Cuando Me Enamore De Ti

...6 años después, año 2023...

Manhattan es el barrio con mayor densidad de población de los 5 barrios de la ciudad de Nueva York. Se compone principalmente de la isla de Manhattan, rodeada de los ríos Hudson, Este y Harlem. Es el corazón de “la Gran Manzana” y es uno de los centros culturales, financieros y comerciales más importantes del mundo. Sus sitios icónicos incluyen rascacielos como el Empire State Building, Times Square iluminada con neones y los teatros de Broadway.

Sin duda muchos quisieran tener la oportunidad de vivir una ciudad tan reconocida.

Los coches se oían a las afueras de los departamentos del edificio, el bullicio era tan presente desde altas horas de la madrugada, una mujer abría sus ojos de nuevo a la realidad de su mundo.

Había trabajado día y noche para poder conseguir lo que ahora es por su esfuerzo, levantándose de entre las sabanas se colocó de pie y abrió la ventana para sentir el cálido aire de la primavera impregnandose en su piel blanca y pecosa.

Sonrió con dulzura y prosiguió a sus actividades culinaria de todos los días, su abuela como siempre la mujer madrugadora ya tenía todo listo para un desayuno completo.

—Mi niña que tal amaneciste el día de hoy— Dijo con una ronca voz por la vejez que ya la dominaba por el paso del tiempo.

Siempre aprecio a su querida niña, desde el trágico día en que su hijo y nuera murieron en ese terrible accidente automolistico, siempre quiso a su familia y adoraba a la pobre criatura que dejaron atrás, a pesar de la tristeza y melancolía del constante presente de sus recuerdos hizo lo posible por hacer que la mujer que es ahora surgiera de la niña de 5 años que vio morir su mundo.

—Mejor, como siempre después del trabajo— Dijo con una sonrisa dejando un beso en la mejilla de su abuela para después ambas sentarse en el pequeño comedor y compartir la mañana.

—Sabes oí en las noticias que los problemas mentales son cada vez más abundantes y que las personas pueden ser peligrosas, ten cuidado de acuerdo— Dijo con preocupación ante lo que había mediante la televisión.

—Abuela, soy psicólogo de uno de los mejores hospitales de Manhattan no estoy sola, tengo compañeros que trabajan según sus propias capacidades, yo estoy más inclinada en ayudar a niños que pasan por traumas, no debes angustiarte abuela— Trato de aligerar la precaución de su abuela que al igual que ella hacia un gesto de puchero con labios al ser reprendida y no escuchar lo que deseaba.

—Bien, cuida de esos niños como te lo enseñe desde que tu eras un retoño, no quiero ir por ahí y escuchar que Maya Thompson psicóloga del mejor hospital de Manhattan no los cuida como se debe — Dijo con orgullo al reconocer el esfuerzo que su pequeña niña se ganó al ser reconocida por sus capacidades laborales.

—Como digas abuela— Sonrieron a la par que finalizaban su desayuno y con rapidez se dirigía a su habitación para terminar de alistarse para su trabajo.

Tomo una falda blanca ligera que llegaba hasta debajo de sus rodillas y una blusa negra ceñida a su cuerpo sin mangas, al finalizar de alistarse para ese día al ponerse sus pendientes escucho las noticias.

—Se informa del nuevo aparecimiento del nuevo CEO número uno del top empresarial, periodistas dicen y especulan que el empresario de Royal jet incorporation se encuentra en un nuevo romance con la modelo de Samanta Dupont, a continuación se mostrarán imágenes captadas por uno de los periodistas que afirma verlos salir del hotel donde se llevó a cabo un sesión de fotografías...

Tomo el control remoto y apago el televisor antes de poder ver aquel video captado por uno de esos periodistas que no hacen más que entrometerse en la vida ajena y causar problemas, tomó su bolso y pertenencias para salir de su habitación con apuro al ver su reloj de mano y ver la hora, solo pedía que el trafico del tipico Manhattan no estuviera tan pesado.

