Nuestra Historia De Amor

Maximiliano era un hombre alto, con un cuerpo bien definido siempre usaba trajes elegantes, muy pocas veces lo vieron de manera casual, tenía ojos negros al igual que su cabello, su piel era blanca y su rostro parece tallado por los propios ángeles, no era de duda el por qué Amanda se había fijado en él, además contaba con una incalculable fortuna, cada segundo de su tiempo era valioso así que no le gustaba perderlo, de vez en cuando se escapaba con alguna mujer que llamara su atención, aquella noche estuvo con Amanda solo por pasar el rato, había perdido un contrato muy importante y quería desquitar la rabia de alguna manera.

— Jefe, la señorita Paris lo solicita, en este momento se encuentra en recepción. — informo el asistente de Maximiliano.

— No la dejen entrar y que quede claro que ella no puede pisar este edificio. — la voz cortante de Maximiliano resonó por toda la oficina.

El asistente Eduardo salió de la oficina a toda prisa, cuando su jefe se enojaba lo mejor era no estar cerca.

"Es increíble que esta mujer siga insistiendo, acaso no ha entendido que no me interesa nada de ella", pensó Maximiliano.

El hombre continuo sumido en su trabajo, pero de vez en cuando venía a su mente la imagen de una hermosa joven de cabello dorado que no salía de su cabeza.

Maximiliano sonrió por unos segundos imaginando conocer a esa chica, no perdería nada con intentarlo.

Después de estar todo el día trabajando, Maximiliano salió de su oficina, sentía un gran malestar, ya que debía ir a reunirse con unos clientes bastante exigentes y en ese momento no tenía ánimo de discutir con nadie, Max salió al estacionamiento, iba revisando su teléfono cuando de la nada salió Amanda.

— Max! mi amor, qué está pasando?, por qué me dejaste fuera de tu vida?. — pregunto Amanda suplicante.

— Quien dejó entrar a esta mujer a mi edificio?. — pregunto Maximiliano molesto.

— Lo sentimos jefe, pensábamos que se había ido. — respondieron unos trabajadores de la seguridad del lugar.

— Eduardo!, quiero a estos dos fuera de mi empresa y a esta mujer. — el grito de Maximiliano estremeció los pilares del edificio.

— Qué?, por qué me haces esto?, pensé que estábamos bien, que sentías algo por mí. — reclamo Amanda indignada.

— Ja, ja, ja no me hagas reír, tú no eres ni serás nadie en mi vida, entiende yo jamás andaría con alguien tan fácil como tú. — respondió Maximiliano muy enojado.

— Pero si nosotros estábamos bien, qué fue lo que pasó?. — pregunto Amanda consternada.

— Saquen a esa mujer de aquí y no la quiero volver a ver. — Maximiliano siguió su camino, subió a su auto en el asiento trasero, cerró sus ojos y nuevamente pensó en la joven de cabellos dorados.

Por otro lado, Amanda también estaba pensando en eso que hizo que su amado no quisiera nada con ella, pero Amanda estaba tan trastornada que el único recuerdo que le vino a la mente fue cuando Maximiliano vio la foto de Alexa, ella sintió que fue en ese momento cuando Maximiliano cambio con ella, en su corazón maldijo a su hermana "me las vas a pagar, esto no se quedará así", pensó Amanda con amargura.

Amanda era una mujer muy peligrosa, ella se había enterado con hombres muy peligrosos y que por estar con ella en la cama harían lo que fuera, así que se le ocurrió un macabro plan, donde se desharía de su hermana menor.

Mientras Amanda pensaba cosas retorcidas, Maximiliano fue a aquel restaurante donde se reuniría con los Coen, él esperaba que las cosas no se le pusieran difíciles, ya que no estaba de humor para lidiar con nadie, al llegar al restaurante uno de los meseros lo saludo muy amablemente y lo guío a la mesa donde lo esperaba Marcos Coen.

— Buenas noches, señores, me disculpo por llegar tarde. — a Maximiliano no le gustaba llegar tarde a ningún lado, pero esa noche y por culpa de la loca de Amanda no le quedó de otra que llegar retrasado.

— No se preocupe, acabamos de llegar. — respondió Marcos señalando a su hijo Ethan.

— Gracias por su comprensión. — contesto Maximiliano, tomando asiento frente a él.

— Le presento a mi hijo Ethan, él será mi sucesor muy pronto. — Marcos presento con orgullo a su único hijo.

— Un gusto conocerlo Ethan, espero en el futuro poder seguir haciendo tratos con usted. — respondió Maximiliano amablemente.

— El gusto es mío, también lo espero. — respondió Ethan con su mirada tranquila.

— Hijo, Alexa se está demorando, puedes ir por ella?. — comento Marcos preocupado por la joven.

— Tranquilo papá, ahí viene mi prometida. — respondió Ethan viendo por detrás de Maximiliano, en los ojos de Ethan se reflejaba un gran amor.

— Espero que no se moleste, pero invite a mi prometida a que nos acompañe. — expuso Ethan con una gran sonrisa.

— Está bien, no tengo problema con eso. — respondió Maximiliano no muy contento.

Alexa se acercó a la mesa y saludo amablemente a los presentes, Ethan se puso de pie para recibirla, mientras que a Maximiliano le parecía innecesaria la estadía de esa mujer en su reunión de negocios.

— Señor De La Oz, le presento a Alexandra, mi prometida. — dijo Ethan emocionado.

Maximiliano levantó la mirada y para su sorpresa se encontró con aquella joven que no podía sacar de su cabeza, a él le pareció imposible que ella estuviera frente a él, por primera vez en su vida Maximiliano no supo cómo reaccionar, los presentes quedaron confundidos ante el silencio de Maximiliano.

— Pasa algo, señor De La Oz?. — pregunto Marcos entre cerrando los ojos.

— Lo siento, solo me perdí en mis pensamientos por un momento. — contesto Maximiliano tomando un sorbo de agua.

— Ven cariño siéntate aquí a mi lado. — dijo Ethan ayudando a Alexa a sentarse.

Alexa quedó justamente frente a Maximiliano, ella no le dio importancia a aquel hombre pues para ella solo existía su prometido, Ethan, pero para Max ese encuentro tan inesperado era como una revelación a sus dudas, él se sentía atraído por la chica y solo la había visto en una foto, pero ahora que la tenía frente a él, estaba seguro que está mujer era diferente a las otras, el único problema era que ella ya amaba a otro.