Una noche ardiente e imprevista. Un matrimonio arreglado. Una promesa entre familias que no se puede romper. Un secreto escondido de la Mafia y de la Ley.
Anne Hill lo único que busca es escapar de su matrimonio con Renzo Mancini, un poderoso CEO y jefe mafioso de Los Ángeles, pero el deseo, el amor y un terrible secreto complicarán su escape.
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#14
—Yo diría que sería bueno celebrar nuestro compromiso lo antes posible —intervino Renzo Mancini, ganándose la atención de todos— ¿Qué tal en tres días?
—¡¿Tres?! — soltó Anne sin pensar. Eso era demasiado rápido.
—Tal vez menos días — continuó hablando Renzo, ignorando la expresión asustada de la chica — No creo que sea necesaria una gran ceremonia. Algo sencillo se puede organizar en breve. Además, no tengo tiempo para dedicarle a esa clase de celebraciones, prefiero que sea rápido.
Anne tragó saliva ¿Qué demonios le pasaba a ese tipo? “Si que es vengativo…”, pensó con pavor.
Frente a la “feliz pareja”, la madrastra disimulaba su rabia. En el fondo, no quería que Anne obtuviera poder junto a los Mancini, pues tenía otros planes… La realidad era que Leticia hubiera deseado que Renzo Mancini rechazara a su hijastra, y hasta ahora, nada de lo que ella había elucubrado tuvo resultado efectivo.
—¡Ja,ja,ja! — rio el anciano — Renzo, no seas ansioso. Piensa en tu novia. Mira su cara: creo que la estás presionando —y se dirigió a Anne:— Entiendo que tal vez te gustaría conocer un poco más a mi intempestivo nieto antes de dar ese paso. De todos modos, no podemos dilatar mucho el compromiso, ¿capisci?
Por un segundo, los ojos de Anne se cruzaron con los de su padre; ella pudo detectar tensión en ellos. Era obvio que estaba ansioso por que Anne aceptara de una vez y no crease problemas.
Tratando de no dejarse intimidar ante la autoridad de su padre y los Mancini, Anne argumentó con educación:
—Es que… Siento honesta, siempre creí que antes de casarme, obtendría un título universitario. Siempre quise estudiar para ser alguien, no solo “heredar” los bienes de mi familia…
Eso no era una excusa sino la pura verdad. Y si esa verdad en su vida ayudaba a retrasar todo ese asunto del compromiso, mejor.
Al oír eso, Charleen hizo un gesto de desagrado; le parecía ridículo esa manera que tenía Anne de querer mostrarle a los demás que era una persona “correcta”. Pero nadie le prestaba atención en esa reunión como para notarlo.
Patrick Hill retrucó:
—Tu madre fue a la universidad estando casada. No veo porqué tu no puedas hacerlo.
Anne se sintió acorralada ante tal comentario ¿Tanto quería su madre a su padre? Según lo que había entendido, Alicia quiso casarse con Patrick, rechazando al hijo de Don Carlo Mancini…
—Ah, estas chicas americanas — suspiró Don Carlo, curvando sus labios hacia un lado — Quieren devorarse el mundo, ¿verdad? No soy un viejo tan anticuado como parece, por lo que no desapruebo tu ambición. Pero, como verás Anne, ya estoy viejo… No quisiera perderme el casamiento de mi nieto favorito.
Anne tragó saliva. La manera de hablar de Don Carlo le recordaba mucho a su propio abuelo; el “nono”, como solía llamarle. De repente, no sabía qué más decir.
Don Carlo siguió hablando:
—Tal vez sea buena idea que te mudaras con nosotros, Anne. A ti y a Renzo no les vendría mal convivir un tiempo, para que profundicen su relación, ¿Ti piace?
Anne se quedó helada ante la propuesta. Antes de que pudiera emitir cualquier argumento, Renzo Mancini tomó la palabra.
—Creo que es una excelente idea, abuelo—. Tanto Patrick como Leticia le miraron sorprendidos —. Podría llevarla a mi finca privada en Sonoma, al noroeste de California. Vivo ahí cuando no trabajo en Los Ángeles.
Renzo miró a Anne con una sonrisa encantadora e inquietante a la vez. Don Carlo agregó:
—¡Claro! “La Veduta” es una finca maravillosa. Renzo tiene un campo inmenso con viñedos, una laguna… ¿Sabes lo que significa “Veduta” en italiano, Anne?— La joven negó con la cabeza— Significa “vista”. Cuando vayas, te darás cuenta porqué se llama así. No sabrás qué mirar primero…
—Suena a un sitio maravilloso— contestó Anne y pensó apenada “Ojalá pudiera sentirme alegre por algo así…”
En ese instante, Anne detectó la miradita envidiosa de Charleen; era obvio que a ella le habría encantado que la llevaran a un sitio así. Además, se sabía que esa región de California era conocida por sus fincas de lujo.
—En serio — intervino Renzo. Luego, con un tono grave y misterioso añadió, mirando su boca: — Va a gustarte mucho, Anne…
Al decir eso, los ojos dorados del mafioso recorrieron a la joven, viajando lentamente desde sus piernas, atravesando sus pechos y culminando en sus ojos.
Anne sintió la piel de gallina. Acaso… ¿Eso último que dijo tuvo un doble sentido? Ella sintió que lo había dicho solo para ella. Se sintió como la presa indefensa de un león hambriento.
—Si tu padre está de acuerdo, deberías empacar ahora mismo y mudarte conmigo. Tenemos un viaje largo.
—¿Eh? ¿Ahora? — soltó Anne sin dar crédito.
—Claro —respondió Renzo, como si nada — ¿Acaso tienes algo más importante que hacer?
La indignación de Anne creció dentro de su pecho y sus buenos modales intentaban disimularlo. Pero su expresión tensa hacía difícil sostener cualquier mentira.
Renzo curvo sus labios seductores en una sonrisa burlona que solo Anne pudo notar.
—Es una buena idea. Cuanto antes, mejor — celebró Patrick — Anne, ve a prepararte.
—Me alegra mucho que Anne vaya a acompañarnos — intervino el abuelo, notando la incomodidad de la chica. Su voz era amable, pero emanaba autoridad —. Mientras ustedes dos se conocen en la finca, pondremos en marcha el planeamiento del compromiso y la boda. Pero…—y miró a su nieto seriamente— Creo que deberíamos darle tiempo a Anne, quizás quiera despedirse de su familia y amigos.
Renzo guardó silencio. Él respetaba mucho a su abuelo; prácticamente le había criado, le hizo el hombre poderoso que era, por lo que debió manejar su ansiedad ante él. Mirando a Anne, concedió:
—Vendré mañana por la tarde entonces… — y acarició la mejilla de la joven con una de sus manos, descubriendo las pecas falsas que se había pintarrajeado. Mientras le quitaba esa pintura delicadamente con el dedo pulgar, le susurró con cierta malicia: — Mi novia parece tener una piel muy tersa y blanca…Quisiera verla mejor…
Anne frunció el entrecejo, mirándolo directo a los ojos. Era un hecho: Renzo Mancini la tenía atrapada y haría lo que quisiera con ella.
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