—Abuela ya me voy—Grito a la par que recibía la contestación de esta y salía del departamento.

Bajo por el elevador hasta el loby, el edificio en el que había encontrado el lujoso departamento que decidió comprar era encantador para Maya pues aún si su abuela contará con lo suficiente para vivir una vida severa y larga no dudo en trae consigo a su abuela, hasta el departamento lujoso, después de todo es lo poco que merecía la mujer poderosa que la impulso a crecer.

Al salir por las puertas giratorias bajo los escalones hasta llegar a la calle y alzar la mano pidiendo el taxi que estaba pasando con rapidez, pero a pesar de ello se detuvo delante de ella, con una sonrisa por la suerte de esa mañana dio la dirección al conductor ya mayor que asintió y empezó su camino por las abundantes calles.

Al llegar a su destino, los pacientes que se encontraban en los jardines del hospital en compañía de enfermeras la saludaban con tanto ánimo y cariño.

Para nadie era desapercibido el potencial de la mujer que los ayudaba a superar sus caídas, sus lamentos y tristezas, camino por los pasillos hasta su despacho, estando una vez ahí respiro profundamente por tener aún esa alegría de ver su propio despacho, su propio trabajo, su vida arreglada. Tomando su bata blanca con la ficha con su nombre, se la coloco y camino hasta su escritorio que contaba con una placa con su nombre, sonriendo feliz se sentó en su silla y empezó con su trabajo hasta que escucho los toques de su persona favorita.

—Buenos días doctora Thompson —

Una mujer con un traje azul demostrando el departamento para el cual trabajaba le dijo que acababa de salir de una cirugía plástica, su amiga Sasha Brown después de un camino que compartió con ella se inclinó más por lo guirurgico que por lo mental como ella lo había hecho, pero aun si estuvieran en diferentes departamentos de atención seguían siendo las mejores amigas de siempre.

Su amiga camino hasta una de las sillas libres delante del escritorio de su amiga y con pesar se estiro sintiendo la rigidez de su espalda al estar varias horas de pie atendiendo a uno de sus pacientes.

—Como te fue anoche con tu cita — Maya sonrió ante la pregunta de su amiga.

Lo reconocido era que Sasha Brown conocía desde hace nos días al hombre que le había presentado su amiga, cuando por ebria y demasiado coqueta pasó el limite con aquel rubio que la llevó a su departamento y le dio toda la noche hasta el amanecer que fue cuando recordó como abandono a su amiga en la noche de chicas y por el cual descubrió que no se quedó del todo sola.

—Bien, Jason me llevo aun restaurante, hablamos de cosas triviales y después me dejo en mi edificio— Dijo sin detalle alguno que hizo suspirar a su amiga.

—Por dios Maya, necesitas una noche más emocionante, por ejemplo Michael es candente y explosivo, si supieras lo que hicimos hoy en la mañana en la puerta te juro m...

—Es suficiente Sas, no quiero saber los detalles de lo que hicieron antes ni después, quedo claro la primera vez que te fuiste con el olvidándote de mi— Le recordó a lo que el tema quedó cerrado, un suave toque seguido de la aparición de una de las enfermeras ambas doctoras se giraron para verla.

—Doctora Thompson el médico en jefe la cito en la habitación 213, es un código morado—

—Entiendo iré enseguida— Afirmó colocándose de pie para asistir al llamado.

—El deber llama no es asi—

Las amigas se separaron para poder atender las prioridades de su trabajo, subiendo por el elevador al segundo piso para Maya no fue difícil para ella distinguir los gritos provenientes de la habitación donde una enferma corría para esquivar lo que le había sido lanzado.

