Mila, hija de uno de los hombres más poderosos de Suecia, hará todo para evitar los planes de su padre, imponiendo los de ella.
Para evitar un gran problema con su futuro, se meterá en uno peor, todo por ser tan rebelde, ¿será que de esa locura surgirá el amor?
NovelToon tiene autorización de karina♑ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 17.
Estoy tan aburrida, será que Horacio me va a dejar sola aquí, en esta mierda de casa.
—Elías por favor le puedes decir a tu jefe que lo quiero ver qué venga.
—Señorita Mila, no creo qué.
—No me importa lo que piensas, solo avísale, él verá si viene o no.
—Enseguida.
Me da pena con este muchacho, se ve que es muy lindo, obligado a estar en esta vida tan horrible.
Me voy a la cocina donde la señora está preparando algo, al verla cocinado, cómo se mueve de aquí para allá, se ve tan experta, hace parecer que es tan fácil hacerlo.
—¿Es fácil hacer eso?
—Señorita, me asusto—me habla con la mano en el pecho.
—Lo siento.
—¿Hacer qué?—pregunta después.
—Eso cocinar—la verdad, yo no sé hacer mucho, cuando vivía en EEUU, siempre comía en la calle, donde mis amigas, muy poco hice yo misma.
—Sí, es fácil, lo importante es hacerlo con amor, no hacerlo por hacerlo, porque cuando lo haces con cariño, el sabor es diferente—se ve que le apasiona.
—Quiero aprender—me afinco de la encimera.
—Si quiere la puedo enseñar, no tengo mucho que hacer aquí—dice sonrojada.
—Igual yo tengo mucho tiempo libre—nos reímos.
—Más tarde cuando vaya a cocinar te aviso y comenzamos con las clases.
—Está bien, pero por favor no le diga nada a Horacio.
—¿Horacio, quien es?—me mira como si estuviera loca.
—A Kenán, tu jefe.
—Está bien, será nuestro secreto.
—¿Cómo te llamas?
—Sonia, a su orden.
—Gracias.
—Señorita Mila, llegó el señor Kenán, el corazón se me acelera, no sé cómo actuar, rebelde como siempre o más sumisa, respiro profundo, bueno veamos, depende de él mismo.
Salgo a su encuentro—Hola Horacio, ¿cómo estás?, Sabes eras más atento cuando querías secuestrarme, creí que después de casarnos venía la luna de miel—mierda porque dije eso, que estúpida.
—¿Quieres luna de miel?—sonríe con picardía, puedo ver un brillo en sus ojos, o también debo estar alucinando—¿para qué me llamaste?
—Necesito tampones—Arquea una ceja.
—¿Tampones?
—Si tampones—levanto los hombros.
—Pudiste decirle a Elías que te los trajera.
—No porque mi esposo eres tu no Elías, ahora que si prefieres, pues me quedo con él—Me acerco lentamente a él—he notado como me mira, sé que no diría que no—tensa la mandíbula mientras sonrió.
—¿Qué estás diciendo?, ¡nadie pondrá una mano encima de ti!
—Solamente quien yo quiera, Elías es un chico muy lindo—muerdo mi labio inferior.
Me agarra fuerte del brazo—ni se te ocurra evita tragedias—me mira fijamente, creo que está resultando, le dieron Celos.
—¿Celoso?—intento saber.
—¿Quién?, yo, na…
—Bueno, entonces que diablos te importa con quién me quiera divertir aquí dentro de estas malditas paredes en las que me tienes encerrado desgraciado—me suelto de su agarre, él solo me mira con los ojos bien abiertos.
—Estás loca, esto no es un parque de diversiones—Sonríe muy perro.
—Idiota, no lo es, pero soy una mujer hermosa, encerrada en esta casa, rodeada de hombres guapos, tengo mis necesidades, sabes—me mira con rabia, eso no lo imaginé.
—Voy a buscarte la mierda, esa que me pediste.
—Los superabsorbentes por favor cariño—Sonrió.
—Señorita Mila, ¿por qué le dijo todas esas cosas al jefe?, ahora se va a molestar, y seguro me cambia.
—No me quieres dejar, pero qué ternura, tranquilo, es solo para molestar un poco, él lo sabe.
—Me voy a la habitación para que se vea obligado a subir cuándo llegue.
Me meto en la ducha, Dios estoy desesperada, quiero salir de aquí.
Me estoy dando una ducha, seré masoquista o el encierro está perturbado mis sentidos, creo que me excite cuando me tomo con fuerza por el brazo y me miró con tanta intensidad, —estás loca Mila— me reprocho.
Término el baño, enrollo mi cuerpo en una toalla y voy a la habitación.
—Me da tremendo susto cuando lo veo sentado en la cama.
—¿Qué haces aquí?
—Soy tu esposo—dice con una sonrisa.
—¡Ah!, sí lo olvidé, dame lo que te pedí—levanta la bolsa para qué la tomé, se la arrebato de las manos y entro al baño nuevamente.
Hago lo que voy a hacer y me coloco el paño nuevamente, aquí no tengo ropa.
—¿Todavía estás aquí, que quieres?
—¿A qué juegas?
—¿A qué juegas tú?, quiero hablar con mi papá que sepa que estoy bien, debe estar desesperado.
¿Y eso te importa?—arruga la frente.
—Obvio que me importa es mi papá, mi hermano, mi madre, deben estar preocupados.
—Ya veo, pensé que ellos no te importaban.
—No seas ridículo si te importa tu familia, a ti que eres un asesino sin corazón—me mira mal.
—Perdón si te ofendo, pero es la verdad.
—Si lo es, aunque no lo creas, no me siento orgulloso de ello, bueno—se levanta—en fin, si era solo eso lo que querías me voy—Su semblante cambio, me da hasta pena haber dicho eso.
—Horacio, ¿puedo decirte algo?—Hablo antes de salir de la habitación.
—¿Qué será?—responde sin voltear a mirarme.
—¿Por qué tus manos son tan frías?—Lo escucho suspirar, sin mirarme sale de la habitación en silencio.
¿Será que le molestó la pregunta?, es un grosero.
—Eres un grosero, a la esposa no se trata así—le grito.
Se detiene—vístete, te espero en la biblioteca—Sigue avanzando.
Me coloco otra ropa horrorosa de estas, y bajo, no tengo nada ni una crema para hidratar mi piel.
Entro a la biblioteca que tiene la puerta abierta, está sentado mirando algún punto en la pared, se ve tan lindo, parece que estuviera posando para una foto, lástima no tengo un teléfono para tomarle una.
—Horacio ya estoy aquí, ¿qué quieres?—me mira.
—Mila, quiero decirte que todavía no puedes hablar con tu papá, es muy peligroso por ahora, te pido que confíes en mí.
—Confiar en el tipo que me engaño para secuestrarme, porque quiere quedarse con todo lo que mi padre tiene.
—Piensa lo que quieras, igual debes confiar en mí, estás mejor aquí que allá afuera.
Si me imagino, no sabes como lo estoy disfrutando—rueda los ojos—otra cosa quiero ropa, maquillaje, mis cremas, perfumes y…
—¡Qué pretenciosa!—sonríe.
—Solo un poco, te confieso un secreto, es que tengo un chico que conquistar le susurro.
Gracias y bendiciones