolor.

Emiliano enjabona con ternura su espalda y frota sus hombros.

- Me siento sola aquí en esta enorme tina. Acompáñeme- extiende su mano en una clara invitación a su marido.

- Es mejor que sigas ahí tú sola.

- ¿Acaso temes caer en la tentación?

- No temo por mi sino por ti. Debo cuidarte.

- Lo estás haciendo, no veo que me esté quejando por algo.

- Katherine, no me provoques.

- ¡Yo! Pero si únicamente quiero que mi esposo me acompañe mientras me relajo. Y no me gusta que me llames por mi nombre completo, pareces enojado cuando lo haces.

- Está bien, Kat. Te acompañaré unos minutos.

Emiliano sumerge su cuerpo musculoso en el agua caliente, quedando detrás de su esposa. Ella de inmediato apoya su cabeza en su pecho.

A Kat le gusta jugar con fuego y acaricia sensualmente la pierna de su marido con la punta de sus uñas, se remueve en su lugar fingiendo acomodarse y aprovechando el roce que consigue en cierta parte del cuerpo de su hombre.

- Kat, detente.

- No estoy haciendo nada.

- Sabes que sí- un movimiento más lo deja sin aliento.

La respiración de ambos es agitada. Emiliano se pierde en las sensaciones que su inexperta esposa le brinda y dejándose llevar, acaricia las zonas más sensibles de su cuerpo.

Se levanta y sale de la tina, toma una toalla y saca a su esposa en brazos. En la habitación y recostados en la cama se llenan de besos y caricias. Él se ha prometido no llegar a más en su afán de no excederse con su mujer.

Sin embargo, ella no está dispuesta a dejar este asunto a medias y continúa provocando y se esfuerza por dejar claro que está lista para más.

La voluntad de Emiliano se quiebra y busca protección antes de satisfacer a su esposa tal y como ella se lo está pidiendo.

Agotados, pero felices se quedan profundamente dormidos. Emiliano es el primero en despertar a la mañana siguiente y observa a su hermosa esposa dormir.

Después de la muerte de Julia no considero la posibilidad de volver a enamorarse y aquí está, perdidamente enamorado de esta mujer que llegó a su vida de la manera más inesperada y se adueñó de su corazón sin que ni siquiera se diera cuenta.

Katherine abre los ojos y se encuentra con la mirada penetrante de Emiliano, esa mirada que la conquistó prácticamente desde el primer momento en que se volvieron a ver.

- Buenos días, amor. ¿Llevas mucho despierto?

- Buenos días, hermosa esposa. Desperté hace unos minutos y estaba admirando tu belleza.

- No creo que me vea muy hermosa cuando acabo de despertar.

- Luces maravillosa a cualquier hora del día.

- Te amo, pero eres un mentiroso.

- Nunca miento. ¿Cómo te sientes?

- Adolorida, pero feliz.

- Ok, no más actividad hasta que te recuperes.

- ¿Me vas a castigar?

- Créeme que quien más va a sufrir seré yo.

- Está bien, en esta ocasión te voy a obedecer.

- ¿Solo en esta ocasión?

- Sí, ya veremos después.

- Me olvidaba que eres prácticamente una adolescente rebelde.

- Jajaja, hace un tiempo que dejé de ser una adolescente y después de anoche no queda duda de que ya no lo soy.

- Tienes rostro de ángel y un cuerpo de pecado.

- Podemos quedarnos el resto del día pecando.

- Definitivamente, no. Levántate y vamos a vistar a tu padre al hospital.

- ¿No confías en tu fortaleza si te quedas aquí a solas conmigo?

- No, por eso nos vamos.

Emiliano se levanta lo más rápido posible y evita voltear a ver a su mujer que está cubierta solo por una sábana. Se ducha y la espera a que este lista para salir.

- Muero de hambre, pasemos a desayunar primero. Te recuerdo que anoche me mantuviste despierta hasta la madrugada y después de tanta actividad mi apetito es feroz.

- Te recuerdo que fuiste tú la que me provocó hasta conseguir lo que querías.

- Y tú también debes estar hambriento.

- Lo estoy, vamos a desayunar.

Después de disfrutar de un sustancioso desayuno se dirigen al hospital. John cada día está más recuperado y el médico determina que le dará el alta a media semana.

- Que buena noticia, papá.

- La verdad es que estoy ansioso por volver a casa.

- Ten paciencia John, falta poco.

- Lo sé, muchacho.

- Por cierto, chicos. Espero que no quieran llenarnos de nietos pronto. Kat debe terminar primero la Universidad.

- ¡Mamá! Ese tema es únicamente entre Emiliano y yo.

- Solo quise mencionarlo.

- No te preocupes Rose, comprendo que Kat es joven y también quiero que termine la Universidad antes de pensar en tener hijos.

- Que bueno que toman en cuenta mi opinión- menciona Katherine molesta.

- Amor, claro que tu opinión importa. Tenemos muchos temas que tratar y lo haremos, te lo prometo.

- Que quede claro que la decisión de tener hijos y cuando tenerlos es únicamente nuestra.

- Por supuesto nena, fue solo una sugerencia. No te molestes con tu madre.

- Lo sé papá, lo siento. Creo que exagere.

- Agradezco que vinieran, pero no quiero que pasen aquí su domingo. Vayan y diviértanse. Dediquen tiempo a conocerse, hablen, deben aprender a comunicarse. Les garantizo que si lo hacen, tendrán un buen matrimonio.

Se despiden y se marchan del hospital, Kat está muy pensativa, no ha dicho ni una palabra desde que salieron. Entran al Penthouse en completo silencio.

- Háblame, amor. ¿Qué sucede?

- Tú no quieres tener hijos conmigo, ¿verdad?

- Por supuesto que quiero, ¿qué te hace pensar eso?

- La respuesta que le diste a mi madre y que has estado usando preservativo.

- Eres joven Kat y no quiero presionarte. Tener un hijo te cambia la vida y tú recién comienzas a vivir. Estás comenzando la Universidad y creo que no sería justo para ti que tuviéramos un hijo en este momento. Creí que pensabas igual.

- ¿De verdad es ese el motivo?

- Sí, ¿qué otro motivo tendría?

- Que yo no soy Julia.

- Por favor, Kat. ¿De qué estás hablando?

- De que con ella estabas dispuesto a tener una familia y la perdiste. La única vez que la mencioné te pusiste furioso conmigo. Siento que jamás vas a amarme como la amaste a ella. Por si fuera poco nuestro matrimonio no fue por amor, es un frío contrato.

Todas las inseguridades de Katherine salieron a flote, muchas preguntas se formulan en su cabeza y teme que la respuesta a cada una de ella le rompa el corazón.