—Doctora Thompson, sufrió un accidente, tiene heridas graves en la pierna derecha, si no es atendida puede perderla— El doctor en jefe se acercó a ella al distinguirla de entre los demás que vestían de bata blanca —No queremos utilizar la fuerza, solo la dañaríamos más—

—Entiendo, solo deme cinco minutos con ella, si aún después de hablar con ella sigue mostrando hostilidad puede regir su autoridad—

Un asentimiento vasto para Maya y entrar con seguridad a la habitación donde la paciente se encontraba, la sangre escurría por su pierna y frente, su rostro mostraba una mueca de dolor, desconcierto y enojo.

—Dije que no, no quiero que nadie me toque, lárguese— Grito con pavor al ver a la joven muchacha que se acercaba a ella con precaución.

—Señora Morgan soy Maya Thompson la psicóloga del hospital, mis servicios son requeridos cuando se percibe la hostilidad en alguno de los pacientes, en esta ocasión pudieron haberla sedado sin prescindir de mis servicios, pero por prevenir alguna lesión más, me llamaron— Trato de tranquilizarla conforme daba pasos acercándose a ella, que más podía hacer, se encontraba acorralada, había actuado sin prudencia y ocasionado un accidente por la simple idea de querer llamar la atención de un hombre que hace mucho dejó de pensar en ella.

—Ja, cree que puede ayudarme, con su labiosa boca, conozco a los de su tipo doctora, solo sirven para manipular y obtener lo que desean— Dijo cortante y con discordia al sentirse atacada por la doctora que era más joven que ella.

—Se equivoca señora Morgan estoy aquí porque quiero que acepte el servicio médico que se le puede brindar para su cuidado, por favor, permitamos ayudarla— Menciono presionando su mano encima de la de ella, haciéndola ver que por su mente no pasaba nada más que el querer ayudarla.

El poder de la empatía lo es todo en los momentos de angustia, Jennifer Morgan jamás había vuelto a ver en toda su vida una sonrisa sincera y brillante como la de aquella doctora, la sinceridad en su manera de hablar le proyecto una tranquilidad y paz que la hizo sentir el poco de calor en su corazón que le quedaba.

Bajando la guardia asintió con serenidad convencida por sus palabras viendo el resplandor de una sonrisa más en la joven que presiono un botón permitiendo que los enfermeros y doctores entraran con los instrumentos debidos para atenderla, su mano era presionada por la doctora de quien podía escuchar en cámara lenta lo que le decían sus labios en un comentario que le brindaba seguridad en su existencia.

—No está sola, señora Morgan—

La vio girarse partiendo al finalizar su trabajo, no aparto su vista de ella hasta que dejó de ver aquel cabello rojo, Maya Thompson psicóloga del mejor hospital caminaba con felicidad por el pasillo, era feliz en ayudar a otros, en darles unas palabras de aliento, con una sonrisa inclinó su rostro mirando la punta de sus tacones.

Mientras tanto al ser enterado del sucedido del accidente de su madre, corrió en el momento en que lo oyó, tanto que sin dudar dejó la reunión de socios por ir a ver a quien más le importaba aun si no lo demostrará, caminando por el pasillo todo pensamiento se enfocó en la habitación donde su madre estaba siendo atendida.

Sin pensarlo había sucedido aquello que solo el destino podía trazar, que solo el podia permitir que ocurriera un reencuentro el pasando por su lado, ella pasando a su lado, siendo ajenos a su entorno, no había distinción, la casi coalición de sus hombros pudo haberles permitido reencontrarse, pero no fue necerario pues lo que pudo haber ocurrido jamas paso y de pronto todo se volvio magico pues donde menos se lo hubieran imaginado cualquier ser humano era que el destino los uniría en los pasillos blancos y pulcros de un hospital, donde un nuevo comienzo empezaría, con odio, con más pasión, con más empeño, pues así es el destino tan incierto que uno jamás imaginaria reencontrarse así mismos con el pasado y el presente.

Aquello era reconocido nada más como el dulce placer de trazar un nuevo camino, una nueva vida y sin duda alguna aquel encuentro ajeno entre ellos era lo más especial que podría ocurrir en sus vidas, la conexión, la emoción el nuevo comienzo.